Me llamo Violeta

Decididamente necesaria, visualmente entretenida, argumentativamente demoledora y televisivamente impactante. Partiendo de la necesidad de reflejar un problema social cruento, la elección del hilo argumental es demoledor e imponente. La utilización de la figura famosa como ejemplificante siempre ayuda a llegar a un público más diverso. Partiendo de que el documental tiene una estructura divulgadora y educadora, asistimos a una pulcra descripción de hechos, con historias paralelas pero complementarias en sus argumentos. Las disquisiciones personales ayudan a empatizar con posibles espectadores implicados en la temática. Sirve de ayuda al que lo ve, de concienciación al que lo siente y de conocimiento a quien lo escucha. Puede llegar a pecar de simple o falto de diatribas en una sociedad agreste para los implicados, pero su demoledor punto de vista positivo siempre tiende la mano, para poder hallar la luz.