Los siete magníficos

En un momento en el que este género western parece haber cobrado vida de nuevo y estar disfrutando de una época bastante brillante en algunos casos, hay algunos ejemplos que parecen ser más un encargo que un homenaje al clásico que evocan. “Los siete magníficos” entra dentro de este grupo, algo que a priori no le beneficia.

Probablemente no aguante las odiosas comparaciones con el original, pero “Los siete magníficos” tiene muchos de los elementos que un buen western debe tener. La justicia, la venganza, la violencia necesaria…e incluso la redención son elementos comunes al género que la película va soltando cunado es necesario. Una revisión que llega de la mano de una pareja que ya ha conocido el éxito.

Fuqua y Washington tienen la experiencia suficiente como para no dejar que el espectáculo desfallezca. Con un notable presupuesto que no deja nada al azar, la acción se lleva prácticamente todo el esfuerzo del realizador, dejando a los personajes en un segundo plano. Todos están poco definidos, casi lo justo dejando a nuestra imaginación su futuro y sobre todo su pasado. A medida que la película entra en desarrollo, Fuqua se interesa por todos los detalles de la defensa del pueblo y sus personajes se resientes. Aún así hay brillantez y definición en la propuesta, sobre todo en una batalla final que pierde algo de fuerza por su excesiva duración pero a la que no se le puede restar mérito viniendo en un debutante en el género como Fuqua.

Los personajes, que forman un heterogéneo grupo por sus diferentes orígenes, tienen entre sus filas no sólo a Washington, gran protagonista, sino también a otros ilustres apellidos (Hawke, Pratt, D’Onofrio…) que se adentran en la acción sin demasiada motivación. Parece que les falta un poco de trabajo detrás. Con todo esto, resultan convincentes en la medida que deben serlo y hasta heroicos para sacrificarse por un bien mayor. Es en esta idea donde la película no termina de encontrar su lugar, demasiado pendiente de su original. Sólo con el honor o la fidelidad no son suficientes…

Sin duda es una innecesaria película, aquella a la que homenajea es un clásico que no tiene parangón en esta. Sí, pero... Si te gusta el western, se ve con interés. Las escenas de tiroteo son bastante dinámicas, no está mal ver a Hawke en un papel sin filosofía ni diálogos hirientes. La parte que no cuadra de este invento es que dura mucho, se hace largo, tampoco funciona la descripción de personajes, quizás excepto el de Hawke, el resto no se nos presentan con el interés y el humor que lo hace la película homónima a la que pretende, sin conseguir, imitar en eso. Y la música, por favor. Sólo en los créditos finales oímos la mítica banda sonora. Muchos peros, sí, innecesaria, también. Prescindible, olvidable. Un Washington que no se sabe si está enfadado, indigesto o simplemente se levantó de mal humor. Vale. Pero, insisto, si te gusta el western... la ves.

Es mala, ni se parece a la original, una chorrada y bla bla bla...

¿Esperaban espadas láser?
¿Luchar contra zombies?
¿Una comedia romántica?

Que no os engañen, esta obra da lo que promete y es un digno remake. Con esto quiero decir que no es excepcional, no reinventa nada y mucho menos pretende quedar por encima de la original.
Tiene una buena colección de actores de alto nivel con actuaciones sólidas, un ritmo que entretiene hasta el minuto final y se han dejado un buen dinero en recrear el salvaje oeste.

Como dije antes, que no os vendan la moto. Es ver la misma historia, con un reparto diferente y más medios, cosa que es el objetivo de esta obra. Y como tal es una buena película del perdido género del western.

Magníficos se presuponían los miembros de un equipo que pretendía acallar, con calidad, los lloriqueos de aquellos que braman en pos de la originalidad. Un director probado como Antoine Fuqua - ‘Training Day’ (2001) - al frente de un guión firmado a dos manos por Richard Wenk - ‘Los Mercenarios 2’ - y el filosófico Nic Pizzolatto - ‘True Detective’ -, orquestado musicalmente por el mítico James Horner e interpretado por Denzel Washington, Chris Patt o Ethan Hawke entre otros, hacían creer en tal posibilidad. Sin embargo lo que podría haber escupido un western notabilísimo- remake o no mediante -, se queda en un gargajo contenido, moderadamente aceptable pero lejos de esa viscosidad necesaria para quedarse pegado a la madera, y al espectador.

El primer magnífico en descabalgar es el firmante de un libreto que nada contiene de aquello que le repercutió cierta fama. Obviando ciertos saltos de fe impuestos como el incoherente uso de la ametralladora en el asalto final, donde Nic Pizzolatto - junto a Richard Wenk - fracasa realmente es en la inexistente construcción de los personajes. Se prefiere apostar por lo estrafalario potenciando las variopintas habilidades de cada uno en lugar de esbozar, de donde pueden provenir esas individualidades. Construyendo así una banda de arquetipos molones pero muy poco interesantes.

Ni siquiera su protagonista, ya que a pesar del siete en el título por intención y peso sólo parece existir uno, consigue trasmitir algo. En parte debido a la deficiencia de otro de los presuntos magníficos. Hace tiempo que Denzel Washington parece aprenderse únicamente el guión y no el papel, anclado en ofrecer el mismo matiz siempre. Ese tipo arrogante, dominador de la situación aún a pesar de arrastrar una gran carga detrás. Ethan Hawke hace lo que puede con un personaje que va y viene sin sentido alguno - literalmente hablando incluso -, y Chris Patt disfruta, es el único que parece aceptar el chiste del que forma parte y se le nota cómodo, carismático.

El resto de personajes no tienen mayor razón de ser que la de realzar una supuesta integridad racial, ignorando aquello - mucho más interesante - de como un grupo de rufianes sin rumbo recuperan su integridad uniéndose por una misma causa. Antoine Fuqua no sabe darle entidad tampoco a la historia pero consigue entretener durante sus más de dos horas de duración, gracias a un ritmo adecuado y una correcta solvencia técnica. Sin embargo en el terreno de la acción, donde debería ser magnífico, no llega en ningún momento a realizar nada memorable. Siendo incapaz de alcanzar esa épica por medio del valor tan característica de todo buen western.

No ayuda tampoco a lograr esa emoción necesaria la decisión de no incorporar de manera mucho más notable la banda sonora original. Una decisión inefectiva, impopular y poco comercial dado que, podría decirse sencillo encontrar a quien no conozca ‘Los siete samuráis (1954)’ de Kurosawa o ‘Los siete magníficos (1960)’ de John Sturges, pero difícilmente habrá quien no lo goce y reconozca los acordes que compuso Elmer Bernstein para esta última. Por si no fuera handicap suficiente, la obra póstuma del tristemente fallecido James Horner no termina de cuajar y recuerda demasiado a trabajos suyos anteriores. Hay momentos en los que uno cree que va a aparecer el caballo de Troya.

En definitiva un western de tono clásico, de una intensidad muy disfrutable, donde el maniqueísmo aflora según los cánones establecidos, y con una buena reproducción de todo el folklore propio del oeste gracias a su buen diseño de producción y fotografía. Si no consigue ponerse nunca al galope es por preferir no tomar riesgos optando por la balística de la metralleta, rápida y eficaz, en lugar del revolver, reflexivo y valeroso.

Firmado: https://detenteencine.blogspot.com.es

La película versiona de nuevo la historia con la que la película japonesa los 7 samurais siguió a la versión de los años 60, americana del western épico. No es mala por que resulta entretenida, pero le falta el gancho de la anterior y mucho más del drama personal de la japonesa. Desborda tiros a diestro y siniestro pero le falta la espiritualidad del western. Los actores completan el reparto con secundarios y las escenas de pelea de patio vaquero cumplen. El honor, la venganza, los sentimientos que recorrían el antiguo oeste americano están presentes en la película, con pinceladas de humor y por su puesto la música y la fotografía.