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Fresas salvajes

Drama El profesor Borg, un eminente médico, debe ir a la ciudad de Lund para recibir un homenaje de su universidad. Sobrecogido, tras un sueño en el que contempla su propio cadáver, decide emprender el viaje en coche con su nuera, que acaba de abandonar su casa, tras una discusión con su marido, que se niega a tener hijos. Durante el viaje se detiene en la casa donde pasaba las vacaciones cuando era niño, un lugar donde crecen las fresas ... [+]
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Críticas 142
Críticas ordenadas por utilidad
1 de abril de 2021
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En las décadas de los 50/60 se pusieron de moda este tipo de películas entre la intelectualidad, los progres de la época, los "culturetas" y los "snobs". Entonces se les llamaba la "gauche divine" que tenían más de divine que de gauche y eran unos hijos de papá con barbas. En Barcelona los cines Publi, Aquitania, Verdi, etc.. se sumaron a esta corriente.
Muchas eran suecas y Bergman el estandarte de este tipo de películas, tan cultas, tan elaboradas, tan magnificadas y también tan lentas y aburridas como ellas solas pueden llegar a ser.
Es un cine para mitómanos y eruditos del séptimo arte, que se deleitan escuchándose a sí mismos y haciendo el psicoanálisis hasta al perro del vecino y dando lecciones de vida a quien no se las ha pedido, o sea unos coñazos, pero poco comestible para personas normales -que no vulgares- a las que nos gusta ir al cine a pasar un rato distraído y agradable y que no nos coman el coco.
La historia es bastante insignificante, un viejo y refunfuñón médico bastante frustrado emprende un viaje en automóvil para asistir a un homenaje que le van a tributar, por el camino recoge a 3 jóvenes de lo más absurdos, demenciales e infumables, recuerdos de juventud quimérica y nostálgica y visita a su ancianísima y repelente madre.
En fin, arte y ensayo, buena fotografía en blanco y negro y buena interpretación de Víctor lo que sea.
yundriel
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24 de enero de 2021
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Las fresas son a veces recuerdos, algunos dulces y otros más amargos.

Cualquier anciano en las postrimerías de su existencia solo se nutre de las sombras y luces de su pasado, un pasado en el que vivió, amó y también sufrió.

Vidas solo hay una y la del médico protagonista de la historia narrada, pasa con frecuencia por delante de sus ojos, son imágenes cargadas de realidad que le muestran el ayer como un reflejo en el agua, visible pero intangible al mismo tiempo.

Ingmar Bergman se zambulle en la mente de una persona mayor cargada de vivencias que intenta plasmar en fotogramas, la mezcla de lo etéreo y lo real a lo largo de la película es una constante resurgiendo a flote el sentido de la existencia.
shortcut
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26 de abril de 2021
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Fresas salvajes de Ingmar Bergman es una de las obras más nostálgicas y accesibles del director. Un tributo a la tercera edad, a la nostalgia por los tiempos pasados, a la energía de la juventud y al propio autoconocimiento que ofrece la experiencia, mostrado a través de las 24 horas que dura el viaje del profesor de Estocolmo a la Universidad de Lund. Una vida concentrada en un día, viaje de introspección en el que Isak Borg revive grandes recuerdos de infancia y juventud, momentos que han marcado su vida y las vidas de las personas que se han cruzado en su camino. Un viaje en el que se genera proximidad y conexión con auténticos desconocidos con los que se cruza durante el camino, y en el que descubre la distancia emocional existente con familiares a los que creía próximos. Road movie existencialista con algunos de los grandes dilemas que obsesionan a Bergman presentes en los recuerdos y reflexiones del protagonista: la fragilidad de la existencia, la muerte, lo efímero de los éxitos presentes y pasados. Destaca en su inicio una terrible pesadilla sufrida por Borg en tono surrealista y expresionista, con escenarios deformados, personajes sin rostro, relojes sin manillas y carros fantasmagóricos que cargan con féretros en los que la muerte nos llama. Imágenes dignas del mejor Robert Wiene o sacadas de la mente del mismísimo Salvador Dalí. La historia consigue ser profundamente emotiva sin caer en el sentimentalismo, y eso es gracias al acertado texto del director y a la inconmensurable interpretación de Victor Sjöström, en la última actuación de su carrera, esencia de testamento vital en el propio film en el que se mezcla personaje con actor y persona de forma encomiable. Obra iniciática al universo Bergmaniano en el que las fresas salvajes se usan como símbolo de la primavera de la vida, una época desbordante de pasión, ilusión y un profundo sentimiento de ingenua inmortalidad, tiempos que se rememoran cuando se abren paso los temores e incertidumbres que genera la vejez. Nominada al Óscar al mejor guion original y ganadora del Globo de Oro y el Oso de Oro, Fresas salvajes es sin ninguna duda, una de las mayores odas a la vida y a la tercera edad que se ha realizado en el séptimo arte.

Más críticas de cine y series (y algún que otro monigote): https://unhombresinpiedad.com
Un hombre sin piedad
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15 de abril de 2023
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Me gusta. Es muy buena. No es tan impactante como el manantial de la doncella, o el séptimo sello. Ni siquiera tiene la belleza de Persona o el Huevo de la Serpiente. Pero es suya, no hay la menor duda. Es onírica, de una visualizad significativa, con una intelectualidad apabullante... Una especie de road movie diferente a las clásicas americanas, una búsqueda iniciatica de sí mismo a través de sus recuerdos. Y siempre la vida, la prole, los problemas existenciales de la vida. ¿Quién es cada uno?, ¿para qué se vive?, ¿cuáles son los valores esenciales de la vida?.
Recuperar las vivencias juveniles de una señor mayor que está un poco de vuelta de todo para reflexionar sobre qué ha sido su vida, cómo está su hijo (que no quiere tener hijos), las relaciones con su nuera, con la mujer que cuida, cuál es el recuerdo de su mujer ya fallecida a través de los ojos de un niño enamorado en un verano en el que la búsqueda de fresas era la principal ocupación.
¿Qué son las fresas?. El sexo quizá, la pasión amorosa, le virilidad de la juventud. No lo sé. Pero no hay un elemento de una película de Bergman que no tenga alguna razón de ser, un por qué.
Me han encantado los actores. Además de Bibi Andersson, que es su musa más importante, dejando al margen a su segunda mujer, me ha parecido impresionante Victor Sjöström. Una interpretación prodigiosa, es capaz de mostrar emociones con solo mover la cara. Los años le pesan lo que le tienen que pesar...
No se hace nada pesada, como sí ocurre con otras suyas que tienen mucho metraje. Es más, parece que falta cinta y recorrido.
Seguro que al verla de nuevo detecto cosas que no he apreciado. En concreto me llama la atención el muestreo de personajes que entran y salen de la cinta. El matrimonio con el accidente de coche. ¿Por qué un accidente, por qué de coche?. Y los muchachos, ¿qué pintan, qué representan?. La juventud nada más. No. Hay claves escondidas en la cinta. Que hay que ver de nuevo.
Como todas las suyas me impresionan muchísimo.
ÁAD
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4 de mayo de 2023
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Tienes 78 años y una noche sueñas con tu propio ataúd y tu cadáver agarrándote y llevándote consigo. Esta es la primera gran escena de Fresas Salvajes, una obra maravillosa de Ingmar Bergman, que, en esta ocasión rinde tributo a un sentimiento tan poderoso como es la nostalgia, vista tanto como una bendición como una enorme pesadilla que es capaz de torturarnos y que somos incapaces de escapar; es esto a lo que se expone nuestro protagonista, un brillante profesor llamado Isak Borg, que se considera así mismo un viejo pedante y que su pedantería daña a todas las personas de su alrededor y que se ve obligado a replantearse varias cosas de su pasado tras este incómodo sueño.

Radiografía de la nostalgia

Si "Persona" (1966) Ingmar Bergman hablaba —entre otras cosas— de la locura que convive dentro de cada uno, la palabra clave de Fresas Salvajes es nostalgia, y también recuerdo, la película recopila mucho de lo que representa estas dos palabras para la vida de una persona; el mensaje de esta película es imperecedero, pues, una vez más, Bergman se las apaña para mostrarnos de manera magistral una obra sobre sentimientos que viviremos varias veces todos nosotros, aunque en esta ocasión con un tono algo más esperanzador de lo que ha mostrado en otras ocasiones.

La dirección de Bergman está sublime, me encanta como mezcla en un mismo plano pasado y presente, o como los elementos oníricos hacen algunas escenas únicas, o incluso como detalles pequeños dicen tanto —ese reloj sin agujas, simbolizando la pérdida del concepto del paso del tiempo que sufre Isak—. Pero esta vez me quedo con los diálogos.

Los diálogos de esta película están a un nivel altísimo, a ratos me parecen poéticos, transmiten una elegancia enorme, más incluso que los lujosos interiores de las viviendas que muestra esta película o la fotografía genial de los exteriores; la película deja frases certeras y lo hace con una sencillez que impacta, también hace que todos los personajes del reparto transmitan una calidez muy especial en no tantos minutos de participación.

"...que ya estoy muerto aunque todavía estoy vivo."

Los dos protagonistas de esta película están increíbles. Victor Sjöström como el retirado profesor Isak Borg hace aquí una de las mejores interpretaciones masculinas que he visto, encarnando a un hombre que observa que lo que le queda de vida puede que sea simplemente un ocaso de su pasado. Se presenta como un personaje pretensioso y maldecido con ser excesivamente racional, un viudo solitario; a veces cándido y otras el más sabio de todos, su mirada es elegante y triste a la vez, es increíblemente cortés y con un ego enorme, pero nada de esto le está ayudando a la enorme soledad que siente dentro.

Muy bueno el personaje de Bibi Andersson, logra destacar también en el papel de una mujer bastante más moderna que el concepto que tienen varios personajes de ellas en esta película, sabemos lo justo de su personaje pero logra brillar y es la que mejor presenta los aspectos más negativos del personaje de Victor Sjöström. También destaco Gunnar Björnstrand, que refleja todos los defectos de nuestro protagonista y quizás se pueda considerar lo más cercano a ser el personaje antagonista de la obra junto al paso del tiempo en sí.

¿Y si al final del camino, solo estamos nosotr@s y nuestros propios recuerdos?

Esta película es también una road movie espiritual, un viaje cuyo propósito es un punto y final de una faceta clave de la vida de nuestro protagonista y el enfrentamiento al conflicto más grande que tiene el personaje de Bibi Andersson, los diálogos de ellos dicen mucho en pocas palabras y la relación entre ambos personajes evoluciona, crece, cambia, en parte sin darnos cuenta, hasta el grupillo que se une a ellos y a su viaje, que parece en un principio caprichos del guion, tienen cosas que mostrar y sentir, siendo secundarios de lujo y que ponen en la mesa ideas como lo que representa el creer en Dios para cada personaje; la escena en la que los cinco toman una copa y debaten sobre este tema es para quitarse el sombrero; como la perspectiva de cada uno se refleja tan bien, y como se remata la escena, siempre respetando la libertad individual.

Otra escena increíble es una de las pesadillas que sufre Isak Borg, viendo en un bosque onírico aquellas equivocaciones de su pasado, o como la vejez debilita nuestras facultades de manera inevitable; lo onírico, como en otras películas de Bergman toma un papel fundamental y nos dice muchísimo de manera visual; trasladándonos en varias ocasiones al mundo real y al mundo de los sueños y hasta mezclándolos. No faltan los fantasmas que le torturan, y aquellos "lo que pudo ser y no fue" que vivimos todos y cuyo escenario da nombre a la película.

Pero quizás la mejor escena de todas ellas es el final de la película. Final perfecto, hermosísimo no solo en sí, sino por todo lo que nos quiere decir y siente nuestro protagonista. Uno se abruma ante la inmensidad de lo que pueden significar nuestros propios recuerdos. Cuando empiezas a creer que los malos recuerdos se superponen de los buenos, nos damos cuenta del enorme error que supone esto; porque la nostalgia es también todo lo que hemos conseguido en el camino y una parte de nosotros mismos es el cómo se sienten las personas que más queremos. Un final que no se describe, se experimenta, y que es además uno de los que más me han emocionado del cine en general.

Fresas Salvajes es maravillosa de principio a fin. Es el mejor retrato que he visto de la nostalgia en una película, mostrándolo sus diferentes facetas, y dejando como guinda un viaje muy entretenido y un ejercicio enorme de introspección a través del inolvidable personaje de Victor Sjöström, reflejando un sentimiento que estamos condenados —y también sentirnos afortunados— de padecer en algún momento de nuestra vida. Para mí una joya del cine.

https://marmotacinefila.com/2023/02/22/critica-fresas-salvajes-1957/
Marmota Cinéfila
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