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España España · Madrid
Críticas de Moody
Críticas 783
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
5
21 de julio de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un intento de mezclar drama y comedia, “El manual de la familia perfecta” desarrolla dos tramas principales que pretenden mantener el equilibrio, si bien el drama, más intenso y adulto, le gana la partida a la comedia más familiar.

La película muestra muchas de las emociones con las que lidian padres e hijos, cada uno desde su punto de vista. Situaciones que a veces se complican por el exceso de protección de unos padres que quieren lo mejor para sus hijos sin darse cuenta de la presión o la carga que les aportan, y por unas apariencias que hay que mantener para que nadie te mire raro.

Así vemos cómo la hija del protagonista, una convincente Bierre, intenta llevar el peso de no decepcionar a su padre, un Morissette que también coescribe el guion, que con su buena voluntad intenta insuflar ánimo y seguridad a la joven. Esta trama dramática está llena de aristas y detalles sobre los que se reflexionar. Y también vemos a la madre supeditada a las reglas sociales, que lidia con las redes sociales y con la influencia de la sociedad para que su hijo haga todo lo que hacen los demás y se sienta también protegido. Una parte de comedia que destensa la parte dramática.

La película muestra esas dos formas de protección parental de una forma distendida y amena, en la que más de uno o una se verá reflejado en algún que otro detalle. Con un guion que invita a una reflexión sobre cómo gestionar esa idea de éxito que parece impuesto por lo que vemos en las redes sociales, “El manual de la familia perfecta” explora el vínculo entre padres e hijos y la importancia de la comunicación familiar para evitar graves problemas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Moody
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4
19 de julio de 2021
0 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay almas que están condenadas a estar juntas, por mucho que ellas mismas intenten negarle al destino su propia decisión. “Una canción irlandesa”, cuyo título original vuelve a no parecerse en nada al de la cartelera española, narra la historia de dos familias vecinas cuyos hijos se gustan desde pequeños, y también de sus problemas para entenderse, incluso con el paso del tiempo.

Durante muchos ratos excéntrica e irregular, la película tiene un objetivo hacia el que avanza, aunque no sepamos bien del todo qué camino pretende recorrer para alcanzarlo. El espectador conoce el final de esta historia delirante, y eso decepciona un poco. Sin embargo, las idas y venidas de los protagonistas de vez en cuando sorprenden, aunque sea por lo inverosímil de sus diálogos.

Es curioso pensar que John Patrick Shanley haya tardado doce años en filmar desde su última película, y más aún después de que esa película fuese la interesante “La duda”. Parece que tanto tiempo le ha oxidado algo su olfato, porque a esta historia le falta fuerza, potencia y, a veces, algo de sentido.

La verdad es que la película goza de todos los elementos que uno lo supone a los prados irlandeses. En un paisaje repleto de vacas pastando, caminos de tierra embarrados y lluvia que llega sin previo aviso, la película abusa de ellos para adornar la historia principal en la que Blunt y Dornan parecen dos adolescentes indecisos y opuestos que no saben expresar sus sentimientos, especialmente él.

Esta adaptación teatral recuerda a sus orígenes en un último tramo en el que los protagonistas hablan y hablan sin decir gran cosa, todo ambientado en una casa. Personajes que se prestan al absurdo indefinido hasta un final que rinde tributo a Irlanda, pero que resulta intrascendente para el espectador.
Moody
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6
18 de julio de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si se le preguntara a un adolescente sobre su verano soñado, seguramente se parecería bastante al de “Aquel verano”. Quién no ha soñado a esa edad con unas vacaciones en un pueblo costero, sin preocupaciones, con un grupo de amigos y su amor de verano.

Deniz, protagonista de la cinta, se une al grupo de su hermana mayor en su deseo de jugar en la liga de los mayores. Obsesionado con la mejor amiga de su hermana, la película tiene alma romántica y lo demuestra narrando una relación delicada y tierna entre la pareja. El guion se encarga de desarrollar esos personajes y olvida casi por completo al resto, exceptuando a los que interactúan con los protagonistas.

La película narra el despertar sexual del adolescente, un verano que le cambia la vida, y al intentar conquistar a la chica, la película muestra con acierto las circunstancias que le van ocurriendo durante ese periodo, como esa herida que va sanando, o esa piel que muda. Circunstancias que forjan su personalidad y gracias a las cuales crece como persona. Y es que, para este adolescente, ilusionarse, decepcionarse o indignarse es hacerse adulto, algo que forma parte de ese proceso de crecimiento.

“Aquel verano” avanza poco a poco, cocinando a fuego lento la relación, a veces con altibajos que se notan especialmente hacia la mitad de la película, pero con coherencia en su narración, siguiendo el camino lógico de este tipo de historias. No va a descubrir nada nuevo en el género, pero se ve con agrado. Y eso tiene mérito.
Moody
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7
15 de julio de 2021
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La reivindicación de la película es necesaria. Es muy necesaria. Parece que la sociedad no entiende lo grave de un asunto como el que se relata en la película, y por eso “Una joven prometedora” tiene una fuerza arrolladora desde el principio y un discurso que, lamentablemente, no pierde vigencia por el momento.

Un brillante comienzo que es toda una declaración de intenciones, una mujer aparentemente frágil en un bar y un hombre que se ofrece galantemente a llevarla a casa. Una situación que se da mucho más de lo que debería, y que aquí tiene una resolución sorprendente y adecuada. Con un listón puesto a una altura considerable, la película se desinfla un poco según avanza sobre todo a la mitad porque a veces se le va la mano, pero la vigencia de su discurso se mantiene viva en un clímax que recupera el pulso.

Además del gran trabajo de Fennell en la dirección, el alma de la película es Mulligan, que interpreta a la perfección a esa mujer que intenta saldar a su manera una cuenta pendiente del pasado. Es vulnerable cuando es necesario, inquietante cuando es el momento y mucho más inteligente que los demás, sin importar si quien está delante es hombre o mujer, compañera de universidad o bravucón de obra. De hecho, la secuencia con la decana es de lo mejor del film.

“Una joven prometedora” propone un debate para el que la sociedad como conjunto, y en especial muchos hombres como individuos, no encuentran solución. El problema, absolutamente real, quizás provenga de una educación malentendida en una sociedad que solía mirar para otro lado, en la que estas cosas valían y no pasaba nada. O simplemente sea porque son unos miserables. Sea como sea, que se queden con la idea: ahora ya no es así.
Moody
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5
14 de julio de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si algo debe tener una película de superhéroes, además de un guion solvente y de unos efectos visuales convincentes, es un héroe y un malvado con personalidad propia, de esos que se recuerden, al menos, un tiempo después de acabar la película.

Y “Cómo me convertí en superhéroe” no los tiene. Porque el héroe, durante gran parte de la trama, es anónimo y no tiene intención de sacar lo mejor de sí mismo. Para cuando decide demostrar lo que vale, se podría decir que otros han hecho su trabajo; y en cuanto al malvado, es un personaje diseñado sin ganas, sin el carisma que merece.

La película tiene una trama poco original, ambientada en una sociedad que ha dado normalidad a las personas con poderes. Bajo esta premisa, el guion no necesita esconderlos entre la multitud, y así puede desarrollar otras premisas, como la necesidad de algunos jóvenes de probar los poderes con una sustancia de contrabando. Esa curiosidad, esa necesidad de tener lo que no se tiene podría haber sido un argumento interesante sobre la que reflexionar.

Sin embargo, la historia se limita a ser una película de acción del montón, de esas que se ven y casi se olvidan inmediatamente. Muy lejos de las entregas de Marvel tanto en ambición como en factura, “Cómo me convertí en superhéroe” recurre a un tono cómico desenfadado para una historia sencilla en la que una pareja de policías investiga el caso. Como si fuese una buddy movie entre colegas, las tensiones entre ambos compañeros son parte importante de la trama, con altibajos y complicidad a partes iguales.

En general, el conjunto funciona aunque sea a medio gas, especialmente durante sus dos primeros tercios. Es en el tercero, ese difícil momento en el que cerrar las tramas, en donde la película echa el falta algo más de presupuesto para su conclusión a la altura. Pero en este tipo de películas está claro que la ambición es la que es… y el presupuesto también.
Moody
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