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Verano en febrero

Romance. Drama Una verdadera historia de amor, libertad y escándalo protagonizada por los miembros de la colonia de artistas Eduardianos de Cornwall. (FILMAFFINITY)
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
21 de septiembre de 2014
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cómo puede ser que ante tanto arte en la presentación, delicadeza en las formas, una esmerada y sublime fotografía de tarjeta postal inolvidable, un exquisito cuadro exhibido con elegancia y clase, una tenue y cálida combinación de colores, un detallado y apreciado vestuario, un paisaje mar-montaña de ensueño, la bella costa con su eterno encanto y constante peligro..., todo un elenco de sabias propiedades y acierto pleno en el contexto, adorno y conjunto y, en cambio, un fallo tan garrafal, profundo y torpe en el guión y en la andadura de los personajes?
Porque ante una mesa espléndida, de mantel exclusivo, ambientación sutil, música suave, frágil porcelana china, aromáticas flores, velas de iluminación templada, delicados cubiertos antiguos, sillas de época clásica..., si ante tal seductora y atractiva exhibición ofreces unos platos de sabor insípido, soso y apagado, de poco contenido y rodaje caótico sin clara evidencia en su seguida, ¿de qué sirve todo lo anterior?, ¿para qué tanto empeño en la estética, vestuario, localización, contexto, fotografía, iluminación, maquillaje, fotogramas escénicos de ensueño por su perfección detallista si no elaboras un guión a la altura y unos protagonistas del mismo nivel?
Porque hablamos de una época y una villa refugio de artistas, pintores en su mayoría, que vivían intensamente con sus locuras, desmadres, libertinaje y amor, todo como excusa para la inspiración, libre creatividad y desenfreno de su ego más altivo, de un trío amoroso de pasión, celos, desengaño, traición y dolor prototipo tradicional para la desgracia, la tristeza, la amargura y el suicidio a flor de piel, sentimientos intensos y absorbentes y ¡que pases por el filme indiferente y ausente, desganado y sin motivadora implicación dada la poca consistencia de su narración y el desatino de su evolución, poca credibilidad de las actuaciones!
Resulta imperdonable y triste.
Porque no te crees al efusivo genio -ni su supuesto talento-, porque no sientes a la damisela desolada -sólo la incoherencia de su caminar-, porque únicamente vives al amigo dolido pues el devenir y desenlace de este terceto ni impacta ni estimula, pasas por encima de ella sin pena ni gloria, sin fu ni fa apreciando el complaciente desfile y todo su meritorio esfuerzo en la puesta en escena pero observando la ineptitud y yerro en la confección de la narración, de su evolución, del ausente vigor en la interpretación y nulidad plena en el posible atrape de las emociones y espíritu del espectador.
Una pena tanta dedicación en los preparativos y tan poca gracia, acierto y sabiduría en lo comprendido, en la narración de esta tragedia apenas sentida o percibida.
Un director víctima de su propia impericia y torpeza, estancada agudeza y falta de ideas inteligentes en la correlación de la historia.

http://lulupalomitasrojas.blogspot.com.es/
lourdes lulu lou
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18 de enero de 2023
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Hay películas en las que el sello de “basado en hechos reales” aporta un valor añadido al resultado y películas para las que es un lastre. Por ejemplo, estás viendo “El Rey”, un drama histórico sobre los primeros años de reinado de Enrique V de Inglaterra, y aunque la cosa se hace un pelín larga y pesada, cuenta cosas interesantes y la producción ofrece la suficiente credibilidad como para hacer sentir que el esfuerzo vale la pena como inversión cultural. En cambio, con “Verano en Febrero” pasa lo contrario: restringe su narración a un episodio puntual protagonizado por unos artistas británicos bohemios (razonablemente conocidos por aquellos parajes) del principios del siglo XX. Dicho episodio carece de valor divulgativo, se caracteriza por su sordidez, por sacar el lado más miserable de los personajes y se nota que ha sido elegido simplemente por su potencial melodramático.

En otras palabras, bajo una coartada cultural hemos sido atraídos a un drama de engaños, amores imposibles y venganzas mezquinas que llevan a pensar en que, aun dando por hecho que las cosas sucedieron realmente así, ¿qué necesidad había de contarlas? Un triángulo amoroso entre un pintor canalla y talentoso (Alfred Munnings), una ingenua aspirante a artista y un aventurero caballeroso del que se sabe de antemano que no puede acabar en nada bueno. Como buena película de época inglesa, tiene una factura impecable que sabe crear el ambiente y la atmósfera de la Inglaterra rural de comienzos del siglo pasado de una forma que nos parece estar en una taberna de bar pesquero que sirve de local social al llamado Grupo Lamorna, una generación de conocidos pintores ingleses con el tal Munnings a la cabeza.

El caso es que de toda la historia relacionada el Grupo y su producción artística, “Verano en Febrero” solo nos retrata a Munnings como seductor amargado y vacío por dentro que se dedica a actuar como el perro del hortelano que ni come ni deja comer, ni ama ni deja amar y hace la vida imposible a los que lo rodean. El guion se recrea en la bajeza moral de unos y la caballerosa capacidad para el sacrificio de otros, sin que se aprecie ninguna relación directa entre unos hechos y unas consecuencias que, independientemente de un rigor histórico que no se percibe, no despiertan interés más allá de sufrir por sufrir y el morbo de poner verde a un famoso (cosa que siempre parece gustar).

No se entiende la finalidad de la película. ¿Acaso esos artistas no hicieron cosas más dignas de mención que ser unas personas despreciables? ¿No había unos hechos históricos más merecedores de ser llevados al cine? Leyendo y analizando detenidamente lo de “basado en hechos reales”, te das cuenta de que no te han mentido… pero tampoco han dicho la verdad: han jugado con las palabras para atraerte a un producto pensando que, a lo mejor, de otra manera no te hubieses acercado. Como a nadie le gusta que le manipulen, deja un mal gusto que empobrece una película bien hecha pero con un argumento en el límite de lo interesante.
OsitoF
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23 de agosto de 2015
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicen que no se puede ser machista pero es que viendo historias como las de "Verano en Febrero", que está basada en la vida real de la pintora y artista Florence Carter-Wood (Emily Browning, que aunque tiene cierto atractivo, estaba más mona de adolescente), no puede uno más que reafirmarse. Qué mujeres más tontas. Si es que cada paso, cada decisión de Florence es errónea y perjudicial para sí misma. El más evidente es su pareja. Tenemos dos candidatos, más o menos de la misma edad, uno un fresco presuntuoso, el otro un señor, que encima es más guapo. ¿Pues cuál creéis que va a conquistar el corazón de Florence? Así es, exacto.

Lo peor de esto es que todos los espectadores, incluso los personajes, como el padre de Florence, ven con mala cara la relación. Si es que incluso se nota que es un maltratador ¿Por qué no se percata la interesada? Esta estupidez femenina, que es muy abundante en la vida real, lo siento, no puedo calificarla de otro modo, puede explicarse porque las mujeres se sienten atraídas por los rasgos fuertes, dominantes, incluso agresivos, pero en el proceso confunden la brabuconería con el valor, el egocentrismo con la personalidad y el chulo playa con el macho verdaderamente alfa. Hasta que no aprendan a distinguir uno de otro seguirán los problemas.
Reaccionario
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