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Luz de invierno

Drama Thomas, un pastor protestante que celebra los oficios religiosos con la iglesia casi vacía, es un hombre solitario que sufre una profunda crisis espiritual y cuya vida carece de sentido. Incluso el amor que le profesa la maestra Marta se ha vuelto para él una carga insoportable. Su situación se agrava al verse incapaz de ofrecer ayuda alguna a una pareja de campesinos que acuden a él para pedirle consejo. (FILMAFFINITY)
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Críticas 53
Críticas ordenadas por utilidad
19 de diciembre de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película del director Ingmar Bergman dentro del ciclo de películas Patio Herreriano que se vuelve a proyectar gratis el miércoles 20 de Diciembre a las 19.00 horas. Dónde muestra una fotografía de espacios tétricos de ahogo. Entre dos personas, un párroco protestante, que odia a la que le cuida, y está enamorado de él, pérdidamente. Ocupada de su salud, siempre callada...
La odia, porque están alimentando su conciencia los principios del estado Alemán y la raza aria: Principios Hegelianos. "Dios, el yo el Universal, reflejado como un gran imperio y una raza única".
Y el desprecio, hacia los "que se lo han hecho", los otros, los emigrantes, los pobres, que se conforman siempre con migajas, etc.
Posiblemente esta mujer que le sirve, faltándola al respeto: " odio, esa miopía que tienes, ese mirar, ese ansía de quererme, de abrigarme cuándo estoy enfermo, que me hace enfermar, esa congoja, de gente débil y pobre....".

Para todos los públicos.
beadac231
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10 de julio de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mejor manera para evidenciar el silencio de Dios es mostrar como un creyente comienza a dudar de su propia fe en Dios.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
htouzon
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22 de junio de 2021
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No había visto antes nada de Bergman. Ni había leído sobre su técnica. Escogí la presente tras ver el "Diario de un cura rural" y leer las críticas al mismo.
"Los comulgantes" forma parte de ese cine que está a otro nivel. No se puede contemplar como si nos dispusiésemos a visionar "los albóndigas" o "pánico en el túnel". Exige una predisposición especial, un deseo de tener una experiencia distinta al del vano entretenimiento.
"Los colulgantes" es una película desoladora. No deja espacio a la esperanza. La esperanza de los comulgantes es de plástico, no alimenta a nadie. no salva a nadie.
La visión pesimista que se transmite es la visión pesimista de Bergman. No le critico por ello. De hecho, si uno reflexiona sobre la película, se da cuenta de que el vacío en que vive los individuos se lo han creado ellos, usan la religión como una tabla de salvación que no flota, porque esa tabla no contiene vida.
Se puede concluir al respecto de lo anterior que la Iglesia ha creado un orden religioso que realmente no es espiritual. Diría incluso que en la película el concepto de Dios es el concepto "barato" de siempre, un señor que "nos salva o no".
Coincido con los usuarios de FA que resaltan todos esos aspectos técnicos llevado por Bergman con maestría: un blanco y negro portentoso, unos encuadres fantásticos, actuaciones sobresalientes.
El principio del filme ya te sumerge en otro mundo. El final es perfecto.
La tenebrosidad que transmite Bergman con el tema tratado me resulta algo tendenciosa. A fin de cuentas Bergman a volcado todo su hastío vital en la película. El cura no es capaz de ayudar al deprimido Jonás. Pero lo cierto es que en muchas ocasiones la religión ha salvado la vida de muchos deprimidos.
Los dos personajes principales, el cura y "la amiga", reflejan la sinrazón, la absurdidad de la existencia humana, pero esta hay que entenderla desde las circunstancias que mantienen a voluntad.

"Los comulganes" es cine vivo, que palpita, aunque hable sobre seres inertes. He leído que Bergman ya entonces se apuntó al ateismo. Sin embargo, en mi opinión, ha realizado un filme espiritual, religioso en el buen sentido de la palabra.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Tombol
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20 de junio de 2022
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Tengo la necesidad, en virtud de lo justo, de declarar que soy un amante del cine de Bergman. Cómo no quedar pasmado de admiración ante El séptimo sello (1956), película que siete años antes de Los Comulgantes filmara el cineasta sueco, cómo no sorprenderse ante la virtud fílmica de Fresas Salvajes, de 1957; cómo no estremecerse ante la fuerza dramática y dinámica de Como en un espejo (1961); y cómo no agradecer la belleza de Fanny y Alexander, la última película connotada de Bergman, en la que nos muestra el mundo de la infancia como pocas veces lo había hecho.
Dicho esto, aclamando y loando al autor sueco y posicionándolo dentro de mis cineastas favoritos, estimo que Los Comulgantes no tiene el peso fílmico que uno esperaba encontrar en un director que había dirigido, y dirigirá, las notables películas arriba citadas.
Me explico. El personaje protagónico, entendiendo que se quiso hacer de él un tipo depresivo y cioranescamente melancólico y existencialista, es parco, unidimensional y sin peso dramático, rallando en la inverosimilitud. ¿Es esto completa responsabilidad de Gunnar Bjornstrand, que tantas satisfacciones nos ha dado a los espectadores de las películas de Bergman en las que ha actuado? No, es también responsabilidad de la dirección y de la creación de su personaje. El nivel de oscura angustia, de flagrante impiedad para con Marta y de completa falta de amor y vocación para con su labor eclesial, no logra desembarazarse de la caricatura, es un personaje sin matices, llevado a la sobreinterpretación dramática de la angustia. Sólo por exponer un par de contrastes: veamos al personaje secundario, Algot, qué bien logrado y que con pocas intervenciones revitaliza, sin ser carismático ni imprudente, un panorama escénico y dramático somnoliento y sombrío; echemos un vistazo a Fredrik, el organista, que al hablar con Marta, desenfadado, cercano, familiar, pero algo confianzudo e imprudente, dota a la película de un peso dramático que se agradece.
Marta, interpretada por Ingrid Thulin, si bien acompañando a Tomas en su angustia, en su melancolía, en su desesperación, le deja al espectador la sensación de un personaje que alimenta y se retroalimenta en su angustia con Tomas, es bastante más dinámica y verosímil: llora, se desespera, emite pequeñas pero perceptibles risas irónicas y se expresa con vigor con sus miradas.
El escueto desarrollo de la película, así como su brevedad, no permitieron darle mayor consistencia a los personajes interpretados por Max Von Sydow y Gunnel Lindblom, que resultaron algo flojos para expresar la desesperación de la angustia o la triste apatía, el primero, y la aflicción por la muerte de su esposo, la segunda.
Ahora, en relación al argumento, no sé hasta que punto era relevante, o prudente, incluso, hacer un pastor del personaje principal. No tengo la seguridad si sea del todo inverosímil el retrato del pastor de esta manera. Tomas señala que su inserción a la vida eclesial fue idea de sus padres, pero el pathos y la fe que genera la creencia, la fuerza y la convicción de la práctica religiosa cuando se transmite a una comunidad de la que se forma parte, pareciera ser transversal en los religiosos católicos, más aún cuando hacen misas. Lo sé, antes Tomas, como dijera Fredrik, llenaba la iglesia, antes de que falleciera su esposa. Uno, como espectador, hubiera agradecido que hubiera un pequeño flashback que nos mostrara ese Tomas contento, inmerso en su vida religiosa y conyugal, alegre junto a su mujer, y así poder apreciar los matices de un personaje caricaturescamente apagadísimo.
Cabe destacar, positivamente, los personajes Algot y Fredrik, que con sus pocas intervenciones fueron capaces de darle una pequeña sustancia de dinamismo a la película: expresivos, sin ser alegres; curiosos, sin ser eufóricos. cabe también, destacar, un par de diálogos, el de Marta y Tomas en la casa de ella, con una potente interpretación por parte de Thulin, y el de Algot y Tomas en la salita de la iglesia, en la que las inquietudes religiosas del primero dejan en verguenza las inquietudes religiosas del segundo.
Pedroanclamar
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28 de abril de 2023
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Maravillosa cinta, indiscutiblemente suya... No hay más que ver dos fotograbas para saber de quién es. Sus dos problemas que le torturaron toda la vida: el sentimiento religioso y las relaciones de pareja juntos en un mismo escenario.
Llama la atención, y mucho, la capacidad que tiene para realizar escenografías maravillosas con poquísimo recorrido. No tiene más que una sala blanca, que es una iglesia, una escuela y un par de tomas en el exterior, netamente sueco.
Qué casualidad, la iglesia y la escuela como lugar de encuentro y desarrollo de las personas, mitad organizadora de la personalidad, mitad represoras de uno mismo.
Los actores, magníficos, sobre todo el sacerdote, interpretado por Gunnar Björnstrand, que sólo escribirlo se me hace difícil...
ÁAD
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