El regreso de los siete magníficos

Nunca segundas partes fueron buenas. Tampoco en esta ocasión, pese a Yul Brynner y Robert Fuller. La historia contiene situaciones exageradas, excesivas y poco verosímiles; el guión peca de grandielocuencia y adolece de naturalidad; la dirección a cargo de Burt Young presenta deficiencias en la puesta en escena y en el movimiento de los actores; la música de Elmer Bernstein no consigue salvar de la mediocridad a una obra poco consistente, endeble y destinada sólo a entretener.

Seis años después del éxito conseguido por John Sturges en el clásico "Los siete magníficos", el mediocre realizador Burt Kennedy, (Los desbravadores, Ataque al carro blindado), volvió con la famosa historia de los siete pistoleros en este irregular western que no posee, ni por asomo, la genialidad del primero.
Del reparto original sólo está Yul Brynner, que, como siempre, cumple a la perfección con un papel bastante ajustado a su enorme talento. Su mano derecha, en sustitución del gran Steve McQueen es Robert Fuller, un actor no demasiado curtido en el medio, que se vió relegado a series televisivas y películas de escaso interés. El malogrado Warren Oates y el televisivo Claude Akins acompañan la expedición, y ya en nuestro país, nuestro internacional Fernando Rey, Julián Mateos y Elisa Montes entre otros, cierran este regular western, innecesaria continuación de todo un clásico.

El hacendado Lorca, con unos 50 hombres, se lleva a todos los varones de un pequeño pueblo mejicano, junto a la frontera con EEUU, para que trabajen como esclavos en la reconstrucción de otro pueblo vecino. La mujer de Chico, un joven lugareño, hace llegar la noticia a Chris Adams, pistolero amigo de su marido, y este, junto a su viejo conocido Vin, reclutará a cuatro hombres para liberar a los labriegos secuestrados.

Primera secuela de las que se rodaron de 'Los siete magníficos'. Esta vez el rodaje fue en España, con parte de la producción española. De los personajes de la primera solo quedaron Chris Adams, vuelto a interpretar por Yul Brynner, y Vin Tanner, a quien en esta ocasión no le dio vida Steve McQueen (parece ser que no le gustó el guion), Robert Fuller fue quien finalmente lo interpretó. Burt Kennedy la dirigió. Por lo tanto, poco tuvo que ver esta secuela con la película que la dio origen. La música, lo único a destacar de este filme, sí volvió a estar a cargo del Elmer Bernstein quien fue nominado al Oscar por ella.

Bien dirigida en las secuencias de acción, el guion, de Larry Cohen, resulta mediocre. A cada personaje principal se le quiere dotar de una explicación por la que trata de luchar por la liberación de esos aldeanos, pero lo hace con muy poco peso. La razón de Lorca para reconstruir ese pueblo resulta explicada de manera torpe. Las interpretaciones son muy planas.

Film en el cual el director Burt Kennedy hace lo que puede, que no es mucho. Tras as asaltar un pueblo los hombres son apresados y tratados como esclavos. Chris Adams (Yul Brynner) agrupa a seis pistoleros para defender la zona atacada, que se ha convertido en el lugar donde los bandidos operan.

Con un guion mediocre de Larry Cohen y una atractiva música de Elmer Bernstein (nomina al Oscar), y un welenco donde sobresale Yul Brynner junto a Robert Fuller, Julián Mateos o Warren Oates, entre otros.

Innecesaria continuación de un clásico donde La historia contiene situaciones excesivas y poco verosímiles; el guion es grandilocuente y adolece de naturalidad; la dirección presenta deficiencias en la puesta en escena y en el movimiento de los actores. Finalmente, la excelente música de Elmer Bernstein no consigue salvar de la mediocridad de una obra poco consistente, destinada apenas a entretener.

Una cinta que, no obstante, no engaña a nadie y el Que no intenta engañar a nadie y que sigue el mismo esquema que la primera. Con el problema de que los actores de esta secuela no resisten comparación alguna con los de la primera parte. Más de medio siglo después de su estreno, está desfasada y resulta totalmente prescindible.

Para juzgar o confeccionar una crítica justa de esta película, hay que valorarla bajo la óptica de las costumbres y del sistema cinematográfico de los años 60. El tiempo ha sido implacable con ella y vista 45 años más tarde está desfasada, vetusta y totalmente prescindible.
Un grupo de pistoleros se dirige a liberar una partida de peones mejicanos secuestrados por el villano de turno.
Este es el argumento a grandes rasgos de una aburrida película menor. El guión parece estar escrito sobre la marcha y por un aficionado sin ideas. Los actores representan su papel de una manera ridícula, ya que parece que nadie se toma en serio su propia actuación. La dirección del film, inexistente. Lo único que da una cierta credibilidad a todo este desaguisado, son las secuencias de acción y aun con reparos
Recomendación: Abstenerse, cine de aficionados malos.