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Pelo malo

Drama Junior es un niño de nueve años que tiene el pelo rizado. Él quiere alisárselo para la foto del anuario de la escuela, pues así lo llevan los cantantes pop que están de moda. Esta circunstancia lo lleva a enfrentarse con su madre. Lo que Junior quiere es ponerse guapo para que su mamá lo quiera, pero ella lo rechaza cada vez más. (FILMAFFINITY)
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Críticas 30
Críticas ordenadas por utilidad
17 de marzo de 2014
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película no se parece a ninguna que yo recuerde. Para no andarme por las ramas, a mí me ha gustado y mucho, aunque me costaría explicar las razones. Así a bote pronto, me pareció muy interesante la forma cómo consigue representar la realidad de un país en permanente estado de desintegración. Lo consigue sin que casi se note, utilizando como leitmotiv al niño de pelo crespo obsesionado por tenerlo lacio. Un motivo tan banal como éste, que podría resultar casi ridículo, al menos a mí consiguió arrastrarme, y creo no haber sido el único. Lo más sobresaliente de esta película, en mi opinión, es su total falta de pretensiones. No hay absolutamente nada trascendental en las mil minucias cotidianas de la historia, y seguramente es eso lo que deja al finalizar una sensación tan particular. Como si se hubiera asistido a un retazo de vida sin más, algo que no va a ninguna parte ni precisa mayores explicaciones. Una simple historia absurda y, como la vida, a veces cruel y otras veces cómica.
Ignoro si los actores son profesionales o no, pero me parecieron todos tremendamente naturales, empezando por el niño protagonista, que es extraordinario.
carlos bosch benitez
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15 de agosto de 2014
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pelo malo a simple vista parece una película simpática sobre un niño y su inadaptabilidad a su complicado cabello rizado y su mala relación con su madre, pero en realidad es mucho más compleja e inquietante de lo que parece.

Junior tiene como 10 años y el pelo malo, es decir, tiene el pelo chino, rizado y esto a él no le gusta nada, quiere además tomarse una foto para su escuela con el pelo alaciado y parecerse a un cantante pop, su mejor amiga, por su parte quiere la foto como una miss universo.

Son los tiempos del chavismo a pleno, Junior vive con su madre (viuda) y su hermano muy pequeño, ella es guardia de seguridad pero está desempleada, tiene una actitud un tanto agresiva para con Junior, un tanto machista, no le tolera sus actitudes y su obsesión con su cabello.

La madre lleva a sus compañeros sexuales a su casa y trata de que Junior los imite, reprende toda acción de Junior y hasta trata de convencer a la abuela que se haga cargo del chico. Las sospechas de la madre sobre una posible homosexualidad del chico hacen salir de ella todo lo negativo y hostil que una madre puede ser en una situación así y reprime todo el tiempo. Pero Junior no es un chico dócil, el es bastante provocador con su madre y hace todo lo que sabe que a ella le molesta, pero también se lo muestra en sus momentos de felicidad, siempre con su pequeña amiga o con su abuela.

Pelo malo es un retrato bastante agrio de la Venezuela contemporánea, una mirada nada complaciente de la situación socio política del país bolivariano, y sabe manejar y hacer uso del contexto en el que se vive (Se muestra a través de noticieros la tensión y las reacciones del pueblo por la enfermedad de Chávez, por ejemplo)

Lejos de maniqueísmos y patetismos, Mariana Rondón apuesta por un relato tenso e incómodo, un camino mucho más difícil para con el espectador, sin duda, pero no juzga sus personajes ni sus acciones, los muestra tal cual son, en medio de momentos crueles pero también bellos. Una película sincera y sensible.
Quique Mex
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27 de febrero de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dijo en su momento Don Pedro Calderón de la Barca aquello de: “Toda la vida es sueño y los sueños, sueños son”. Posiblemente, una de las citas más conocidas y a la vez más bellas que haya podido dar el teatro español. Pero lo que nunca llegó a conocer Calderón es que siglos después de su muerte es ese invento llamado cinematografía, que no sólo nos facilita soñar con una buena pareja en un lugar de fantasía (aquello del star-system y demás parafernalia), sino que también nos posibilita conocer los sueños de personajes anónimos. Sueños que en ciertas ocasiones son realizables, pero que la mayoría de veces sobrepasan la barrera de lo utópico.

En Pelo Malo, el soñador es Junior, un niño venezolano que habita en una de las barriadas más pobres de Venezuela. Su madre es una ex vigilante de seguridad en busca de recuperar su empleo y que además tiene que cuidar de una niña pequeña. Pero más allá de estos problemas, la principal preocupación de Junior es que tiene el pelo rizado. Un pelo horrible según él, ya que desearía tenerlo liso para así poder llegar a convertirse en un cantante famoso. A su madre no la terminan de convencer los deseos de su hijo, ya que en el fondo van muy de la mano con una incipiente homosexualidad muy mal vista por su barrio.

Sin duda, lo mejor de la película es su capacidad para describirnos todos esos sueños de Junior sin ninguna palabra vacua y sin que el propio protagonista lo vaya contando en voz alta al espectador. A través de la relación con su madre, su abuela y una fiel amiga, y en apenas hora y media, llegamos a conocer a Junior, un personaje muy bien construido y perfectamente creíble. Está claro que no se pueden atribuir todos los méritos a la directora y guionista Mariana Rondón, ya que en la caracterización de Junior cuenta con la inestimable ayuda del Samuel Lange Zambrano, que le presta su piel para moldear un buen papel. No es menos destacable Samantha Castillo en el papel de la madre, un personaje al límite de lo miserable que ama a su hijo a la vez que no acepta sus deseos y aspiraciones.

Un aspecto curioso de Pelo malo es que, pese a la profundidad de los personajes, éstos apenas evolucionan a lo largo de la obra. Estamos acostumbrados a que en la mayoría del cine se nos ofrezca un momento concreto de la vida de un personaje en el que sufre cambios drásticos. Es una de esas licencias aceptadas socialmente que de vez en cuando los guionistas se toman, ya que realmente resulta difícil de creer que un personaje pase por todo tipo de situaciones durante apenas una semana de su vida. A pesar de ser una licencia consensuada en el seno del cine (similar a la de, por ejemplo, eliminar el tiempo de espera en las llamadas de teléfono), Mariana Rondón ha eludido cualquier tipo de artificio y nos presenta unos días cualquiera en la vida de Junior, sin situaciones extremas (salvo, quizá, la escena final). Es decir, realismo puro para lograr la credibilidad pura.

Esto también tiene su lado malo, y es que muchos espectadores echarán en falta un poco más de chispa en la narración, que suceda algo verdaderamente relevante en vez de poner la cámara e intentar aproximarse al realismo (cosa imposible aquí porque es pura ficción, no un documental). En cualquier caso, y pese a que Pelo malo pueda ser mejorable en muchos aspectos, Mariana Rondón ha logrado realizar una obra cercana, creíble, intentado reflejar decentemente la situación de un país que muchos desconocemos. Además, ha conseguido algo que a muchos otros les resulta imposible: dirigir a un niño de manera correcta, evitando que dé vergüenza ajena o que se le vean las carencias de primerizo. Tratándose de un actor debutante como Samuel Lange Zambrano, es todo un acierto por parte de la directora.


Álvaro Casanova
Crítica para www.cinemaldito.com
@CineMaldito
Kasanovic
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14 de marzo de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Contextualicemos un poco, horroricémonos y, finalmente, tranquilicémonos también un poco, que buena falta nos hace. Por cierto, así fue, mayormente, la última edición del Festival de Cine de San Sebastián, cuya culminación estuvo protagonizada por la entrega de la Concha de Oro a... 'Pelo malo'. Mentira, no tocó esperar hasta el final porque lo cierto es que el fallo del Jurado, como no podía ser de otra manera en aquel desaguisado general, se filtró casi un día de antes de la celebración de la gala de clausura. Tremendo... y en la línea. O para emplear la jerga al uso: ''Me lo creo y me cuadra.'' El caso es que en su 61ª edición, se vio más claro que nunca (y por esto dolió especialmente) que el Zinemaldia no ha sabido (o no ha querido) encontrar su lugar en medio de la vorágine del calendario festivalero.

El rebufo de Toronto es peligroso, incluso devastador... más aún cuando de ahí sólo se pueden pescar títulos de dudosísima calidad, cuyo único interés (para el público, para cita en sí), si es que éste existe, estaría en el glamour de las estrellas de su cartel... estrellas que, -malditas- casualidades (o vergüenzas) de la vida, a la hora de la verdad ni se dignan en hacer acto de presencia en el escenario del crimen. En fin, que, enigmas del universo, a Colin Firth no hubo cojones de nombrarle persona non grata. Al caso. 'Pelo malo', convertida a la postre en la gran vencedora de aquel tan lamentable espectáculo, vino directamente de Toronto... y por si a alguien le interesa (y ya veo que no), no fueron pocos los que se ''escaquearon'' de su presentación. La fe en la Sección, y no sin razón, era prácticamente inexistente... lo mismo sucedía con la pegada apriorística de un título venezolano que venía a hablarnos sobre una de las muchas tensiones sociales de ese país. Sí, somos así de cretinos. Perdón.

'Pelo malo' es la expresión con la que designa aquel cabello que se resiste a ser peinado; a ser ''domado'', podría decirse. Es, para entendernos, el pelo rebelde, casi tanto como el joven protagonista de esta historia, Junior, quien vive obsesionado por hacerse una foto de carnet en la que salga a relucir toda su belleza... y con la que pueda conquistar el esquivo amor de su madre, mujer desbordada por la supervivencia a la que le fuerza la caótica y hostil Caracas. Hay en Mariana Rondón (directora y guionista de la cinta) una clara voluntad de acercar al público (sobre todo el extranjero) una realidad que, por motivos geográficos o de opacidad informativa, corre el riesgo de pasar desapercibida. Ante el silencio, nada mejor que una conciencia voraz en forma de altavoz. El cine, aunque cueste creerlo, puede seguir siendo un arte noble.

Y dicho sea de paso, permiso concedido para que se disparen las pocas alarmas que a estas alturas faltaban por saltar. Cosas del cine social, que su compromiso, a veces, hace que el producto se pierda en su propio espíritu didáctico-moralizante. Como en la edad media (madre de Dios...): lo normal es que prime la voluntad de aleccionar... lo que venga a continuación, es puro bonus. Por suerte, la cineasta de Barquisimeto se ha confirmado, con tan solo dos largometrajes en solitario, como una experta en abordar ''lo necesario'' a través de vías que a simple vista podrían antojarse amenas... incluso lúdicas, por qué no. En este sentido, ¿qué mejor instrumento que la mirada fantasiosa de un mocoso para acercarse al miedo y horror de la realidad más asquerosa? En 'Postales de Leningrado', el drama de la brutal represión por parte de los regímenes militares sudamericanos de la década de los 60, era narrado por varios chavales que veían en la clandestinidad de la jungla el escenario ideal para montarse la mejor de las historietas de superhéroes.

Eso sí, la magia (omnipresente y pura) de la candidez no alcanzaba (porque tampoco lo pretendía) para ocultar una verdad tan violenta como terrorífica. La suma de los componentes de la ecuación da un resultado tan conocido (y tan bien explotado en esas latitudes) que ni falta hace nombrarlo. Para 'Pelo Malo' (que podría ser una especie de continuación natural y mucho más desencantada de su anterior trabajo), Mariana Rondón pule la técnica (tanto en la presentación como en el aprovechamiento interpretativo de su elenco; estupenda, en este sentido, la dupla Samuel Lange Zambrano & Samantha Castillo), y convierte una aventura urbana protagonizada por niños (que de infantil tiene más bien poco) en una ocasión idónea para arrojar una mirada certera y sin concesiones sobre los efectos tóxicos (y de ramificaciones imprevisibles) del tabú y la condena social.

La pérdida de lo más sagrado (esto es, el amor de una madre a su propio hijo) desmenuzada, de forma cada vez más angustiosa y asfixiante (pero, y ahí está el bienvenido efecto diferencial, sin cargar nunca), para que una pequeña terraza se convierta, de repente, en un inmenso y deshumanizado bloque de apartamentos. O dicho de otra manera, para que el drama más íntimo pase, poco a poco, al familiar... para llegar, finalmente, a una esfera que engloba a toda una sociedad. Todo está conectado, y así, la podredumbre se transmite con una facilidad y rapidez asombrosas. Impecable en la exposición... no tan acertada a la hora de rematar unas tesis que, a pesar del breve metraje, tienen el tiempo suficiente para caer en cierta reiteración. ¿Suficiente para conquistar Donostia? Aquel año sí... y bien agradecido que debería estar el certamen.
reporter
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15 de septiembre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Pelo malo" es un film con un drama social crudo, sensible, humano , que retrata los prejuicios, primero desde la tesis de que el cabello que no es lacio no es bello, no es bueno.... por tanto, es malo. Pero no se queda ahi sino que retrata una sociedad en desventaja, todas. Maltrato mental, desamor, desapego y carencias, ante todo, carencia de una identidad afro descendiente...que negamos a pesar de los pesares. Y cuando no se tiene una identidad que nos valide nos sentimos vacios. Y si a eso le sumamos que la madre no lo acepta. pues el drama se convierte en tragedia humana. Eso es pelo malo.

Luna de sal y miel, magazine.
http://lunadesalymiel.blogspot.com
EliQuezada
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