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El vicepresidente: Más allá del poder

Drama. Comedia Explora la historia real sobre cómo Dick Cheney (Christian Bale), un callado burócrata de Washington, acabó convirtiéndose en el hombre más poderoso del mundo como vicepresidente de los Estados Unidos durante el mandato de George W. Bush (Sam Rockwell), con consecuencias en su país y el resto del mundo que aún se dejan sentir hoy en día. (FILMAFFINITY)
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Críticas 117
Críticas ordenadas por utilidad
11 de febrero de 2019
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La primera parte de la carrera del director norteamericano Adam McKay (1968) aparece indisolublemente unida a la del cómico Will Farrel, protagonista, además de coguionista, de media docena de comedias filmadas a dúo tan disparatadas como irrelevantes. Hasta que decide aprovechar su ironía y mordacidad para mostrar la cara menos complaciente del american way of life, sin perder su despiadado sentido del humor ni la fuerza del ritmo narrativo, hasta conseguir engranar el entretenimiento con su propio estilo visual, como y ya demostró en La gran apuesta (The Big Short, 2015), una de las más lúcidas, a la par que entretenida, visiones sobre la quiebra del mercado inmobiliario americano, y por ende del sistema financiero global.
El vicio del poder, adecuada traslación al castellano del doble sentido del título original (Vice: vicio/Vicepresidente apocopado), centra el objetivo de su cámara en uno de los políticos menos estimulantes del sistema llamado Dick Cheney (nacido en Nebraska en 1941); alguien que desde el puesto de recadero en la Casa Blanca alcanzó las más altas cotas de poder, convirtiendo el cargo, poco menos que honorario, de Vicepresidente de EEUU (que ocupó durante el mandato de George W. Bush entre 2001 y 2009) en el centro de la toma de decisiones, sin responder de sus actos ante nadie, gráficamente equiparado en el film a los reyes absolutos y a los grandes dictadores del siglo XX. Una de las características del cine de McKay es que no desdeña el espectáculo, por ello empieza la película precisamente el día 11 de septiembre de 2001 y la termina dos veces; la primera a mitad del metraje para puntear tanto el carácter dual del personaje como el doble tratamiento de la historia, desde el biopic hagiográfico a la denuncia maquinada. Sin olvidar que estamos ante una obra de creación cinematográfica, como acertadamente resalta el sorprendente narrador omnisciente que el director utiliza para articular la narración.
El film no se limita al retrato más o menos realista y/o crítico de Cheney, supera ampliamente la visión personalista para ofrecer la interpretación de un momento histórico especialmente crispado, con el país más poderoso del mundo enviando a sus ciudadanos a una guerra donde los únicos beneficiados fueron las grandes corporaciones, cuyos beneficios se multiplicaron exponencialmente, entre las que casualmente estaba Halliburton Company, la empresa que había contratado a Cheney. En este cínico fresco histórico reciente también aparecen algunos personajes secundarios como el presidente Bush (fantástico Sam Rockwell), el Secretario de Defensa Donald Rumsfeld (bajo el rostro del cómico Steve Carell); incluso el propio Tony Blair tiene su minuto de gloria falseando las armas de destrucción masiva de Saddam Hussein, solo se echa de menos la presencia de Aznar, cuya intervención ha sido injustamente suprimida en el montaje final, aunque el discurso final del protagonista mirando a cámara parece escrito por el expresidente español.
Imposible finalizar este comentario sin hacer referencia al protagonista Christian Bale, el actor capaz de abducir al personaje para perpetuar su creación en el futuro por encima de la efigie del propio Cheney. Por cierto, se recomienda no abandonar la sala antes de finalizar los títulos de crédito, pues el director tiene reservada alguna sorpresa sobre la esencia sociológica de su obra.
Pepe Alfaro
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20 de febrero de 2019
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El 11 de septiembre de 2001 quedará marcado en la historia como uno de los días más trágicos de los últimos tiempos. Fue en esa fatídica madrugada cuando prácticamente todo el mundo vio con pavor como las Torres Gemelas, uno de los símbolos de la supremacía mundial de los Estados Unidos, se venían abajo como fichas de dominó, poniendo en entredicho la fuerza del país que hasta ese momento se ostentaba como el único líder del orden internacional. No obstante, “no hay mal que por bien no venga”, y mientras la comunidad internacional empatizaba con las víctimas y rivalizaba con los perpetradores del ataque, existió gente que tras bambalinas fraguó un plan para aprovechar la coyuntura y así satisfacer intereses que iban más allá de capturar a los autores intelectuales del atentado.

Es así como Adam McKay (The Big Short), con su estilo sarcástico y humor negro, le cuenta a su audiencia la historia de Dick Cheney, el vicepresidente de los Estados Unidos de América durante toda la administración de George W. Bush, fue capaz de manipular a toda una nación para involucrar a su país en una guerra cuyo objetivo era obtener el dominio petrolero en el Golfo Pérsico. El director utiliza la voz de Kurt, un estadounidense común, para narrar los pasajes más importantes de la vida del personaje, remontándose a la época en la cual era un obrero alcohólico venido a menos que impulsado por su mujer decidió involucrarse en la política de su país, iniciando desde la administración de Nixon con el apadrinamiento de su amigo Donald Rumsfeld para después ocupar cargos tan importantes como el de Secretario de Defensa y Congresista, alejándose un tiempo de la vida pública ocupando un cargo directivo en la petrolera Halliburton para después posicionarse como el segundo al mando del gobierno de su país en el periodo 2001 – 2009.

Con un guion de su propia autoría, McKay no tiene reparos en exhibir a su protagonista como un ser maquiavélico cuya hambre de poder solo pudo detenerse en ciertos momentos por cuestiones familiares. De esta forma, con pasajes que en ciertos momentos se sienten como un documental de Michael Moore, la premisa del filme es que el omnipotente Cheney fue capaz de cambiar por sí mismo la historia del mundo durante los años en que duró la gestión de un inepto presidente. No obstante, lo anterior es bastante debatible si se toma en cuenta que resulta inverosímil el hecho de que una persona puede manejar a su gusto toda la política internacional por sí misma, dando como resultado que el argumento se sienta un tanto manipulado únicamente con el fin de cumplir con el objetivo del director.

Lo anterior no afecta el magnífico trabajo del elenco, en el cual todos destacan por sus excelentes actuaciones. Christian Bale (The Fighter, The Big Short) es simplemente extraordinario encarnando a Dick Cheney, demostrando una vez más su impresionante capacidad para cambiar su físico con tal de adecuarse a un personaje. Por otra parte, Sam Rockwell (Three Billboards Outside Ebbing, Missouri) se consolida como un magnífico actor, presentándose como una calca del mismísimo George W. Bush. Otro que se mantiene en su posición como uno de los mejores histriones de los últimos años es Steve Carell (Foxcatcher, The Big Short), quien destaca en su papel de Donald Rumsfeld. Por último, Amy Adams (The Master, American Hustle) repite como cada año con una gran actuación, en esta ocasión como Lynne Cheney.

Es así como sin llegar a ser redonda, y a pesar de ser un tanto tendenciosa, la cinta cuenta con el gran atractivo de presentar a figuras cuya imagen está bastante fresca en todo el público, aportando información que, aunque conocida, resulta ser bastante relevante acerca de sus vidas. Lo anterior, aunado a la atinada dirección de un reparto sobresaliente, hacen de esta una película que se puede disfrutar tanto como entretenimiento como para sacar un par de datos interesantes sobre la forma en cómo funciona la política estadounidense, aunque hay que aclarar que los sucesos narrados deben de ser revisados con cautela sin considerarlos como verdades absolutas.

Calificación: TÚ DECIDES.

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wraparty
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29 de marzo de 2019
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Mis queridos cinèfilos, después de chantarme el terrible pan con huevo cocido, había que disfrutar esta película en la tranquilidad del hogar junto a una rica manzanilla. VICE, con la actuación de uno de los grandes, Christian Bale. Interpretando a Dick Cheney, y por la manera en que hablaba, por momentos pensé que estaba escuchando a Barry White con esa voz tan calentona y cachonda, pero no. Aunque habría sido estupendo ver alguna escena tan recordada como: ¿Quien eres?, y diciendo el con voz profunda y misteriosa, -Soy Batman-.

Pero volviendo al mundo 100% real no fake. Bale encarna de manera virtuosa su papel, talento le sobra eso es claro. Pese a sus dos hora y algo, avanza bastante rápido. La forma sombría en que se desarrolla el film es bastante interesante, no al punto que te quieras agarrar pelos de la cabeza, pero te mantiene concentrado. Los que ya están familiarizados con el mundo de la política, podrán ver como este personaje ambicioso llega tan rápido al poder. Un claro ejemplo es mirar un árbol, ver hacia arriba y en la copa del mismo, ver que hay una vaca... y te preguntas, como mierda llego tan arriba. Así es como transcurre este film, ofrece una visión inteligente de como Cheney intento explotar el poder de la Autoridad, totalmente recomendable. VICE te daremos un merecido 7.2
YupiPablo
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30 de marzo de 2019
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El Vicio del Poder nos presenta la historia de Dick Cheney, en origen, un hombre mediocre y descarriado enderezado por la ambición de su esposa, que limitada por el hecho de ser mujer en la América profunda de los años sesenta, utiliza a su marido como proyección humana de su deseo poder.

Con ese impulso, resulta estremecedor el recorrido que experimenta la vida de este personaje silencioso, paciente, oportunista, quizá estratega. La metáfora del pescador que se usa durante toda la cinta expresa perfectamente la naturaleza de este ser desconcertante, pausado y maquiavélico que marcha sobre las aguas turbulentas de la política, caña en mano, con disciplinada paciencia y orden tutelado, esperando pescar algo cada vez más grande que llevarse a la cesta del poder.

Aterra e hiptoniza la narración del poder real que Cheney llegó a ostentar y la oscuridad de las razones que le impulsaron a hacer de Estados Unidos un país rendido al capitalismo más salvaje y a las pasiones más frías de los grandes propietarios de la energía y las armas.

Bale interpreta magistralmente a este tirano moderno que hace que uno se pregunte, incrédulo, hasta donde llega la irracionalidad, la ambición, la falta de ética y moral del ser humano.

El legado de esta criatura letal que utiliza los atentados del 11S -ante los que parece no sorprenderse, o al menos así se interpreta en la cinta- para justificarlo todo, puede resumirse en cientos de miles de muertos en Oriente Medio tras las guerras de Afganistán e Irak, promovidas especialmente por su persona, en humillaciones y la regularización de la tortura en cárceles que parecen sacadas de una macabra película de terror, y en tratar de liquidar de la opinión pública problemas mundiales como el Calentamiento Global - que hoy llamamos Cambio Climático porque el equipo de este personaje detectó que así resultaba menos amenazador para el gran público y, por tanto, menos susceptible de ser combatido.

El Vicio del Poder, con Bale y Adams como estandarte y bandera, un tono socarrón y sarcástico cuando no alumbra demasiado el drama, y una narrativa que hace difícil perder el interés por la historia de este titán de la corrupción moral, ética, política y humana, es una película que merece la pena ver para abrir los ojos a una realidad que todos intuimos, pero que pocos imaginamos que puede ser tan descorazonadora.
EntradayButaca
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14 de abril de 2019
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La película más que una biografía de un personaje es una disección de una época y el funcionamiento del sistema democrático estadounidense y sus lagunas, donde el hijo de un ex-presidente borrachín y embustero llega igualmente a presidente con la ayuda de su vice que igualmente pasa de ser un borrachuzo monta-postes a tener el poder mundial más absoluto y la capacidad para tergiversar, engañar y jugar con las vidas de medio mundo como si estuviese jugando al scattergories en el salón de su casa.
El estilo de narración similar al puesto de moda por el propio McKay en la anterior 'La gran apuesta' dando, en este caso, la función de narrador a un personaje en principio ajeno a la historia, la verdad es que dinamiza la historia acompañado además de alguna que otra licencia humorística que saca del tedio un personaje, que quizás por su falta de carisma podría hacer decaer el interés. No es el caso, saca partido a estas autoconcesiones para no permitir que una historia y un desenlace ya conocidos de antemano, caiga en el tedio.
Por lo demás aporta ciertos datos quizás no demasiado conocidos del personaje y de su entorno y hace mutis en otros aspectos que 18 años después aún siguen generando dudas razonables. Buena interpretación Christian Bale, buscando el óscar desesperadamente desde hace tiempo, Amy Adams, siempre brillante y Steve Carrell igualmente. Mejor elenco se podría igual pero no superar.
Correcta, interesante, eficaz pero no brillante es lo que puedo decir de Vice.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
wambaelgodo
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