Drácula: la historia jamás contada

Una historia más sobre el archiconocido príncipe de las tinieblas, que sí bien es entretenida y tiene efectos especiales y estética cuidados, nos deja indiferentes por un argumento y ritmo algo flojos.

Al grano: en la era de los spin offs y las franquicias interconectadas, se intenta lo mismo con el mismísimo Conde Drácula, tirando de pobres excusas argumentales, abusivos VFX (hay tanto croma y CGI mejorable que uno no sabe si está en Transilvania o Mordor). Por otra parte, la historia se ve venir por previsible (los elementos clave están telegrafiados con insultante obviedad) y abundan los lugares comunes. Eso sí: film apenas supera la hora y media de duración, lo cual honra a sus responsables.

l personaje creado por Bram Stoker es uno de los más adaptados al cine. Pese a que en los últimos años parece que los zombies habían hecho que nos olvidáramos de su figura, de alguna forma siempre se las arregla para volver de entre los muertos.

Dirigida por Gary Shore, el film trata de contarnos los orígenes del personaje. Es decir, como Vlad Tepes (conocido como "El empalador") se convirtió en Drácula. Aquí, Shore, nos presenta a Vlad (Luke Evans) como un gobernante de Transilvania que trata de mantener su autonomía, pese a la presión de los turcos. Cuando éstos últimos le exigen un tributo de 1.000 niños (su hijo entre ellos) para convertirlos en jenízaros, el gobernante, desesperado e impotente, tendrá que recurrir a fuerzas oscuras para tratar de evitar la destrucción de su reino y sus seres queridos. Sin embargo, cuando se pacta con el lado oscuro, siempre hay un precio a pagar.

Tras el visionado del film, es inevitable no pensar en la obra de Coppola sobre el personaje de Bram Stoker. A grandes trazos se podría decir que este film de Shore viene a ser lo que Coppola contaba en su prólogo. Esto implica no sólo trasladarnos al siglo XV, sino que además, la historia está prácticamente despojada de elementos de terror. Sólo la (breve) presencia de Charles Dance proporciona cierta incomodidad, pero el resto no pasa de ser un film que mezcla aventuras con algunos elementos fantásticos, y presenta cierto aire a "comic" de superhéroes ambientado en la Edad Media, en la que el protagonista se ve obligado pactar con fuerzas oscuras para salvar su reino y a su familia. De esta forma, Luke Evans compone a un personaje que tiene más de héroe que de monstruo (pese a que su apodo dice todo lo contrario). Un héroe trágico que tiene que sacrificarse por los suyos y por su país de la amenaza turca.

En contra de lo que se puede esperar a priori, el film que nos ofrece Shore, hay que reconocer que al menos es entretenido. El realizador y guionistas condensan todos los hechos en apenas 90 minutos, conscientes que para lo que querían contar era más que suficiente. De lo contrario hubieran tenido que alargar más la trama, añandiendo todavía más batallas y por tanto más acción o utilizar recursos más truculentos que hubieran perjudicado seriamente el resultado final. En su lugar, con un metraje más ajustado, hay todo lo que tiene que haber en film de entretenimiento: una trama correcta en la que quizás se ha dulcificado excesivamente la figura de un personaje que ha pasado a la historia con un apodo nada edificante, lo que termina justificando ciertas acciones para evitar , un protagonista resultón, con un Luke Evans al que parece que se le dan bien los personajes con espadas, unos secundarios que cumplen lo que se espera de ellos: Sarah Gadon la guapa mujer de Vlad, Dominic Cooper el cruel sultán, etc.

Con todo esto, el film se convierte en un film de aventuras correcto que cumple su función de entretener, mucho más efectivo que efectista y que evita la tentación de tomarse excesivamente en serio a si mismo. Con todo, su epílogo nos puede hacer pensar que puede haber una segunda parte. Aunque parece que eso está en manos del espectador.

Una buena idea que podía haberse convertido en un ambicioso proyecto cinematográfico va perdiendo identidad a medida que su desarrollo delata sus deficiencias.
La historia resulta interesante y el planteamiento original pero el exceso de efectos especiales cargados de encantamiento explícito representa una carga que sólo puede gustar al público infantil o juvenil además de restar dinamismo a la acción.

No se puede negar que su carácter épico, fantástico y mágico le imprime valor y le dota de personalidad propia.
Y que una fotografía de innegable belleza y sugerente expresividad invitan a no denostar la producción sin otras consideraciones.
Pero es imposible no lamentar la ocasión perdida.

Les seré sincero, me enfrentaba a "Drácula (La leyenda jamas contada)" con bastantes temores de encontrar un bodrio similar al de "La leyenda del samurái (47 Ronin)" (Carl Rinsch, 2013). ¡No!, no pongáis cara de extrañeza, en apariencia ambas películas tiene bastantes similitudes: la distribuidora, temática fantástica, derroche visual, tráilers que no dejan nada a la imaginación... ¿Lo entienden ahora? Pero una vez vista he de admitir que el film de Gary Shore es bastante más que potable, dejando al de Keanu Reeves a la altura del betún, por supuesto.
Para empezar, "Drácula (La leyenda jamas contada)" nos enfoca al personaje desde un punto de vista diferente al que conocemos, y eso le da bastante vida al producto. Vlad III, el empalador, reina sobre Transilvania, aunque siempre bajo el yugo de los turcos; pero una inminente guerra contra estos últimos le hará tomar la decisión que le convertirá en el mítico chupasangres. En base a esa premisa Gary Shore nos entrega un film que va directo y al grano, aprovechando al máximo sus menos de noventa minutos de metraje. Otro elemento que le da relativo lustre a "Drácula (La leyenda jamas contada)" es el hecho de que los guionistas adaptan el personaje a los gustos del siglo XXI dotando al personaje casi de superpoderes, cual héroe de cómic, lo que deriva en que visualmente la cinta goce de un par de jugosas ideas que le dan un atractivo especial al producto.
Actoralmente el reparto funciona sin la necesidad de recurrir a grandes estrellas. Luke Evans está bastante bien moviéndose en su línea de corrección habitual, quizás Dominic Cooper sea el más perjudicado al habitar el personaje más descuidado por los guionistas, es un cliché con patas. Pero para mi la gran piedra de toque de "Drácula (La leyenda jamas contada)" es la canadiense Sarah Gadon, estoy perdidamente enamorado de ella, la luz que irradia y el magnetismo que desprende es sobrenatural. ¡Gracias David Cronenberg por descubrírnosla! Ahora necesito imperiosamente que le den papeles protagonistas, yo lo agradeceré y el mundo también. Repudiaría una sociedad en la que Sarah Gadon se convierte en una nueva Abbie Cornish.
En resumen, "Drácula (La leyenda jamas contada)" es un entretenimiento más que decente, que no es poco.