El piano

De niña Jane Campion, directora y guionista de esta fascinante película, solía contemplar desde el lecho de su madre el cuadro que adornaba su alcoba, una reproducción del célebre pintor francés, Henri Rousseau titulado “Mujer en el bosque” (es fácil de encontrar en Google), esa figura femenina, tocada por el misterio, le fascinaba. Y quizá su recuerdo, amarillento con el paso del tiempo, junto a un retrato color sepia de la fotógrafa victoriana Margaret Cameron, contribuyera a forjar en su inconsciente la esencia de Ada, la heroína de “El piano”, pese a que la directora fijase en la nítida visión del instrumento musical en medio de una playa desierta, aislada de un fragmento de sueño el motivo inspirador de la película.

Campion nos ofrece un compendio de sus aficiones, la pintura, sus lecturas románticas y sus estudios de antropología. La sensibilidad de las hermanas Brönte se vuelca en el archipiélago australiano hacia mediados del siglo XIX, las olas espumosas estrellándose contra los acantilados rocosos, el verdor esmeralda impregnado de neblinas azuladas, la lluvia convirtiendo los caminos escarpados en lagunas de barro. A estos inhóspitos parajes llega Ada (una extraordinaria Holly Hunter), procedente de Escocia, muda desde la más tierna infancia, con su hija de nueve años (Anna Paquin) en un matrimonio arreglado con un hombre desconocido, Stewart (Sam Neill), un colono altivo y mezquino. Enigmática, inescrutable, tan frágil como obstinada, con un moño severo y mirada insolente, protegida tras las alas de su sombrero, se clava en quienes osan contrariarla.

Su única voz es la música arrancada con los dedos a su piano; y es susurro voluptuoso, al tiempo que grito desgarrado. Michael Nyman compuso una música sublime inspirada en el folclore escocés y músicas populares que transmiten sin palabras el estado de ánimo de Ada – satisfacción, temor, tristeza, rebeldía, deseo -, en la película se establece una lucha sutil entre el puritanismo de la sociedad victoriana y una concepción del erotismo en armonía con la naturaleza. Su vecino Baines (Harvey Keitel) ha rescatado el piano abandonado en la playa, le ha cambiado a Stewart el tesoro más preciado de su mujer, por unas tierras codiciadas, es un hombre analfabeto y rudo, pero sensible, en cuanto aprecia la belleza de la música y, a través de ella, descubre la sensualidad de su intérprete, con la que se comunica a través de la música, en realidad solo escucha y admira.

Una película de una belleza plástica memorable, unos detalles visuales asombrosos, imaginativa y lúcida a la vez, una sensualidad sublime y una hermosura indescriptibles, los gestos, las miradas, los silencios, el deseo como fuerza liberadora. Trasladando los sentimientos al límite, con una evidente carga romántica y amplitud poética, un aire mágico que sólo una mujer es capaz de transmitir. Porque el premio de la pasión verdadera es para aquel que arriesga. La dirección artística muy cuidada y una fotografía soberbia de Stuart Dryburgh con planos que cortan el aliento, los actores perfectos. Un film para sibaritas de distinguido paladar.

Aunque no te interesen las películas de época, o te niegues a ver películas "románticas", El piano es una película altamente recomendable. Y si aún así no quieres, por lo menos escucha la banada sonora. En mi humilde opinión, la mejor banda sonora (de piano) de la historia, comparada con otras (como la de Amelie, muy reconocida actualmente) gana de paliza. Con una banda sonora con únicamente un piano, acompañado en algunas canciones de un violín, hace que se te erice la piel, te llena. Además de esa excelente banda sonora, una gran ambientación y fotografía hacen de esta película una maravilla para los sentidos.

Esta magistral película esta pletórica de deseo, pasión y exuberancia. Enmarcada en un ambiente salvaje, es la historia de una mujer muda y madre de una niña, que toca el piano y que es obligada a casarse sin amor y trasladarse con todo y piano, a la entonces despoblada Nueva Zelanda. La necesidad de recuperar su piano, que es abandonado en la playa desde su llegada, la envuelve en una apasionante historia de amor que aunque, condenado desde el inicio, lleva a los amantes a una desenfrenada pasión donde el piano pasa a segundo termino. La música para piano del maestro Ingles Michael Nyman lleva esta obra a la estratosfera del cine.

No es una película, son sentimientos en estado puro.

A parte de contar con la mejor banda sonora que jamás se haya hecho para una película, y por eso mi antiOscars, ya que ni tan siquiera estuvo nominada!! Están sordos, realmente.

Sorpresa con el Oscar para la niña!! Realmente la niña está estupenda, y Holly Hunter está en su salsa, es un papel que se ha creado para ella, y nadie más podría haberlo tan bien. Tan expresiva como inexpresiva, hace que cuenta mucho.

Yo como hombre, veo esta película muy femenina, en el sentido de que los sentimientos aquí expresados solo un mente de mujer podría descubrir mucho más, los motivos o el porque. Aunque quizás esta sea una película para no querer saber motivos ni porqués, sino para dejarse llevar y sentir, sólo eso, sentir.

Impresionante película que me impactó su BSO y también su historia.

Vi esta película hace muchos años, creo que más de veinte al menos y tenía ganas de volver a visionarla desde la perspectiva de un hombre cercano a los cincuenta.

Lo primero que quiero recalcar es que se nota a la legua el toque femenino en la dirección de la mano de Jane Campion. Es una historia plagada de sentimientos, cada escena, cada tecla del piano, cada mirada entre los protagonistas, encierran muchas palabras y sentimientos.

No me extraña para nada la cantidad de premios obtenidos por Holly Hunter, su actuación no tiene desperdicio, su naturalidad, su naturaleza salvaje, su temperamento, su sensualidad. Ojo a esto, es una película con altas dosis de sensualidad y sexualidad, apenas enseñando cacho.

El argumento trata sobre una viuda que es muda desde la niñez, su hija y un viaje a Nueva Zelanda que la saca de su Escocia natal para casarse con un ambicioso granjero de la zona. Lo curioso es que la viuda toca el piano desde los cinco años y se lo lleva a la selva, pero su nuevo marido lo deja abandonado en la playa y se lo vendrá un vecino, quien llega a un acuerdo con la viuda, él la dejará tocar el instrumento, si ella a cambio le permite tocarla a ella.

El traslado del piano, los dedos paseando por las teclas, los primeros sonidos, una historia enternecedora que habla de cosas sin apenas usar palabras, donde se demuestra que al corazón no se le puede obligar, que actúa por sí solo donde la lógica no tiene cabida. Mención aparte a una morosa que ya daba señas de convertirse en alguien importante, Anna Paquin. Harvey Keitel hace un personaje tan natural que en ningún momento da la sensación de que esté actuando, él amor es el mayor poder que existe en el mundo y hará todo lo posible por conquistar el corazón de la viuda, sin tener en cuenta las consecuencias. Por otro lado Sam Neill en los primeros dos tercios de la cinta, no cuadra su personaje con sus hechos y carece de interés, todo cambia cuando deja de aceptar la situación y actúa para poseer lo que cree que es suyo.

Gran historia y muy recomendable.