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Lo llaman pecado

Drama. Comedia. Romance Cary Grant es un médico con un misterioso pasado, razón por la que es investigado por sus celosos colegas de la universidad donde trabaja. Mientras tanto, se casa con una joven que está embarazada de otro hombre. (FILMAFFINITY)
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Críticas 18
Críticas ordenadas por utilidad
18 de febrero de 2006
39 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escrita y dirigida por Mankiewicz, se basa en la obra teatral "Dr. Praetorius", de Curt Goetz. Rodada en estudio, no se estrenó en cines en España. El productor fue Darryl F. Zanuck. Fue nominada al WGA al mejor guión de comedia americana.

La acción tiene lugar en 1950 en localidades del sureste de EEUU. Narra la historia de un médico, el Dr. Noah Praetorius (Cary Grant), de métodos rigurosos, pero poco convencionales, que priorizan la curación de personas enfermas sobre la curación de enfermedades. El trato cercano y cálido de Noah le gana la simpatía y la confianza de los enfermos, de los alumnos universitarios de clases prácticas y de los miembros de la orquesta universitaria que dirige. También levanta celos y envidias.

La primera parte de la película presenta a Praetorius, sus ideas y al villano, el Dr. Rodney Elwell (Hume Cronyn). La segunda parte desarrolla una inusual y elíptica historia de amor. En la tercera, tiene lugar el juicio de Praetorius, que evoca la caza de brujas que conmovía el mundo del cine americano en aquellos momentos y un incidente personal, del que fue víctima como presidente de la Asociación de Directores: unas feroces acusaciones del ultraconservador Cecil B. de Mille, frente a las que se alzó John Ford. La película elogia el trato humanista, comprensivo e innovador de Praetorius. Critica, con humor, los prejuicios intolerantes, que condenan a la marginación a personas inocentes o las arrastran al suicidio. La historia de amor queda en un segundo plano, como recurso de refuerzo y de crítica de los prejuicios contra la maternidad fuera del matrimonio. Son escenas destacadas el encuentro de Miss Pickett con el villano Elwell, la visita médica de Deborah Higging (Jeanne Crain) a Praetorius, la conversación de éste con una anciana a las puertas de la muerte y otras.

La banda musical, de Alfred Newman ("Eva al desnudo", 1950), de construcción excelente, incluye fragmentos de Wagner y del "Festival académico", de Brahms, que en una escena final incluye el "Gaudeamus igitur", himno universitario por excelencia, popularizado en Alemania en el XVIII. La fotografía de Milton Krasner ("Eva al desnudo", 1950) acentúa los trazos cómicos. Destaca la perfección visual del interrogatorio y juicio de Praetorius. Los diálogos, construídos con maestría, son el elemento narrativo principal de la obra, como es costumbre en Mankiewicz. La interpretación de Grant, magnífica, trasmite el aire seductor y amable apropiado. La buena química preside su relación con Deborah, pese a los 20 años de diferencia. La dirección realiza una exquisita y brillante puesta en escena.

La película desarrolla una historia burlesca, irónica y sutil, aceradamente crítica contra el autoritarismo ultraconservador. Defiende los valores humanistas liberales. Aunque algo dispersa, es deliciosa e imprescindible.
Miquel
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2 de marzo de 2010
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Enfrascado Hollywood en la infame “caza de brujas” casi todas las obras de los directores comprometidos con una u otra causa venían influenciadas por este turbio asunto. Unos de manera clara y abierta, como Dmytryck, dejaban su impronta de denuncia hacia el acoso recibido y la falta de libertad. Otros pasaban de puntillas o lo hacían sutilmente para evitar así problemas tanto con la censura como con el ínclito senador y sus acólitos, aunque al fin y al cabo venían a ser lo mismo. Podemos decir que Mankiewicz era de este segundo grupo.

Después de sus dos Oscars consecutivos, en 1951 graba este drama ligero adornado con el registro cómico y elegante que siempre suponía incluir a Grant en el reparto. No podemos decir que estamos ante una historia redonda ni que ate todos sus cabos con el mejor de los nudos pero cuenta con una serie de momentos bastante bien narrados y con unos diálogos que, lejos de la mayor brillantez mankiewcziana, hacen transitar el metraje de una manera entretenida y en ocasiones divertida. También hay que añadir que no veremos una actuación memorable de un Grant que encadenaría dos fracasos consecutivos ejerciendo de “médico” (el otro en “Crisis”, Richard Brooks 1950) o que su pareja con Crain recuerde a las míticas del galán con la Hepburn o con la Kerr. Sin embargo, si presume el film de un elenco de secundarios magnífico encabezados por un espléndido Finlay Currie que repite en cierto modo ese papel sombrío y mezquino de carcelero en “Brute Force” (Dassin, 1947). Esta vez encarna a Mr. Shunderson, mano derecha del Dr. Noah Praetorius (Grant), un personaje que Mankiewicz irá perfilando vagamente hasta un final donde, y aquí esos vaivenes “evita-censuras”, termina adquiriendo un protagonismo demasiado elevado ante un Grant ya para entonces sobrepasado. A esto sumar algún elemento que queda en el aire o por lo menos susceptible de un tratamiento más profundo. Esto tiene que ver con el personaje de Debora Hinggies (Crain) cuya primera parte del film vagabundea entre demasiadas interrogantes que finalmente quedan sin resolver.

Pero para seguir hablando de virtudes: el choque de nuevo entre ciencia y fe tratado genialmente en un diálogo entre el Dr. Praetorius y John Higgins (Wright), tío de Deborah y hombre de fuertes convicciones bíblicas. O la figura del repelente y desagradable Prof. Elwell (Cronyn) a quien Mankiewcz señalará con su dedo acusador como representante de esa clase de gente que, carentes de talento y corroída por la envidia, se dedica a difamar a los que tiene a su alrededor y que sí poseen esa brillantez que los distingue (aquí supongo que se vería representado McCarthy)

No esperen una de las mejores obras de Joseph, se estarían equivocando de cinta. Lo que es indudable es que si ven a Grant como un actor inigualable, si disfrutan con diálogos frescos e ingeniosos y si admiran a este cineasta como uno de los grandes de siempre pasarán un buen rato. Sustancia, amigos, ante todo sustancia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Alfie
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9 de enero de 2009
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de haber visto tres películas como Eva al desnudo, La huella o La condesa descalza, todas ellas de Mankiewicz, Murmullos en la ciudad se me antoja una obra menor. Y ello a pesar de la interpretación mas que notable de Cary Grant que destroza nuestros iniciales reparos con una excelente interpretación del Dr. Praetorius.

Hablar de Cary Grant es hablar, casi siempre, de comedias. Y de comedia se califica esta película. No obstante, la línea divisoria entre la sonrisa y la cruda realidad es, a veces, demasiado sutil. Y este es el caso. Un intento de suicidio en una comedia, encaja bastante mal y lo mismo puede decirse de un cadáver sobre una mesa de laboratorio presto a ser diseccionado en aras de la ciencia. Claro que, gracias a su innegable aroma humorístico, la película, para sorpresa del propio Mankiewicz, fue aprobada por la tristemente famosa Comisión Hays a pesar de sus críticas al pacatismo de una sociedad que antepone el "que dirán" a la vida humana y de las alusiones más que explícitas a la caza de brujas del senador MacCarty.

A pesar de que todas estas circunstancias le dan un valor adicional al film, este presenta muchas deficiencias no tanto en sus historias básicas (la exaltación de la práctica médica y la perdida de consideración familiar y social de las madres solteras) sinó en esas otras historias que deberían sostener el conjunto de la trama. Hay mucha endeblez en la historia del amigo inseparable Shunderson e incluso poca solidez en los cargos imputados al enjuiciado doctor. Y esta debilidad argumental no se salva siquiera con una excelente interpretación de Cary Grant más en la línea Kildare, para que me entiendan, que en la de los acartonados galenos que solían aparecer en el cine de aquellos tiempos.

Para concluir. Resulta interesante, sobre todo si queremos darle un repaso a la obra de Mankiewicz. Cuenta además con buenos diálogos, marca de la casa, pero tal vez no sea suficiente o es que este director nos tiene mal acostumbrados...
FATHER CAPRIO
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7 de septiembre de 2009
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Concordamos con los comentarios ya publicados acerca de la condición de obra menor de "People Will Talk" dentro de la filmografía de Joseph L. Mankiewicz. Pero, en nuestra opinión, ello no quiere decir automáticamente que nos encontremos ante una mala película: por el contrario, se trata de una cinta muy recomendable, cuyo guión mezcla la comedia inteligente con momentos mucho más serios y dramáticos.

Es cierto que el guión contiene elementos bastante endebles, y la historia de Mr. Shunderson, que en principio parece revestir interés, acaba por no convencer en absoluto. Los cargos presentados contra el Dr. Praetorius (Cary Grant) por el Dr. Elwell (Hume Cronyn) no pasan de la más pura farsa, pero funcionan si nos detenemos en examinar el personaje interpretado por Cronyn, que --exageraciones aparte, claro-- prolifera en el mundo académico. El carácter "made in Hollywood" de ciertas partes de la trama es también lo esperable a principios de los años 50, pero ello no debe distraer nuestra atención de la poco usual relación que se establece entre el Dr. Praetorius y Deborah (Jeanne Crain), con embarazo no deseado incluido. Como siempre en las películas de la llamada Edad de Oro de Hollywood, lo que se omite, lo que no se dice, es mucho más importante que lo que sí se dice.

Y, por último, las actuaciones de todo el elenco son excelentes, en especial las de Cary Grant y Jeanne Crain. Grant, como de costumbre, se encuentra verdaderamente cómodo en ese papel de desenfadado, despreocupado y por veces infantil "bon vivant". Crain, por su parte, confiere gran credibilidad a un personaje nada fácil de interpretar y con muchas más aristas de las que pueda parecer a simple vista. En definitiva, una película agradable que debe ser disfrutada como tal.
Erin and Anton Garcia
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21 de agosto de 2010
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
-Yo no le hago ascos al dinero –Dice el dueño de una hacienda al doctor Praetorius- ¿Usted sí?
A lo que el médico responde: -Sólo a la forma de ganarlo.

En lo que a mí respecta, un profesional no es el que ostenta un título sino aquel que ejerce con vocación e integridad su profesión. Noah Praetorius es un profesional de la medicina. Ama a la gente, sabe darse sin mayores restricciones y entiende con claridad que “hay una gran diferencia entre curar una enfermedad física y sanar a una persona”.

Pero, es un reto del destino que, en la vida de todo hombre honesto, haya alguien que envidie su posición y pretenda destruirle. El también médico y profesor, Rodney Ellwel, será la piedra en el zapato para Praetorius, y está dispuesto a pagar con creces la información que le brinde una antigua ama de llaves, siempre que contenga cualquier cosa que comprometa al afamado galeno.

En el sendero del noble médico (un excelente Cary Grant) entrará Deborah Higgins, una joven estudiante de marcada integridad y quien resulta embarazada. Y tras ella, aparecerán luego tres admirables y encantadores personajes que se parecen mucho a la vida. El primero, se llama Shunderson, un reservado anciano que vive al lado de Praetorius como si fuera su sombra, y al que éste le manifiesta un irrestricto aprecio. El profesor Barker es el segundo comparsa. Un divertido “intérprete” del violoncelo en la orquesta universitaria que también dirige Praetorius, leal hasta la médula y con profunda fe en la dignidad de su amigo. Y finalmente, el cuarteto masculino lo conformará Arthur Higgins, el padre de Deborah, un hombre al que nada parece salirle bien en la vida, pese a que es un hombre digno y con buena formación. Inolvidable la escena de los trencitos donde el cuarteto hace de las suyas.

Deborah (la fascinante Jeanne Crain) es también un personaje muy bien estructurado y surge como un ejemplar femenino digno de tomar en cuenta. Su personalidad está matizada con elecciones no siempre sensatas, pero que develan su individualidad, pues sabe elegir a riesgo de equivocarse. Pero, en general, es un magnífico ejemplar femenino que está donde debe estar y dice lo que debe decir, en el momento preciso.

Joseph L. Mankiewicz vuelve a dar en el clavo con un filme muy emotivo, aleccionador y divertido, que se toma su tiempo para recrear personajes vivos y dignos ejemplares del ser humano por excelencia, al tiempo que le da una patada donde sabemos al oprobioso maccarthismo que, por aquellos años, hacía de las suyas. Un filme encantador y oportuno.

Título para Latinoamérica:”LO LLAMAN PECADO”
Luis Guillermo Cardona
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