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La mascota (Fétiche)

Animación. Fantástico Historia sobre juguetes que cobran vida propia, paralelamente al deseo de un niño por obtener una naranja. (FILMAFFINITY)
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
20 de julio de 2010
30 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si Georges Méliès fue un pionero, el iniciador del género fantástico con personajes reales en la historia del cine, Starewicz sería su más cercano homólogo en el apartado de cine de animación.

Wladislaw Starewicz (1882-1965), realizador de esta deliciosa película, está considerado el primer maestro en el dominio del género llamado stop-motion, sinónimo de cine de animación con figuras tridimensionales accionadas fotograma a fotograma. Tanto en Rusia, su país natal, como en Francia -donde se radicó en 1920- realizaría la mayor parte de su obra, extendiendo desde allí su merecida fama de gran artista al resto del mundo.

Apasionado de la entomología, sus primeros trabajos los realizó con auténticos insectos disecados -presumiblemente articulados con algún tipo de goma- y en ellos aunaba, por un lado, su inicial interés por el estudio de los insectos con las hasta entonces inexistentes técnicas de animación en base a ejemplares naturales articulados.

A partir de 1915, Starewicz fue abandonando sus experimentaciones con insectos reales, dedicándose a la construcción de muñecos de gran expresividad. Fruto de esta nueva orientación técnica “La mascota” (Fétiche, 1934) figura como uno de los últimos trabajos del artista soviético (hoy en día sería lituano). Posiblemente también como su película más importante o, al menos, mejor estructurada, emocionante y compleja al mismo tiempo. El principal protagonista es un perrito simpático y entrañable, tierno y conmovedor -una maravilla de cuidadísima elaboración artesanal para su época- que se ve sometido a las peores pruebas (¡incluso ultraterrenas!) cuando se encuentra perdido en la calle en el intento de favorecer a su pequeña dueña.

El cortometraje (no llega a los 30 min.) es un singular compendio de diversas técnicas, con animación de muñecos y objetos de todo tipo, intercalando breves apariciones de seres humanos e incluso ambientes callejeros de acción real. Aquí no existe nada que pueda dejar indiferente: el más mínimo de los detalles –y la película no es más que un extenso cúmulo de ellos- puede adquirir, de golpe, un papel relevante: hasta unas hebras de paja arrastradas por un endiablado viento pueden cobrar vida y caminar como si tal cosa… En definitiva, “La mascota” es una maravilla de película, una indiscutible obra maestra absolutamente recomendable.

Starewicz, en su faceta técnica, fue el prototipo de paciente artesano, individualista y solitario. Tanto es así que nunca aceptó las repetidas y suculentas ofertas de los estudios norteamericanos: el material con el que fabricaba aquellos figurines tan realistas continuó por ello siendo un enigma. Añadir por último que en su trabajo tuvo como principales ayudantes a su mujer, France, y, sobre todo, a su hija Irina: el secreto del maestro quedaría celosamente guardado tras la puerta del domicilio familiar.
Rath
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2 de septiembre de 2010
17 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
El azar, a veces, coge caminos caprichosos. En la edición USA de un DVD con la famosa ”Vampyr”, a alguien se le ocurrió meter un cortometraje de uno de los genios olvidados del cine de animación. Un pionero del stop-motion y el hombre que transformó los trucos de Melies o Chomón, sobre animación de objetos en entornos reales, en verdaderas obras de arte. Su nombre, Wladyslaw Starewicz.

Lo más grande es que, a principios del XX, usara sus conocimientos de entomología para crear unas marionetas que parecen vivas al ser animadas, con un despliegue de imaginación y estética similar, en aspecto, a lo realizado ahora con un ordenador

Como decía, el azar es tremendo. Hace ya años, me “conseguí” una copia de “Vampyr”, que no he tenido el aplomo de ver hasta hoy. En este cuento animado, a ver si os suena, un grupo de juguetes vuelve a la vida en el momento cuando son llevados a una tienda de juguetes para ser vendidos. Cada uno de ellos, con su propia personalidad, tan bien animados que parecen vivos. Nuestro héroe, un perro de trapo, será el único que intentará regresar a su viejo hogar.

Tras una principio aparentemente nimio, comenzará una bacanal mágico-fantástica totalmente impresionante. Demonios, animales en descomposición, todo tipo de formas y figuras tocarán instrumentos, bailarán, correrán, se pelearán, etc. Una enorme coreografía perfectamente acompañada de música.

En este cortometraje tiene cabida la magia de obras como Toy Story, el tema de los viajes iniciáticos a mundos fantásticos, como en el “Viaje de Chihiro”, cuentos onírico-terroríficos, como en “Pesadilla antes de Navidad” y hasta un trasfondo de crítica social, en forma de metáfora, por la terrible crisis económica de la época. Sin duda, una obra maestra planificada hasta el más leve detalle.

Obligado a continuar con su obra, le doy gracias a la suerte (y al tipo que se le ocurrió meter esta obra maestra junto al coñazo de Dreyer) por haberme regalado tan magníficos minutos.
capacitivo
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7 de marzo de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nacido en Rusia y emigrado a Francia tras la Revolución de Octubre, Wladyslaw Starevicz es uno de los creadores más importantes de la historia de la animación. Pionero del stop motion, desde sus primeros trabajos creando marionetas con insectos muertos su obra se destacó por su perfección técnica, creando piezas artesanales que aún hoy en día causan asombro, e incluso llegando a dirigir un largometraje junto con su hija Irene que precedería en siete años a la Blancanieves de Disney.

Su obra más fascinante, sin embargo, es probablemente "La mascota", un entrañable cuento centrado en un perrito de peluche llamado Fétiche, el cual inspiró la creación de otros cinco cortometrajes. La sencillez de su historia y la inocencia y candidez que desprende en su moraleja contrastan sin embargo con una violencia bastante gráfica y chocante dado el tono general de la narración; no hay duda de que eran otros tiempos cuando vemos juguetes decapitados o destripados muriendo en primer plano. En todo caso éste es probablemente el único aspecto en el que se podría decir que esta obra ha envejecido un ápice.

Porque si nos centramos en el nivel de la animación todas las alabanzas serían insuficientes. No se puede dejar de subrayar que se trata de una obra de stop motion realizada en 1933, con todas las limitaciones a nivel de desarrollo de la técnica y medios que ello implica. Pero que esto no lleve a engaño, porque más allá del blanco y negro y de ciertas derivas narrativas como lo anteriormente mencionado, no hay nada en "La mascota" que pueda resultar envejecido, y sería un error limitarse a observarla en perspectiva. Aún hoy, y probablemente por mucho tiempo todavía, la fluidez de su animación es envidiable, y más teniendo en cuenta su estilo. La calidad del trabajo de Starewicz trasciende toda consideración temporal.

Y si hay algo en lo que destaca especialmente es en su retrato de personajes. Aunque Fétiche es el principal y con mucho el mejor caracterizado, llama mucho la atención la capacidad de reflejar la personalidad de cada uno de ellos en apenas cuatro movimientos, simplificados por las propias limitaciones técnicas o tal vez por pura economía narrativa, pero compensando con gestos, posturas y en suma con el lenguaje visual la falta de diálogos en un cortometraje casi por completo mudo en el que ninguno de los personajes inanimados pronuncia una sola palabra. Y es, como digo, especialmente notorio el mérito de Fétiche, que en apenas veinte minutos se nos presenta como un protagonista de gran complejidad dentro de su premisa básica de inocencia y bondad, cuidando al detalle su forma de reaccionar ante lo que le rodea y creando con ello escenas de gran inventiva en la que se mezcla la animación con escenarios y personajes reales.

A nivel narrativo, no resulta difícil encontrar paralelismos con la saga de Toy Story, que van más allá de una premisa esquemática para llegar a detalles sorprendentemente específicos, así como sus escenas en esa especie de baile en el infierno de los juguetes podrían recordar con facilidad a la temática e imaginería tétrica de, por ejemplo, "Pesadilla antes de Navidad", o también del Disney primigenio con la anterior "El baile de los esqueletos". Ver "La mascota" implica remitirse inevitablemente a estas obras, y no hay duda de que Starewicz con ésta y con sus otras creaciones ha supuesto una influencia clave en el desarrollo de las posibilidades de la animación hasta el nivel que encontramos actualmente, tanto en su avanzada técnica como en sus ideas argumentales.

Pero al fin y al cabo, lo importante en ella es que tras 85 años todavía se sostiene, intacta, como una obra cumbre de la animación que alcanzó un techo artístico que sigue resultando impresionante, y que hoy en día y sin ninguna necesidad de coartada contextual mantiene la capacidad de asombro, la belleza arrebatadora y la entrañable ingenuidad que hacen de ella una obra maestra imperecedera.

Texto escrito para www.cinemaldito.com.
Ghibliano
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