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De libros, amores y otros males

Drama En un pequeño pueblo de la Inglaterra de 1959, una joven mujer decide, en contra de la educada pero implacable oposición vecinal, abrir la primera librería que haya habido nunca en esa zona. (FILMAFFINITY)
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Críticas 100
Críticas ordenadas por utilidad
15 de noviembre de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Bookshop se sitúa en 1958, en un pequeño pueblo inglés, donde nunca ha existido una librería y cuya protagonista, Florence Green, (Emily Mortimer) viuda de posguerra, decide abrirla en pleno centro. Sin embargo, habrá oposición vecinal, pues el local es histórico pese a que haya estado cerrado e inhabitado durante muchos años. Encabezando esa oposición se encuentra la aristócrata Violet Gamart (Patricia Clarkson), que no dudará en utilizar su poder para acabar con el pequeño negocio de una mujer en apariencia débil y educada hasta decir basta, pero en cuyo diccionario no aparece la palabra rendición. Tendrá como apoyo inesperado a un hombre del que se dicen muchas cosas en el pueblo, antisocial pero amante de las buenas novelas (Bill Nighy).

LA LIBRERÍA se basa en la novela de Penélope Fitzgerald, e Isabel Coixet la ha llevado a la gran pantalla con un buen gusto y una belleza visual exquisita. La fuerza de la mujer se presenta en dos personajes, de una forma tan distinta pero a la vez tan educada, tan enmascarada y ruin (por parte de la aristócrata), que conseguirá acaparar el odio del espectador en pocos minutos de metraje, algo que demuestra que no tiene porqué ser necesario perder la compostura para mostrar la vileza del ser humano. Patricia Clarkson muestra un personaje que utiliza su posición social para aplastar a la débil librera. Y los dardos  envenenados que se lanzan en sus grandes y fastuosas fiestas se clavan como dagas, amparadas en un saber estar británico en las que en ningún momento romperá el temperamento.

El espectador asiste a una película hipnótica desde el primer momento, y su nivel de indignidad se acrecenta a cada minuto que pasa. La librera interpretada por Emily Mortimer, raya una elegancia y amabilidad casi exasperante; una educación exquisita y un tesón y coraje incomparables. Lo tiene todo en contra, y aún así lucha a pesar de llevar las de perder, a pesar de que el poder pretende aplastarla. Bill Nighy, en otro personaje para el recuerdo, interpreta a otro viudo amante de los libros, quizás su único apoyo junto a su pequeña ayudante de la librería.

El poder de la aristocracia,  de la mujer, de lo sibilino, de cómo se vive y se sabe todo en un pueblo; todo ello Isabel Coixet lo muestra sin tapujos, de una manera tan elegante que apenas percibimos lo indignados que nos sentimos. El estilo de la directora española es distinto, quizá por el reparto internacional y por ese toque tan especial que le imprime a la película. Para decirlo de una manera más simple: es un filme que no parece rodado por un español. No sé si es algo positivo o negativo, el caso es que Isabel Coixet logra que LA LIBRERÍA sea una experiencia muy positiva para el espectador acostumbrado a los buenos dramas, a un ritmo lento y sosegado y al buen gusto visual. Si sois de esos, no sé a qué estáis esperando.
XuCoOo
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21 de abril de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La nueva película de la directora catalana Isabel Coixet (Mi vida Sin Mí, 2003; La Vida Secreta de las Palabra, 2005) es una hermosa parábola sobre la libertad del individuo. La acción transcurre a fines de los años ´50, en un pueblito de Inglaterra llamado Hardborough, donde una mujer de mediana edad, Florence Green ha decidido montar una librería, años después de haber quedado viuda durante la segunda guerra mundial.
Florence concentra su esfuerzo en poner en marcha su negocio de venta de libros pero su escollo principal será su lucha contra los estamentos de poder del pequeño pueblo: El banquero que no quiere correr ningún tipo de riesgo, la aristócrata que pretende hacer de la casa de Florence un museo, los problemas que acarrea la contratación de trabajo infantil, la necesidad de contar con el apoyo de los proveedores. En la medida que el film avanza se van desnudando los resortes de poder de un pequeño pueblo, en el que todos los estamentos están debidamente representados, a la vez que van apareciendo las limitaciones que tiene una simple mujer trabajadora para llevar a cabo su pequeña empresa.
De esta manera, contada con mucho tacto, fineza y sentido del ritmo cinematográfico, Coixet elabora una profunda reflexión sobre la dificultad del individuo para lograr sus objetivos, llegar a ser alguien, y construir una vida en función de su trabajo. La directora elabora el relato mostrando el esfuerzo de una mujer que busca superar la soledad de su viudez, valerse por sí misma, al mismo tiempo que intenta alcanzar un sueño. Pero no es solo una aventura individual. Es también la del choque del pueblo frente al poder, aquel que cuando funciona mal o está en las manos incorrectas, abusa atropellando las libertades individuales. Es el dilema de la libertad del individuo frente al poder del Estado.
Basado en el libro del mismo nombre escrito por Penélope Fitzgerald en 1978, y con guión de la propia directora, la película no solo logra una excelente pintura costumbrista construida a partir del ritmo de una comedia típicamente inglesa sino también describir las dificultades diarias de una mujer sola que simplemente desea armar el negocio que siempre ha soñado para poder ganarse la vida y vivir de lo que le gusta hacer. En ese aspecto, el film se alza como una canto a la vida y a la voluntad de una mujer culta, que ama los libros, que conoce de autores, que busca identificar el gusto de sus clientes tratando de satisfacerlos literariamente. Una mujer respetada en el pueblo cuya moralidad esta fuera de toda sospecha que choca contra los poderosos del pueblo al traer a su negocio aquellos nuevos libros (Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, Lolita de Nabokov, etc) que obligan a abrir la mente del lector, provocando un despertar cultural que altera el statu quo del poder hegemónico de la clase gobernante.
Con una notable actuación de Emily Mortimer en el papel de Florence, una actriz de larga trayectoria en la televisión inglesa cuyo antecedente más importante en el cine es haber trabajado en Match Point de Woody Allen. Su papel en La Librería es hegemónico, su presencia en la trama es permanente y todo el argumento gira en su torno. Está muy bien acompañada por el siempre eficiente Bill Nighy, el recordado rockero de Realmente Amor (2003), y por Patricia Clarkson (Lejos del Cielo, 2003) en el papel de su contrincante, la aristócrata Violet Gamart.
Isabel Coixet logra con La Librería una de sus mejores películas. Un film lleno de buen tacto y fineza narrativa que describe con suma delicadeza y pasión un momento en la vida de una solitaria mujer que simplemente quiere concretar un sueño: una librería en un pueblo que se convertirá en el eje de una disputa que parece molestar a los más poderosos, desnudando la mediocridad y los intereses espurios en que se mueve una sociedad en la que las diferencias de clase aún no han desaparecido.
Charly Barny
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11 de junio de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una cinta que parece sacada de otro tiempo. En estos tiempos que ocurren, adaptar la obra de Penelope Fitzgerald se antojaría un ideal quijotesco en tiempos de panzers. No obstante, Isabel Coixet demuestra la misma fe que su protagonista en el poder de la literatura. Es imposible apreciar esta excelente película si alguna vez no se ha olido un libro recién comprado.

Con una Emily Mortimer en estado de gracia, se nos lleva a finales de la década de los 50 del pasado siglo a un tranquilo pueblo costero inglés. La recién llegada, una joven viuda que quiere establecer allí una librería, choca con los deseos de una poderosa dama local (encarnada por Patricia Clarkson, siempre un seguro de vida en un casting).

Coixet hace que toda la atmósfera se vea envuelta en una gran calma sosegada, plagando de sutileza cada acción. Es un metraje reflexivo y que no debe verse con prisa o buscando una simple desconexión. De particular interés es la relación tan peculiar que Florence (Mortimer) establece con un lector empedernido y aislado del mundo, caracterizado por Bill Nighy.

Estamos ante una carta de amor a las letras. Podríamos discutir si es verdad o no la temeraria afirmación "quien está rodeado de libros nunca estará solo". Lo que no podemos discutir es que esta defensa es encomiable y digna, incluso en la derrota inevitable.

"La librería" piensa que solamente encontrado una alumna justa en Sodoma, capaz de que le pique el gusanillo de la lectura, ya habrá merecido la pena todo el calvario. Una dirección con guante de seda. Sinceramente, creo que la mejor película que ha hecho Isabel Coixet.
El Libanés
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1 de agosto de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
De tono amable y rodada con estilo, una película premiada dignamente. Un film encantador de ver, con unos mensajes tan meritorios como la lucha por tus ilusiones, el valor de la cultura para evitar la incomunicación, la energía poderosa del valor personal, etc.
Por otro lado, con tanto impulso por los Goya, no esperes una obra maestra. Ni mucho menos, solo una fábula hermosa y fría, de rápido olvido y verdadera enseñanza.
nico
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30 de agosto de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hardborough, pueblo ficticio costero de Inglaterra, 1959. Florence Green (Emily Mortimer), viuda (su marido murió en 1943 durante la Segunda Mundial), tras seis años de lucha contra la burocracia, consigue abrir una pequeña librería en el centro del pueblo, la única existente en esa localidad. Una vez abierto el negocio no acabarán ahí sus problemas. Violet Gamart (Patricia Clarkson), la persona más influyente de Hardborough, quien con su poder tiene amedrentada a toda la comunidad, había pensado en Old House, el local ocupado por la librería, para abrir en él un centro de arte, y aunque los hechos son evidentes, la librería de la Sra. Green, no se dará por vencida y maquinará para salirse con la suya. De esa manera Florence Green sólo terminará contando con el apoyo de Edmund Brundish (Bill Nighy), un anciano que vive aislado en su vieja mansión, de la que no sale nunca; sus vecinos, la forma de ser de estos, le han convertido en un misántropo; sin embargo, con la Sra. Green se terminará entendiendo, aunque sea a través de notas manuscritas, y se convertirá en su más fiel cliente. La niña Christine Gripping (Honor Kneafsey) será la única ayuda con la que cuente la librera en su tienda; al tiempo, el personaje de Christine será quien narre esta historia; esa voz en off remite al espectador a la narración, la cual denota el origen novelesco de la cinta.

Coproducción hispano-británica dirigida por Isabel Coixet, autora también del guion basado en la novela homónima de Penélope Fitzgerald.

Coixet, a partir de una gran elaboración del guion dirige esta obra de apariencia sencilla, minimalista, pero con un sustrato rico en pasiones, algunas muy bajas. Y lo hace con gran pulso, sin levantar la voz, al unísono con la manera de manifestarse sus personajes, puramente flemáticos, aun en su odio. Por otra parte, la dirección posee mucho gusto, belleza plástica, y cuida hasta el más mínimo detalle.

Estamos ante una historia que nos muestra la lucha ante las adversidades de una mujer por cumplir su particular sueño, poseer una librería; ella, gran lectora, que conoció a su difunto marido gracias a esa afición y con quien fue muy feliz en largas jornadas de lectura. El argumento nos expone igualmente la maldad existente en una sociedad muy conservadora y cerrada, y nos hará evidente que el bien no siempre vence al mal, aun enfrentando a este todo el acopio de coraje, resistencia y dignidad que uno disponga, sino que se impondrá el poder del más fuerte, al margen de moralidades, aunque en este caso alguien hará que la felicidad vencedora no llegue a ser completa.

Película de gran acabado; excelentes la ambientación, la fotografía de Jean-Claude Larrieu, la adecuada música de Alfonso de Villalonga, así como las interpretaciones.

A mi juicio la mejor película de Isabel Coixet desde 'Cosas que nunca te dije'.
Juan Ignacio
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