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Oktoberfest: Sangre y cerveza (Miniserie de TV)

Serie de TV. Drama Miniserie de TV. 6 episodios. A principios del siglo XX, dos grandes cervecerías familiares entran en guerra por el famoso festival de Múnich, el Oktoberfest, donde el engaño y la traición están a la orden del día.
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
7 de octubre de 2020
11 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
El nivel de las producciones alemanas es cada vez más alto, tenemos como ejemplos recientes las estupendas “Dark” y “Babylon Berlin”, acompañadas de la inacabable serie de telefimes de sobremesa rodados en Baviera que nos regalan las cadenas generalistas cada fin de semana.

“Oktoberfest: Sangre y Cerveza” ("Oktoberfest 1900" en el original) es un salto adelante en contenidos, un drama histórico intenso, incluso brutal a ratos, que convierte en vibrante y cautivadora una lucha entre potentados cerveceros ambientada en la Munich de 1900.

La historia de Baviera a principios del siglo XX, en la madurez de la revolución industrial, es apasionante: es la época del nacimiento de muchas de las grandes industrias que ahora nos suenan a todos, como BMW, Audi o Messerschmitt, todas en Munich o en sus alrededores.


Pero la revolución industrial en Alemania no solo creó nuevas industrias, sino que también afectó a las tradicionales, y que más tradicional en Alemania, y en especial en Baviera, que la fabricación de cerveza, el tema central de esta estupenda miniserie. Una fabricación regulada desde 1516 por la famosa Reinheitsgebot (Ley de la Pureza), que los alemanes describen orgullosamente como el paradigma de su obsesión ancestral por regular todo lo regulable.

Asistimos en “Oktoberfest: Sangre y Cerveza” a la lucha sin cuartel de un recién llegado, un rico cervecero de Nuremberg, contra el cártel de los “Barones de la Cerveza”, los grandes fabricantes muniqueses que se hacen de oro suministrando casi en exclusiva a un mercado de demanda inagotable (consumo de cerveza en Baviera: 150 litros/hab. y año, y sí, la estadística se hace por habitantes totales, contando a los niños desde que nacen).

La lucha por instalar la carpa más grande en el Theresienwiese (el prado donde se celebra la Oktoberfest) es tremenda y sin piedad, con triquiñuelas legales, chantajes, presiones, sicarios, y crímenes sangrientos cuando hace falta. Los personajes son ricos en matices y evolucionan durante la historia, aunque es verdad que podían haber sido mejor trabajados y algo más profundos. Hay secundarios estupendos, como Colina Kandl y su impagable actuación cabaretera en la Oktoberfest. El ritmo es muy bueno y mantiene la tensión, y la historia de amor entrelazada con la lucha de poder, si bien no es muy original, está bien imbricada con el tema central y suma al conjunto.

El retrato costumbrista es muy rico, dandonos una imagen vívida e intensa de la vida en la Munich de principios del siglo XX. Las vistas de la ciudad y de la Oktoberfest están bien reconstruidas, con un paisaje urbano de edificios con humedades y calles enlodadas que contrastan con el lujo de la naciente burgesía industrial. Todo acompañado de una fotografía con colores muy cálidos que, a mi al menos, me ha gustado y me parece que realza el dramatismo de la historia, y en la parte negativa, con un cierto abuso y falta de calidad en los CGIs.

La serie nos retrata también, a través del grupo de escritores y pintores amigos de Roman, el hermano pequeño de la familia Hoflinger, el interesantísimo ambiente bohemio y artístico de la Munich de 1900. Lo hace con mucha discreción, pues apenas se nos dicen de pasada los nombres de pila, y hay que estar atento y adivinar que el Thomas escritor que prepara una novela es Thomas Mann, el Vasili pintor es Vasili Kandinsky, y la joven vestida de hombre es la legendaria Franziska von Reventlow, aka “La Condesa Bohemia de Schwabing”. Todos estos personajes y otros que no salen, como Klee, Rilke o el mismísimo Vladímir Ilích Uliánov, aka Lenin, vivían en la Munich de 1900, se iban de juerga juntos - Lenin no, ese iba a su bola - y escribían en la revista satírica Simplicissimus, que también aparece en la serie, y que era como La Luna de Madrid en los días de la Movida. Aunque estos personajes - salvo alguno -, no tienen un papel relevante en la historia, sí nos valen para ambientar cómo la imparable crecida del poder económico y el capitalismo iba en paralelo a una eclosión de cultura y nuevos estilos artísticos.

En resumen, que vale la pena verla y disfrutar no solo de una buena historia, sino también de muchos detalles que la enriquecen y la hacen muy interesante.

Como curiosidad contaré que la fiesta al aire libre donde se juntaban los sirvientes a bailar al amanecer, antes de empezar las obligaciones del día, era una costumbre tradicional en Munich (Der Kocherlball, a las 6 de la mañana los domingos de Julio). Los bailes se hacían en el Englische Garten, donde la Pagoda, y estuvo prohibida por “inmoral” muchos años, hasta que desde 1989 volvió a ponerse de moda como una especie de afterhours al que se va con lederhosen. Si visitáis Munich en Julio recomiendo mucho que os deis el madrugón; es muy divertido.

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Arponero Sánchez
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4 de octubre de 2020
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
*La historia en dos partes

La trama de Oktoberfest: Sangre y Cerveza, se divide en dos mitades muy características y bien diferenciadas.

Los primeros tres capítulos nos preparan para el festival que se avecina, y a la colocación de los personajes en sus auténticos roles. Desde su inicio, se palpa la tensión y la crudeza de la escena, tanto en el entorno, como en la personalidad de los protagonistas. Comienzan los chantajes, los engaños, las farsas, las traiciones y los intensos conflictos. No hay tregua, y eso le añade más intriga a la serie, cualquiera puede caer si no va con cuidado de donde pisa. Por supuesto, además de las disputas entre los negocios cerveceros, nos muestran la otra cara de la sociedad de aquel entonces, tocando diversos temas sociales que no se esconden ni se minimizan por ofrecer algo menos polémico.

Tras los preparativos, llega la segunda parte de la trama de esta serie, el Oktoberfest. El momento en el que todo se vuelve un poco más caótico argumentalmente, pero sigue aguantando el tipo, y eso lo consigue gracias a que mantiene la misma crueldad de la primera parte. Nos sumergimos de lleno en la otra cara del festival, la de los negocios, los trabajadores y trabajadoras que sirven la cerveza, mientras miles de bávaros se emborrachan y disfrutan de lo lindo.

*Cuidado con las prisas

No hay duda de que el guion de Oktoberfest: Sangre y Cerveza resulta muy interesante y atractivo, pero eso no le exime de cometer determinados errores.

Cuando haces una serie, que tiene una historia con potencial para llenar un cierto número de capítulos, reducirlo a seis quizás no sea una gran idea. Y esto es lo que le sucede a Oktoberfest: Sangre y Cerveza, forzada a meter un contenido que hubiera sido mejor desarrollado con un par de capítulos más.

En la primera parte se toman su tiempo para encajar a cada personaje en el rol que desean. Y en cambio, los tres últimos capítulos, se ven obligados a cerrar el chiringuito, presionando a sus protagonistas. No hay más que ver los cambios tan bruscos de personalidad que sufren ciertos personajes; todo con el fin de avanzar la trama. Eso, desde luego, resta puntos al desarrollo.

*La imagen y la música ayudan

Oktoberfest: Sangre y Cerveza tiene una estupenda puesta en escena, un logrado decorado, y una banda sonora muy pícara y adecuada. Esos elementos favorecen su visionado y le añaden carisma a la serie.

La banda sonora combina muy bien con cada escena, resultando más tensa o más emocionante según la melodía. Y si a esa mezcla le añades un buen escenario, la gente se volcará más en el papel. Desde luego, esta serie acierta de lleno en su fotografía y en sus notas musicales.

*Conclusión

Oktoberfest: Sangre y Cerveza es una interesante miniserie, que no se corta un pelo a la hora de basar una historia real. Es cruda, es intensa y no da tregua a sus protagonistas, y eso la hace más atractiva. Su excelente trama se ve bien acompañada de una banda sonora muy pícara y adecuada, y una escenografía muy cuidada. Cierto es que en cierto momento, da un giro más caótico a su argumento, y algunos personajes se ven afectados por ello. A pesar de todo, sigue aguantando el tipo, y resulta ser una serie que engancha de principio a fin.

Escrito por Javi Sardi
Cinemagavia
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5 de octubre de 2020
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curiosa, bien llevada y a ratos, intensa miniserie ambientada en el Oktoberfest del 1900, que narra las ambiciones, entresijos y conspiraciones de un grupo de personajes relacionados a la industria cervecera, motivados a tal, tras la irrupción de un nuevo jugador, quien viene a hacerse una reputación en las "grandes ligas", aprovechando el tirón de la festividad.

Si te gustan las series donde los personajes luchan por el poder, esta es más que recomendable, cuenta con buena dirección, un guion trabajado, que siempre avanza y unas actuaciones destacables.

En lo mejorable, quizás se pudo pulir mejor algún personaje (como Clara) y algún giro de guion, pero como dije este cumple de sobremanera, destilando realismo y crudeza. Destacar también la ambientación y la banda sonora.

Actualmente veo un buen nivel de calidad en las series alemanas estrenadas internacionalmente como sería el caso de Dark, Perros de Berlín o Skylines y esta no decepciona, dale una oportunidad si buscas un buen entretenimiento, una buena historia y por supuesto, si te gusta la cerveza.
Irreverente
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13 de noviembre de 2020
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Oktoberfest: sangre y cerveza - Oktoberfest 1900

Con el estremecedor y nada tranquilizante título de “Oktoberfest: sangre y cerveza”, Netflix pone a disposición de sus abonados esta miniserie alemana de seis episodios. La acción tiene lugar en Múnich en vísperas de la celebración del Oktoberfest (Fiesta de octubre) que la ciudad bávara celebra desde 1810. Es octubre de 1900 y Europa contempla esperanzada el despertar del nuevo siglo. La elocuente excitación que muestra la ciudad ante la proximidad de su gran fiesta anual está justificada. Una bulliciosa y burbujeante Múnich ultima los preparativos para recibir a cientos de cerveceros que acudirán desde todos los rincones del país a promocionar sus marcas y a miles de sedientos ciudadanos dispuestos a sucumbir bajo los efectos liberadores de la bebida alemana por excelencia.
La historia, mis improbables lectores, me parece sórdidamente dickensiana. Porque a pesar de haber transcurrido tres décadas desde el fallecimiento del gran escritor británico en la apacible soledad de su casa de campo de Gads Hill y algunas innovaciones como la máquina de escribir, el gramófono, el automóvil o las primeras imágenes del cinematógrafo de los hermanos Lumière ya se habían incorporado en la vida de un reducido número de ciudadanos, muchas cosas, en cuanto a la arquitectura social se refiere, guardaban similitud con el pasado.
El espanto de la miseria y el abismo de la desigualdad entre una minoría privilegiada y el resto de la población seguían siendo lacerantes. Ésta continuaba sumida en el barro de la precariedad más abyecta mientras el hambre, la enfermedad y la pobreza se cebaban sobre la lamentable condición de su desamparo. Una voraz burguesía seguía atesorando grandes fortunas y aumentaba el poder de su influencia cabalgando a lomos de la clase trabajadora postrada en su eterna desesperanza.
En este escenario y proveniente de Nuremberg, aparece Curt Prank, un turbio empresario sin escrúpulos del gremio cervecero -inspirado en un personaje real de nombre Georg Lang- con la finalidad de apropiarse del famoso festival despojando a otros competidores de sus legítimos derechos.
“Oktoberfest: sangre y cerveza”, refleja fielmente la cruel e hiriente realidad de esa época. Duele la impunidad de la que gozan los poderosos convertidos en una sombría organización mafiosa y estremece la ancestral postración de las mujeres como meros instrumentos al servicio de los hombres. Una historia de crímenes, ambición y poder que se ve con creciente interés, mantiene un elevado grado de tensión y no desfallece durante su media docena de episodios. La ambientación es magnífica, los personajes poseen magnetismo, rezuman veracidad y están sólidamente construidos.
Y para terminar, la banda sonora supone un regalo añadido. Mezcla con notable acierto un amplio repertorio de excelentes composiciones de música germana. Desde la sonora profundidad de la suite “Keyboard” de Händel” o las cadenciosas notas del piano de Schubert en “La trucha“, hasta un conjunto de joviales canciones populares como “Der Kocherlball”, endulzan en buena medida el brutal retrato de una sociedad abandonada a la suerte de sus más feroces instintos.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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19 de abril de 2022
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
De los cinco looks femeninos más sexys, junto al de colegiala, criada, enfermera y animadora, habría que incluir el del dirndl, el traje tradicional alpino-germánico-austriaco, ese que se lleva en los Oktoberfest. Ahora bien, ¿por qué resulta tan atractivo? Pues hay varios motivos y seguramente uno de ellos sea el mismo por el que la indumentaria folk es tan apreciada en todos los regímenes reaccionarios y hasta en muchos que no lo son nada, piénsese, por ejemplo, en el nazismo. Así que si me ofrecen una serie que se supone que va precisamente a lucirlos, en el Oktoberfest, con bellas muchachas en dirndl, jarra de cerveza en mano, no me la puedo perder. Pero claro, esa es la teoría, porque en la realidad como está prohibido ser sexista, en ningún momento aparecen estas chicas y nunca y de ninguna forma erotizadas. Así que un aburrimiento. Decepción mayor al canto.

Así que con este handicap que se ve venir, me lo esperaba, tenemos una serie de época de factura alemana que nos lleva al Munich de 1900, en el marco de la celebración del Oktoberfest. Su argumento empresarial y cervecero no parece muy atrayente de entrada pero Hannu Salonen se lo toma un poco a la ligera, todo con un toque desenfadado y molón salpicado de violencia. Así que, en resumidas cuentas, la serie vendría a ser como el hijo que hubieran tenido "Falcon Crest" (1981-1990) y "Peaky Blinders (2013-2022). El inconveniente que tiene es que la trama es un poco artificial y se resuelve de cualquier forma, habrá que ver cómo sigue la segunda temporada, pero me parece aún peor lo antipático que resultan la mayor parte de los personajes, especialmente los femeninos, por irritantes. En cambio, la que me ha gustado ha sido la fugaz meretriz del principio.
Reaccionario
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