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El fin es mi principio

Drama Cuando un hombre extraordinario que lo ha vivido todo ve acercarse su fin, decide llamar a su hijo para reunirse con él por última vez en su casa de la Toscana. Su intención es compartir unas valiosas conversaciones sobre la vida que ha llevado como corresponsal de prensa en el sureste asiático, los cambios políticos y sociales de los que ha sido testigo, y la transformación espiritual que ha experimentado en sus últimos años. Pero para ... [+]
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
13 de agosto de 2011
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
...ni falta que hace, pensarán algunos.

La interpretación del sr. Ganz - en el papel de un moribundo egotista y en verdad pesado, que Dios me perdone- justifica una calificación de al menos 5.

Pero poco más hay aquí; el mensaje de la película -y ella por ende- gustará, supongo, a los amantes de cierta superficial espiritualidad orientaloide; que les aproveche. Quienes no compartan esas inquietudes se aburrirán como ostras, y aún más si creen que un buen film es algo más que una colección de bonitas estampas campestres.
golondrina europea
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17 de julio de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El fin es mi principio", basada en un personaje real, nos brinda la oportunidad de conocer los últimos días de Tiziano Terzani, quien tras una vida intensa como reportero en Asia acaba concluyendo que la única revolución verdadera es la del propio yo. Toda una lección sobre cómo afrontar la muerte con serenidad y aceptación, algo que en nuestra cultura occidental resulta poco frecuente. La película, con tintes de documental, es intimista y sincera. Bruno Ganz, el protagonista, borda el papel. Absolutamente recomendable.
pocascertezas
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3 de agosto de 2011
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Inmeso Bruno Ganz. Su composición del escritor, periodista y ensayista italiano Tiziano Terzoni absorbe todo el metraje. Magnificamente secundado por Elio Germano como su hijo y Erika Pluhar como su esposa Angela.

Baier acierta con una dirección de ritmo suave acompasando las palabras de un hombre consciente de sus últimos días que quiere despedirse e inmortalizarse a través de sus seres queridos. El entorno natural bellamente fotografiado enmarca el punto de vista vital de un hombre que ha vivido intensamente y acaba por entender y aceptar lo poco y mucho que somos, encarando la muerte con la mayor serenidad posible, ayudado con las enseñanzas de la filosofía tibetana y sobre todo de aquellos que lo aman y respetan (quizá sea esa la única posibilidad, conseguir ser amado y respetado en nuestra vida). Película para escuchar y reflexionar que toca la esencia de los que somos, aunque no todos los seres humanos tengamos las mismas oportunidades de llegar al inevitable encuentro, con un bagaje que nos permita afrontarlo en igualdad de condiciones.

Al final nos quedamos con el deseo de encontrarnos de nuevo con un Tiziano que afortunadamente queda inmortalizado por encima del recuerdo de los suyos, en su obra escrita.
ELZIETE
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18 de diciembre de 2017
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Excepcional película, con una fotografía estupenda, se puede ver hasta el viento. Emocionan los diálogos de un padre que se despide feliz, con su hijo. Una película para mirar tranquilo, emocionarse y reflexionar. Si no dispones de mucho tiempo, no te sientes a mirarla, porque hay que saborearla, y vivirla con todos los sentidos.
Diego
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10 de octubre de 2011
1 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El abuelo Cebolleta tuvo una vida tan interesante que, antes de morir, decide contarla a sus descendientes, así que llama a su hijo para que grabe sus monólogos y los ponga por escrito en un libro. Este hijo, que hace ya algunos años huyó de casa para no tener que aguantar más rollos, se ve ahora en la obligación de recoger los últimos testimonios del viejo parlanchín y egoísta (Bruno Ganz), cuyo palique se aplica a temas nada banales, como la vida y la muerte, el fin y el principio, la naturaleza sabia y la brizna de hierba, en el más puro estilo de los manuales de autoayuda. Con todo lo cual, el hijo consigue comprender el sentido de la existencia, mientras los espectadores huimos del cine convencidos de las virtudes del silencio. Como decía mi abuelita: ver, morir y callar, por la tierra y por el mar.
Perico Baranda
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