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Black Mirror: Cállate y baila (TV)

Thriller Kenny (Alex Lawther), es un tímido joven de 19 años que se ve obligado a colaborar contra su voluntad con un personaje muy sospechoso, Hector (Jerome Flynn) tras caer en una trampa. La vida de los dos quedará en manos de personas completamente desconocidas. (FILMAFFINITY)
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Críticas 40
Críticas ordenadas por utilidad
23 de octubre de 2016
185 de 218 usuarios han encontrado esta crítica útil
Black Mirror nos tiene acostumbrados a tratar la tecnología y como ésta puede ser voraz en mano de determinadas personas malvadas, corrompiéndose la sociedad en un halo de inmoralidad que se enquista en las raíces de la humanidad.

No obstante, Cállate y baila te da un golpe bien profundo y te hace reflexionar, no sobre los peligros de la tecnología.. sino sobre el concepto de venganza o justicia natural.

Una interpretación interesante de Alex Lawther y un guión sólido, con un final que te retuerce y aturde. Soy un fan de la serie.. pero gracias a éste capítulo y la crítica de Daniel Carpintero, cuya reflexión no deriva del mensaje principal pretendido del capítulo, me he decidido a escribir este comentario.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
lorts
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4 de noviembre de 2016
132 de 151 usuarios han encontrado esta crítica útil
202/19(28/10/16) Magnífico y turbador tercer episodio de la antológica serie creada por el británico Charlie Brooker, su serie estrella vuelven, han cambiado de cadena, de la británica Channel 4 a la estadounidense Netflix, pero su mordacidad, ironía, acidez y visión inquieta sobre el impacto de las nuevas tecnologías en nuestra sociedad sigue intacto. Para el que no la conozca, es una serie de antología, capítulos independientes autoconclusivos, con diferentes tramas, diferentes géneros, diferentes actores y personajes, diferente ambientación, e incluso abordando diferente franjas temporales, pero todas con el nexo de unión de cómo la nueva era tecnológica puede ser pervertida haciéndonos menos humanos, corrompiendo la sociedad. Este capítulo está dirigido con pulso trepidante por James Watkins (“Eden Lake”), con guión del propio creador Brooker y William Bridges (“Shallow”), nos adentra en las perversiones que ese esconden en la red y en cómo tras estas se pueden esconder “justicieros-chantajeadores”, de cómo hoy en día la privacidad e intimidad resulta ambigua, un pestillo en la puerta no es suficiente cuando el Caballo de Troya lo tenemos todos instalado en nuestra casa.

Con un ritmo frenético discurre este subyugante episodio , con una ágil delineación de personajes, con aristas y matices, emitiendo humanidad, con diálogos ásperos, con creación de situaciones originales, aderezado por un protagonista Alex Lawther (Alan Tuning de joven en “The Imitation Game”) impresionante, una actuación colosal en la que se mimetiza con el personaje, sublime como transmite su odisea existencial al abismo, con un lenguaje gestual estremecedor. Jerome Flynn (el inolvidable Bronn de “Juego de Tronos”) realiza un notable trabajo, con una extraña mezcla de víctima y manipulador acuciado por la presión de sus “pecados”.

“Cállate y baila” explora con acritud desesperanzadora de la oscuridad de la Condición Humana, la fina línea que separa lo convencional y aceptado socialmente de lo patológico, un mediometraje que te hace reflexionar sobre lo hasta donde estamos dispuestos a llegar por ocultar nuestro lado primario, ello desarrollado en un increscendo dramático sofocante, gracias a un guión hábil, ingenioso, de los que te hace pensar, de los que te provoca dilemas morales sobre lo que tu harías en el caso de los protagonistas, ello para desembocar en un final que sacude, retorciéndose hasta hacerte sentir mal, dando una visión distinta de lo visto, y tomando otra perspectiva lo acontecido, tomando otro cariz el agudo argumento. Resulta el metraje un análisis mordaz sobre la quimera de hoy en día creernos guardianes absolutos de nuestra intimidad, en un mundo global, donde las redes de internet pueden funcionar en dos vías esto es un cuasi-imposible, y en este sentido se pueden mover todo tipo de entes de mentalidad siniestra, vengadores, pervertidos, enfermos sociales, etc.

Para este incisivo y agrio capítulo crean un protagonista complejo, un chico aparentemente asocial, víctima de bullying, reservado, lacónico, para conforme avanza la trama sentirnos empatizados por su calvario, con el que nos llegamos a identificar, desgarradora su travesía, angustiosa, asfixiante, no llegando en un momento dado si la caída en picado es producto de la atomización en su mente de algo pequeño, pero al final hay un giro extraordinario que da sentido a todo lo visto hasta entonces, provocándonos incomodidad, mal cuerpo, zozobra.

Lo bueno que tienen casi todos las entregas de la serie es que es fácil conectar con su núcleo argumental, y este lo es por lo cercano y realista de su premisa, provocando con ello una feroz crítica a los peligros que posee entrar en la Red, ello enredado con los bajos instintos humanos deriva en un cóctel siempre explosivo que pone contra el paredón las ingenuidades, miserias y mezquindades humanas. Este es un relato que conforme pasan los minutos se vuelve más duro y adusto, conformando una tensión e intensidad que te atrapa y subyuga, hasta desembocar en un clímax que te descoloca por la fuerza de la percepción que habíamos tenido hasta entonces, y zarandearnos, otorgando un enfoque radicalmente diferente a lo que creíamos, sublime el modo que Brooker tiene de hacer que nos cale emocionalmente sus historias.
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TOM REGAN
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27 de octubre de 2016
38 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya se que a los actores se les presupone que hagan bien su trabajo. Como a cualquier trabajador de cualquier sector. Pero en todos los ámbitos hay jetas, cumplidores, brillantes y, a veces, genios.
Para los amantes del cine (permítanme la osada licencia de hablar en nombre de muchos), a veces, una interpretación grandiosa nos nubla lo demás, bien sea un guión, un argumento, un mensaje, una producción, un montaje o lo que quiera que nos conmueva...
En este caso, estamos ante una de esas interpretaciones inmensas, a mi entender, dentro de un argumento recurrente, atractivo y morboso. ¿Qué más puedo pedir?
Sinceramente, la historia es muy buena, pero poder degustar el compendio de sensaciones, abismos, ansias y tormentos que nos transmite el monumental Alex Lawther, ha sido un deleite. Siempre le agradeceré la capacidad de torturarme y de hacerme empatizar con el afligido Kenny.
En medio de un reparto más que correcto (muy bueno el “juegotroniano” Jerome Flynn), nos encontramos acompañando de la mano a un consternado, imberbe e "inocente" jovenzuelo al borde del precipicio. Y en el delgado saliente que bordea el barranco que nos separa del abismo, nos sentimos funambulistas haciendo equilibrio durante una hora, sudando, sufriendo y rezando.
Angustia, desazón, desasosiego, ansiedad, tormento, … o como lo quieran llamar. Para mi: Kenny.
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Señor Hallorann
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26 de octubre de 2016
36 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
De la misma manera que Charlie Brooker habla acerca de la impunidad por internet en otros capítulos de Black Mirror, aquí se permite dar la vuelta a esa idea.
Internet no es nuestro patio de juegos, es una cárcel. Una espaciosa en la que no adivinamos los barrotes, pero cárcel a fin de cuentas. Y todo aquel que solicita su ingreso lo hace a cambio de algo.

La identidad, por ejemplo.
Nos registramos, creamos cuentas y descargamos accesorios, pensando que la puerta no funciona en ambos sentidos. ¿Cómo vamos a pensar de otra manera si además nuestros patrones de búsqueda nos hacen la vida más fácil, mostrándonos lo que queremos ver?
Pero todavía se puede dar algo más: la intimidad. Eso que, una vez dado, no vuelve. Algo tan ínfimo y sencillo que resultaría fácil prestarle poca atención, cuando en realidad es lo único que nos podría destruir.

Kenny, en angustiosos pocos minutos, pasa a tener conciencia de esa cara oculta de si mismo, que solo abre de cara a internet.
Lo que sucede a partir de entonces es una persecución frenética por ocultar su difusión, aunque la tensión de tener un tiempo límite no debería desviarnos de lo esencial: quien tiene tu intimidad te tiene a ti, para hacer lo que le plazca contigo.

Y nosotros vertimos día a día toneladas de intimidad a las redes, incluso la compartimos, quitándole el valor que debería tener.
Este capítulo es un mazazo, pero también una toma de conciencia. Puede ser que, la próxima vez, no lo compartas todo sin saber a quién.
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Charles
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24 de octubre de 2016
27 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay manera de auto-redimirse de aquello que queda en el ámbito privado, solo puede ser posible si alguien con coacción te obliga.

Y aquí estamos ante otra pieza de Charlie Brooker, por supuesto es desgarrador, doloroso, penoso, asqueroso, extremo (se pueden poner un sinfín más de estas palabras), pero en cierta manera real.
Por eso me atraes Brooker por que hay que posicionarse moralmente ante lo que vemos, tú les has dado cera*.
Gracias, por explicar (llevado al limite y bastante abstracto) en esta obra maestra de serie lo que es 'en cierta manera' la naturaleza humana.

p.d : sobrevuela durante todo el capitulo una leve nostalgia de esa gran serie británica llamada Utopia, que sin duda la da un plus de empaque a esta entrega.
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carryash
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