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La reina de España

Drama. Comedia España, años 50. Macarena Granada (Penélope Cruz), la gran estrella “americana” de origen español, retorna a su tierra para encarnar a Isabel la Católica. Al enterarse de la noticia, Blas Fontiveros (Antonio Resines), que no había vuelto a España desde que se fuera a dirigir "La niña de tus ojos" a la Alemania nazi 18 años atrás, decide regresar y reencontrarse con algunos de sus viejos amigos y compañeros. Su llegada desata una serie ... [+]
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Críticas 45
Críticas ordenadas por utilidad
29 de noviembre de 2016
226 de 369 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estoy hasta las narices que la gente del cine se crea que es la mejor en su oficio y sea incapaz de hacer autocrítica. Trueba ha hecho cosas muy buenas "Chico y Rita" cosas menos buenas, pero interesantes "Belle époque" etc.. y luego ha rodado este engendro. Como ha sido mal recibida, resulta más cómodo acusar al público de sabotear su cinta por motivos ideológicos que analizar en qué ha fallado con esta innecesaria secuela.

Trueba no me cae nada bien como persona. Me parece un aprovechado y un listo, que saca adelante sus producciones gracias al dinero de los impuestos de los españoles, los mismos que desprecia en público sin ningún rubor. (Solo puede pasar aquí algo así) En cambio no me desagrada como director, y no me impide disfrutar del buen cine sea su creador de la ideología que sea. Intenté ver la película con mente abierta, pero es que no hay por donde cogerla. Decir que es malísima es quedarse corto, porque está llena de errores de principiante.

- Sucesión de gangs sin la menor gracia ni conexión entre sí. La película parece una suma de piezas descartadas de distintas ideas por Trueba en el pasado.
- No tiene ningún ritmo, bueno sí, tiene uno: es soporífera.
- Todos los actores interpretan con el piloto automático. Su desgana lastra más un guión casi inexistente.

Si al señor Trueba no se le ocurre nada mejor que esto, quizá debería pensar en la jubilación.
Rufus T Firefly
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29 de noviembre de 2016
63 de 77 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leo a Fernando Trueba decir en una entrevista que siempre tuvo interés en retomar la historia y en regresar a los personajes de “La niña de tus ojos”. Que así como no había gastado ni cinco minutos de su vida en imaginar lo que el futuro les podía tener guardado a protagonistas de otras películas suyas como “Belle epoque” o “El año de las luces”, sí en cambio le había dado muchas veces por elucubrar acerca del destino de Macarena Granada y de su troupe. “La reina de España” surge de esa necesidad que yo, y supongo que alguno más, no siento como espectador. Muchos creen que Trueba tocó techo aquella noche en la que confesó ante el mundo entero que sólo creía en Billy Wilder, pero yo soy de los que piensan que lo mejor estaba aún por llegar. Y llegó, precisamente cuatro años más tarde con las andanzas de aquellos cómicos españoles desplazados a los estudios alemanes de la UFA para rodar una película de bandoleros y serranas en plena época nazi. Aquella historia y sobre todo aquel final a lo “Casablanca” tan brillante y tan cerrado merecía tal vez quedarse en nuestra memoria antes que ser reabierto dieciocho años después. Pero, a fin de cuentas, quién soy yo para llevarle la contraria a todo un Oscar de Hollywood.

Y no cabe duda de que Trueba ha sabido encontrar el hilo por el que tirar y reconducir la trama, que no es otro que la presencia estelar de Penélope Cruz cuya vida ha transcurrido en estos años paralela a la del personaje que interpreta en la película. Como a Macarena, a Pe a la hemos visto triunfar en Hollywood, ganar un Oscar y codearse con las estrellas; si a la madrileña le hemos conocido romances con Tom Cruise o Matt Dammon, la andaluza también ha tenido sus cosillas con Marlon Brando a quien hasta puede que le haya llegado a hacer un par de huevos fritos. El cine dentro del cine como ejercicio y espejo de la realidad. Macarena vuelve a su tierra y la recibe una España sumida en la depresión y en la miseria; evidentemente, la situación no es ni mucho menos comparable, pero el país que se encuentra Pe cada vez que decide regresar a él tampoco está para muchas alegrías.

Es por eso, por lo que además de ser una historia de reencuentros, “La reina de España” es también una historia de supervivientes. De hecho, lo mejor de la película está en esos primeros diez minutos magníficos – títulos de crédito incluidos- en los que asistimos a ese reencuentro feliz y berlanguiano entre los antiguos camaradas. El espectador advierte en todo momento que sigue intacta la complicidad y la química entre los actores, viejos conocidos, que se muestran especialmente cómodos en sus roles (cabe destacar además alguna afortunada incorporación al elenco como la de Javier Cámara). Todos ellos asumen su condición de supervivientes, obligados casi a su pesar a sumergirse en un pasado glorioso, una gloria que a fin de cuentas no deja de ser de cartón piedra.

Si la película no acaba de cuajar es porque esos focos duran lo que duran y tarde o temprano terminan por apagarse. Ya sin la frescura ni la espontaneidad de antaño, el guión reproduce posteriormente situaciones ya vistas, bien resueltas en unos casos y no tanto en otros. Los gags y el humor inteligente se alternan con momentos que rozan la caspa más sonrojante cuando no directamente el mal gusto. Eso sí, “La reina de España” vuelve a erigirse en un auténtico homenaje a los profesionales y artesanos del cine en nuestro país que tienen que sacar su trabajo adelante contra viento y marea. Trueba, y demagogias las justas, vuelve a denunciar entre líneas que el maltrato que sufre la industria, la profesión (y es posible que hasta el espectador) no es en absoluto patrimonio de otras épocas.
Juan Solo
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30 de noviembre de 2016
83 de 137 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pese a que algunos estén hablando de supuestos "boicoteos" debidos a una polémica sobre unas declaraciones de su director, hay que dejar claro que si esta película está fracasando en la taquilla se debe, simplemente, a que es mala.

Lo siento por Fernando Trueba, como lo sientí en su día por Garci, pero lo que ocurre es que sus propuestas cinematográficas ya no interesan. Sus historias trasnochadas sobre una España atrasada y carpetovetónica ya no suscitan interés alguno entre el público español de 2016. E incapaces de practicar algo tan sano como la autocrítica, algunos profesionales se empeñan en seguir por un camino cegado que solo conduce al fracaso comercial culpando a los demás de sus propios errores.

En fin, "La reina de España" es una secuela innecesaria de "La niña de tus ojos", película que en 1998 estaba bien y era entretenida (sin ser tampoco ninguna maravilla), pero tratar de repetir el mismo esquema con pequeños retoques en 2016 -y encima con un guión mucho peor y sin gracia- no lleva a ningún sitio. España ha cambiado, los gustos cinematográficos de la mayoría van por otro sitio y el tipo de público al que le podían interesar las comedias folclóricas ambientadas en los años 40 y 50 está en vía de extinción biológica (buena parte del público que fue a ver "La niña de tus ojos" estaba compuesto por jubilados). Si quieres conectar con el público actual tienes que ofrecerle algo de calidad y atractivo, una película histórica trabajada, una cinta de acción entretenida, una producción de ciencia-ficción bien hecha o una película de animación talentosa y divertida. Esto es lo que lleva a la gente al cine, no el autobombo ni el constante recurso a las batallitas antifranquistas de los protagonistas. Eso ya aburre.

"La reina de España" ni divierte ni interesa. Ni siquiera es talentosa. Me aburrí bastante durante la proyección (menos mal que iba invitado) y creo que al resto del (escaso) público presente en la sala le pasaba lo mismo. He visto guiones mejores y con más chispa en la serie de televisión "Olmos y Robles" o en "Velvet" que en la última de Trueba. Esa es la verdad.
Palasaca
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1 de diciembre de 2016
91 de 160 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cómo va la vaina ahora? ¿Si la puntúas con un uno, eres un facha sin remedio (del PP), si le pones un diez, un comunista orgulloso (Podemos), si un cinco, del centro mismo (ahí andan todos, eso dicen ellos por lo menos), si un tres, de Ciudadanos, si un siete, del PSOE? ¿Así estamos, tan mal/bien andamos, tan clasificados y ordenados, tan situados y asegurados? ¿Somos todos pitagóricos y los números son nuestra única ley? ¿Mañana lloverá o veremos todos ese partido de fútbol tan interesante para variar un poco?
Al cine, leñe.
Casposa y anacrónica son las dos primeras palabras que vienen a las mientes nada más ver este caso (no es ni cosa).
Hace cincuenta años esta película ya hubiera sido vieja y mala. Hoy día es marciana, por fuera del mundo y de su tiempo, por recurrir a tópicos, personajes y situaciones que en su lejano momento no fueron más que clichés rancios y barriobajeros. Hablo de un humor de alcantarilla y de una ideología de guardería. Chistes de cabaretera terminal (¿alguien se puede creer que a estas alturas se pueda seguir haciendo bromas de este jaez, de una manera tan primaria y zarrapastrosa sobre homosexuales y otras buenas gentes?, ¿puede haber alguna persona en España que todavía utilice esa táctica para tratar de hacer reír?, ¿estamos locos?, ¿por qué?) y discurso de tebeo (el franquismo era muy malo y la gente del cine, le pese a quien le pese, caiga quien caiga y aun con todo y un par de cojones, somos, casi todos, los mejores, la esencia inveterada de la raza, hijos sagrados de la entente, pura gloria, formada por el Equipo A, Comando G y Mazinger Z, ay si nos hubieran dejado a nosotros hacernos cargo) para un esperpento que, como dice acertadamente Cámara, es un género en sí mismo ya que posiblemente sea la primera película del mundo que lleva incorporada la cruel parodia de sí misma como si estuviera desdoblada y mientras avanza hubiera una versión paralela que se dedica a reírse, a mala idea, de lo que allí se está contando o mostrando, como respuesta o defensa, como si sintiera una mezcla de bochorno, vergüenza ajena y sentido del pudor ultrajado por bandidos rufianescos y para compensar algo tanta ignominiosa afrenta emitiera carcajadas de desesperación sorda.
Película increíblemente reaccionaria, pacata y pueril (al cocinar elementos carcomidos por la polilla con la aparente sensación, eso parece, de creer que todavía pueden ser medianamente efectivos o incluso provocadores, Dios mío, perdónalos). Visión de la realidad terriblemente autocomplaciente, chata y zafia. La unión de drama moral (sic) y comedia costumbrista es plasmada a través o en forma de fábula caricaturesca y esperpéntica arrasada por una simpleza e indigencia artística que asusta/asombra. Hasta los elementos de mayor calidad, ya sea la banda sonora (parece por momentos un concierto sinfónico) o la fotografía, acaban sumando desastre al estropicio al estar mal utilizados, fuera de lugar, exageradamente presente la música y en muchas ocasiones sin relación ninguna con lo narrado, chillonamente agresivo el aspecto visual.
Solo salvaría el comienzo, los primeros minutos virginales que afortunadamente no sabes a dónde te llevan y que tienen cierta gracia y que te despiertan alguna curiosidad o simpatía esos claros homenajes y guiños cinéfilos tan abundantes y los actores que, a pesar de sus tics y trucos muy gastados y conocidos, son lo mejor de esta debacle, especialmente el, desde hace algún tiempo, patético (no se toma en serio y eso es lo más adecuado) Sanz y la sobrada y desaforada Penélope, interpretaciones que justo por ridículas y exageradas dan con el tono exacto que la película les pide, así como Loles, Segura, Resines, Neus (hablan de cirugía estética con relajo y alegría, la misma que te da ver sus caras raras, muy sobre todo las de ellas, y elucubrar con frenesí sobre los efectos matemáticos, las angulaciones imposibles y los grados de los triángulos disparatados que produce el loco bisturí cuando entra a matar, sin encomendarse ni a dios ni al diablo, o en contacto con el desvalido, abandonado a la buena de dios, rostro humano, que más que medicina, estética o lo que coño sea, aquello parece en verdad de la buena álgebra o trigonometría, maquiavélica geometría) y toda la tropa.
Es imposible imaginar quién pudo dar el visto bueno a este guion (si es que alguien se atrevió a terminarlo o siquiera empezar a leerlo) o en qué tipo de público pensaban exactamente como susceptible pagador de una entrada. Cualquier explicación que uno se imagine se queda corta ante el tamaño tan monstruoso y grotesco del hundimiento.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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11 de diciembre de 2016
21 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La reina de España" no es una mala película. Está hecha con oficio, tiene un casting solvente y presenta algún gag destacable. Sin embargo, en nada mejora o enriquece a la que fue su predecesora, "La niña de tus ojos". El guión aquí es más fácil y cae en alguna reflexión con moralina de trazo grueso.

No obstante, entre tanta pieza humorística ligera que recientemente han arrasado en taquilla sin ser mejores o más hilarantes que el film de Trueba, uno no puede dejar de evitar pensar, siquiera por un momento, que pudiera haber motivos "extra-cinematográficos" que hayan propiciado este descalabro.

Por supuesto, como otros usuarios han incidido, Trueba y su equipo deberían haber hecho auto-crítica, hay cosas muy mejorables en el film. De cualquier modo, es un producto de facturación digna y que permite el re-encuentro con unos personajes carismáticos.

Quizás, involuntariamente, la absurda polémica haya servido para reflejar que, en muchos sentidos, no nos resistimos a estar a la gresca unos y otros.
El Libanés
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