Sordo

Desde que se estrenó este proyecto tuve bastante curiosidad y ahora Netflix me lo ha puesto en bandeja ya que ha pasado a formar parte de su extenso catálogo. Adaptación de un cómic, la película pasó sin pena ni gloria por los cines españoles, como suele ocurrir con infinidad de proyectos, pésimamente promocionados.

Tampoco las críticas fueron demasiado positivas que digamos, coincidiendo la mayoría en que estamos ante un producto tan atractivo como fallido y que podría haber dado más de sí. Y la verdad es que no puedo estar más de acuerdo, ya que nos encontramos con una película irregular, con una duración excesiva de dos horas (le habría venido genial durar treinta minutos menos), donde la primera parte es un viaje fascinante y la segunda es un despropósito al que no hay por dónde coger.

La dirección es sorprendente y fabulosa a ratos, gracias a unas escenas impactantes (el inicio o la granja) y unos planos maravillosos. Extrañamente, esto no se mantiene en durante toda la película, estando mucho más lograda la primera mitad, gracias a un espectacular arranque con unos créditos iniciales fascinantes y donde todo funciona a la perfección.

Es una lástima las cuestionables decisiones a partir de la aparición de un nuevo (e innecesario) personaje en la historia (la soldado rusa, para más pistas), haciendo que el mediocre guion haga aguas por todos lados, con decisiones y momentos más que cuestionables, y donde el sopor y la desidia se apodera del espectador, abandonado los logros del principio por completo.

Tampoco saben aprovechar el tema de la sordera del protagonista, siendo un elemento protagonista al principio de la función (con escenas que nos hacen padecer por el asunto) pero aportando más bien poco en los sucesos venideros, siendo un recurso desaprovechado e inútil, por mucho que dé título al film.

No entiendo que motivos han podido llevar a los responsables de la cinta a ir por derroteros tan rudimentarios y bochornosos, cuando la primera hora les había quedado impecable. Ojalá hubiesen cuidado más el guion, porque es de juzgado de guardia como han perdido el rumbo. Cuando finaliza la película te quedas con la sensación de que todo ha sido demasiado caótico y una oportunidad perdida de hacer algo loable y destacable. Tenían elementos de sobra para ello.

El reparto hace lo que puede, destacando a un convincente Asier Etxeandia, que hace lo que puede con su personaje protagonista (que va de más a menos) o un sorprendente y enigmático Aitor Luna, cuyo villano es vilmente desaprovechado. Y hablando de desaprovechar, por ahí se pasean Hugo Silva, Imanol Arias o Antonio Dechent sin que realmente aporten mucho al conjunto. Una pena, ya que el reparto es demasiado bueno para tratarlo de esa forma.

En conclusión, si se hubiese mantenido el nivel de la primera hora estaríamos hablando de un western español más que notable y recomendable. Al final lo que nos queda es un proyecto defectuoso, que desperdicia todos sus elementos (reparto, dirección, música...) y que, como mucho, se queda en un aprobado raspado gracias a lo comentando. Que decepción y que lástima.

Más críticas: ocioworld.net

Muy irregular pero francamente interesante film español, basado en el cómic de David Muñoz y Rayco Pulido.
Ocurre que se puede decir que tiene dos partes.
La primera muy buena en todos los aspectos, con atractiva y poderosa presentación de los personajes más importantes (al menos al principio), muy buena puesta en escena, perfectos efectos especiales y situaciones que van ganando según pasan los minutos, en intensidad dramática.
Las escenas de acción están muy bien rodadas y los diálogos son precisos. En estos momentos el espectador está, creo, completamente entregado a la causa.
Sin embargo, hacia la mitad más o menos aparece el personaje de la mercenaria rusa, un personaje en principio subyugante que azora por su crueldad... y la película comienza a caerse por una pendiente de incongruencias.
El sólido armazón conseguido hasta entonces por Alfonso Cortés-Cavanillas, va descomponiéndose, existiendo escenas que dejan atónitos a los espectadores y no precisamente por su excelencia cinematográfica.
Con todo, en líneas generales está francamente bien y particularmente estoy súpercontento que se hagan cintas de este tipo y género, pero podría haber quedado mejor.

https://filmsencajatonta.blogspot.com

Dirigida por Alfonso Cortés-Cavanillas. Tras su paso por el Festival de Málaga de 2109, nos llega su estreno. El estereotipo al que corresponde la película la hace trasladable a cualquier ámbito: el western, el cine bélico, películas de persecución, en el que un personaje trágico sucumbe a su destino ante fuerzas más poderosas que él. En este sentido aporta poco la historia y el ritmo de viñetas nos recuerda su origen en un cómic. Sin embargo al inicio de la película, algo me resultó interesante para seguir atento a la narración: la suerte que espera a un hermoso acto de humanidad que inaugura el film. En este contexto, acto de humanidad significa filantropía, respeto y amor al ser humano, que en ese momento puntual emerge por encima de los condicionantes ideológicos de hombres enfrentados hasta la muerte. La agresividad tiene un desarrollo lineal, causa y efecto, muy racional por cierto. A una acción le sigue su réplica y a esta una contrarréplica más intensa si cabe. Por el contrario, el acto de humanidad es extravagante, irracional, inesperado en los contextos discursivos que determinan las conductas. Un acto de libertad. Lamentablemente, el acto de humanidad al que me refiero y que me dejó en espera de su resolución triunfante, aguantando tiros y mala leche, se asfixia en los derroteros que toma la película y nos deja frustrados en triste agonía por la fortaleza del mal.

Honestamente, esperaba más de Sordo. Pero mucho más.
Y lo esperaba porque Asier Etxeandia, su excepcional protagonista, rara vez es visto en un proyecto que no esté a la altura de su descomunal talento. Tras más de 15 años haciendo sobre el escenario cosas que no hace nadie más (Cabaret, El Intérprete, La Chunga, La avería, Hamlet, Barroco... y así podríamos seguir), por fin el bilbaíno encontró su sitio también en el cine, gracias sobre todo a sus personajes en Ma Ma, La Novia y Dolor y gloria. En Sordo vuelve a demostrar su versatilidad. No hay papel que se le resista y Anselmo es otra creación más en su galería de personajes brillantes.
Es gracias a él que se puede aguantar el visionado de una película por lo demás profundamente decepcionante. Sin duda, es una historia que podría haber dado para mucho más, con ese material de partida tan jugoso (¿un maquis que se queda sordo y ha de huir para no ser capturado? De ahí tenía que haber salido un peliculón). La narración es confusa, los personajes secundarios no funcionan, y el interés de la historia decae poco a poco, hasta el punto de que al final realmente ya no nos importa demasiado como espectadores el destino del pobre Anselmo.
Una lástima.

Lo mejor: Asier Etxeandia y la fotografía tan de western de Adolpho Cañadas
Lo peor: No va a ninguna parte

Con todo y tratarse de una cinta indudablemente entretenida, compararla —tal como me ha parecido leer por ahí— con cualquier obra de John Ford, incluso la menos lograda que pueda uno imaginar, se antoja un tanto atrevido. En efecto, “Sordo” trasplanta los códigos del western a las vicisitudes del maquis patrio, territorio propicio para ello. No obstante, se trata de la adaptación de una novela gráfica, con los consabidos manierismos de brocha gorda, muy alejados de la sensibilidad, homérica y shakespeareana, del maestro Ford. A mi juicio, estaría más en deuda con Sergio Leone o Tarantino, en cuyas estéticas tienen el “fumetto” y el cómic franco-belga, respectivamente, una influencia capital.
La mayor, casi insalvable debilidad de “Sordo” radica en un guion pródigo en incongruencias. Cuesta creer que, con tal proliferación de imbéciles, el ejército “Nacional” ganase la Guerra Civil, salvo que se presuma un coeficiente intelectual todavía más precario en el otro bando. Así se deduce del modus operandi de los comandos guerrilleros, cuestionable como poco. Abundan los ataques del “síndrome del asesino parlanchín” —impagable hallazgo de otro maestro, en su caso de la crítica cinematográfica, Roger Ebert—, rayanos algunos en la verborrea. Y, naturalmente, las decisiones de todos y cada uno de los personajes son las menos indicadas para la supervivencia, incluidas las del protagonista. Extraña, de hecho, que no lo atrapen, o lo devoren los lobos, o se congele o qué se yo, se presente a una oposición, mucho antes. Y eso sin contar con su sobrevenida discapacidad. Razón de más para abundar en la absoluta incompetencia de sus perseguidores.
Lo mayores virtudes de “Sordo” son el trabajado diseño de producción —que redunda en una ambientación y unas escenas de acción bastante bien acabadas— y, especialmente, su fotografía. Los espectaculares exteriores y algún que otro plano verdaderamente pintón le proporcionan un envoltorio de indiscutible atractivo. Ahora que, puestos a comparar, a su lado y sin erigirse en ninguna cima de nuestro cine, “Silencio Roto” (ídem, 2001), historia de temática similar dirigida por Montxo Armendáriz, parece “Los gritos del silencio” (“The Killing Fields”, 1984), con perdón del tosco juego de palabras a que conduce la versión española del original.