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El hombre duplicado

Intriga. Drama Adam (Gyllenhaal) es un afable profesor de historia que lleva una vida bastante monótona. Un día, viendo una película, descubre a un actor que es idéntico a él. Obsesionado con la idea de tener un doble, la búsqueda de ese hombre tendrá para él consecuencias inesperadas... Libre adaptación de la novela "El hombre duplicado", de José Saramago. (FILMAFFINITY)
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Críticas 175
Críticas ordenadas por utilidad
3 de abril de 2014
875 de 924 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para empezar he de reseñar de que no he leído la novela en la cual está basada.

Enemy es una película muy compleja, lenta en su desarrollo y algo agobiante con la trama de nuestro profesor perturbado.
Es una película difícil de digerir y que requiere más de un visionado para poder entender que pasa por las cabezas de sus protagonistas. Es una película que puede dar lugar a múltiples interpretaciones. La mía es la siguiente:
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ribeirosnake
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25 de junio de 2014
288 de 305 usuarios han encontrado esta crítica útil
No pude evitar recordar al ver esta película de Villaneuve –uno de sus dos estrenos del 2013– la que es mi película favorita de todos los tiempos: Mulholland Drive, de David Lynch, más que nada por la forma en que tienen para contar la historia. Uno se sienta pensando que al final sucederá algo gordo, la gran bomba de revelación, con los personajes y diálogos justos para explicarlo todo a lujo de detalle, pero nunca sucede realmente nada de lo esperado. Algún giro a lo “Abre los ojos” de Aménabar, por ejemplo. Lo que a uno le queda es pensar un poquito retroactivamente, o verla una segunda vez, porque vaya que deja sus huellas. Pocas películas me motivan para verla una segunda vez inmediatamente después de haberla terminado, pero aún no sé por qué Enemy sí. Y lo digo porque es corta, discreta, 90 minutos que van a lo que van, con personajes tampoco tan complejos si quitamos el evidente ingrediente especial de su trama.

Daré mi interpretación de la misma en Spoiler.
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David
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20 de marzo de 2015
144 de 151 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que la mejor forma de ver Enemy es tomar como básica la premisa del inicio, estas a punto de ver un caos que has de ordenar abandonando la usual postura pasiva del espectador. Dejar que el director te sumerja en esa atmósfera enfermiza y malsana donde se mueve el protagonista conseguida a base de tonos ocre y una banda sonora siniestra y minimalista. Una Toronto deshumanizada, onírica y fría sirve de ideal escenario para el descenso a los infiernos de su torturado protagonista.

Enemy se une a mi colección particular de películas de culto, Jake Gyllenhaal se reafirma como uno de los actores más carismáticos arriesgados y talentosos de su generación y Denis Villeneuve una vez mas arriesga en sus proyectos al máximo huyendo de la comercializad/mediocridad de la industria del país vecino.

En el spoiler expongo algunas ideas que he recopilado y que intentan poner un poco de orden al caos.
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Ezequiel 25 17
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30 de marzo de 2014
128 de 158 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una sensación de mal rollo constante. Eso es lo que sentí en todo momento mientras veía Enemy, la cual me ha causado tal impacto e impresión que me es difícil olvidarme de ella. Todo es asfixiante con esa atmósfera oprimida y gris (muy al estilo a la que podemos encontrarnos en la serie True Detective) junto a la aterradora música que no hace más que revolverte más las entrañas al igual que Adam tras descubrir que existe un actor idéntico a él.

Cada plano filmado por Denis Villeneuve (Prisioneros, 2013) nos dice algo cada vez más enrevesado y perturbador de lo que va a suceder en adelante, siendo más aterrador lo que vamos viendo por momentos, sin saber cómo va acabar. Hacía tiempo que no sentía por mi cuerpo una sensación tan terrorífica, la cual va más allá del hecho de encontrarte con alguien idéntico físicamente. Sí, porque más allá de lo físico, “Enemy” se adentra magistralmente en el terreno de la confusión, la cual acaba impregnando al espectador de dudas y de preguntas sin responder, consiguiendo que el flujo de neuronas del mismo vaya a más revoluciones de lo normal. ¿Por qué? Quizás la respuesta más clara que he logrado sonsacar yo a tantas cuestiones es que el hecho de que Adam se acabe encontrando con alguien idéntico a él en lo físico acaba siendo secundario, prestando atención a esos detalles quizás algo imperceptibles pero sumamente contradictorios, como: coche/moto, orden/desorden, casado/soltero, preñada/no preñada, preocupado/despreocupado, etc.

El film deja en el aire preguntas perfectamente bien confeccionadas para que el espectador siga comiéndose los sesos sobre lo sucedido, con un desenlace abierto a la imaginación de quien lo ve. La fantasía mezclada con imágenes oníricas (me es difícil olvidar esa terrorífica araña sacada más del subconsciente que de la propia realidad) sugiere la posibilidad de haber más de una vía a la respuesta que buscamos. Por ello, me viene a la mente otro film que fracasó merecidamente a la hora de jugar con el espectador de un modo semblante. Me refiero a FIN (2012) en donde no fueron capaces de presentar ningún estímulo o pista llamativa para el espectador (cosa que en Enemy sí ocurre), provocando una frustración desembocada con toda la razón del mundo, en un enfado y por consecuente en fiasco. Si las cosas se hacen bien (American Psycho (2000) es un claro ejemplo) el resultado acaba rozando la perfección, pero si sale mal cabe la posibilidad de que el espectador jamás vuelva a querer enfrentarse a una cinta así, en la que se cuenta una historia tan enrevesada, extraña, rara y sobretodo nada comercial. Al espectador medio no le gustan las complicaciones excesivas, ni salir del cine con más problemas de los que ya tiene, sino ver una cinta para evadirse de la realidad o bien para meterse en la piel del protagonista, por ejemplo. Si nada de eso se cumple, la sensación justificada es la de tomadura de pelo.

Pasando a los actores, es brutal la doble interpretación que realiza Jake Gyllenhaal (Código Fuente, 2011) dando vida tanto al arrogante y bravucón Anthony como al hastiado, tímido y desordenado Adam. Lo más espectacular es la facilidad con que el actor es capaz de transmitirnos con su lenguaje corporal quién es cada uno sin tener que mediar palabra. No obstante, pequeños detalles marcan las diferencias entre uno y otro. Gran interpretación de Gyllenhaal, digno merecedor por mi parte de los máximos reconocimientos como actor por su actuación aquí. El doblete de las mujeres también tiene mérito, tanto por parte de Mélanie Laurent (Ahora me ves…, 2013) como por Sarah Gadon (Cosmopolis, 2012), siendo respectivamente la mujer de Adam y Anthony.

Vuelvo a hacer hincapié en esa música, tan perturbadora, terrorífica y asfixiante que se apodera de la película como si de un virus se tratara. Y es que la banda sonora realizada por Dani Bensi y Saunder Jurriaans (Martha Marcy May Marlene, 2011) es un 50% del film, siendo también vital el buen juego que han sabido hacer con la fotografía en la que han acertado a la perfección, con un claro predominio del color sepia en los exteriores y la negrura de los interiores, conglomerando como bien he dicho al principio, un film asfixiante.

Y es que “Enemy” cuesta que se te quite de la cabeza si te ha llegado a gustar demasiado. La araña del film acaba colonizando tu cabeza y cumple su función tejiendo su tela de araña en la que las diversas respuestas que uno cree que pueden ser o no, te acaban asfixiando, gustando y finalmente disfrutando. Y debo admitir que llegar a esa conclusión me ha encantado. Una pena que no vaya a triunfar en las salas de cine.
SCuenca
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20 de julio de 2014
93 de 106 usuarios han encontrado esta crítica útil
75/16(28/05/14) Hipnótica adaptación libre del libro del luso José Saramago “El Hombre Duplicado” (2002), realizado por el director canadiense Denis Villeneuve, que lleva una espléndida racha tras “Incendies”, “Prisioneros” y ahora esta compleja obra, que cuando menos demuestra un gran riesgo al exponernos un universo cercano al surrealismo, con tintes buñuelianos, donde se reflexiona sobre la identidad personal, sobre quienes somos, sobre las obsesiones, sobre el vacío de espíritu, sobre la frustración existencial, sobre los límites entre realidad y onirismo, convirtiendo la cinta en un inquietante thriller psicológico.

El escenario es la ciudad de Toronto, Adam Bell (gran Jake Gillenhaal) es un introvertido profesor de historia en la Universidad, tiene una pareja, Mary (buena Mélanie Laurent), a la que trata con frialdad, por casualidad viendo una película ve a un actor físicamente idéntico a él, investiga sobre el intérprete y da con él, se llama Daniel St. Claire (gran Jake Gillenhaal) y lleva el nombre artístico de Anthony Claire, está casado con Helen (buena Sarah Gordon) y está embarazada, vive también en Toronto, Adam se obsesiona con él, le acosa por teléfono hasta que terminan conociéndose estableciéndose entre los dos una perversa situación.

El guionista español Javier Gullón (“El Rey De La Montaña”) adapta con libertad el libro antes referido, haciendo que el espectador tenga que sacar su propia interpretación, las posibilidades están abiertas, se toma la licencia dramática de inventarse el inicio y el final, así como el tono dramático que impone, el libro cerraba con las respuestas a las preguntas, aquí se queda todo abierto, dando un patinado muy de David Lynch en su ambigüedad explicativa, una historia viva que deja subliminalmente que hay un subtexto de problemas sexuales en el comportamientos de los protagonistas, abordando temas además como el adulterio, la fidelidad, el embarazo o los complejos de inferioridad. Es un lento descenso al Averno de la mente, una ambientación pesadillesca donde colisionaran los fantasmas del vacío, de personas sin expectativas que encuentran en los demás como expandirse y dar sentido a sus fatuas existencias. Villeneuve hace un desasosegante e intenso thriller con toques de suspense abrasivos, en un mundo enfermizo, de aire enrarecido, asfixiante, agobiante, con una tremenda fuerza visual, con imágenes de una gran potencia onírica-lírica, con elementos recurrentes para remarcar ella acidez de pesadilla como es la fijación por las arañas, sujeto muy freudiano para enfatizar en la telaraña que esta enmarañado los protagonistas. Llega a recordarme en cierta medida a “Zelig” de Woody Allen, en lo de una persona vacua, gris, ordinaria, y que parece encontrar un objetivo obsesivo en un tipo que es igual a él. Es una radiografía sombría de nuestros miedos, deseos, y nuestros sueños ahondando en el sentido de la individualidad, se reflexiona sobre aquello que escribió Robert Louis Stevenson en “Dr. Jekyll & Mr. Hyde” sobre la dualidad entre el bien y el mal. Villeneuve juega con el espectador provocándole, impactándole, sacudiéndolo, construyéndole un puzle con piezas sueltas a modo de imágenes o diálogos afilados que deberá unir para obtener alguna respuesta.

Para conseguir una atmósfera opresiva se apoya en un brillante diseño de producción de Patrice Vermette (“Prisioneros”), exponiendo una ciudad simétrica, edificios altos despersonalizados, con la Torre CN haciendo de desconcertante antena, con plazas vacías, calles semidesiertas, apartamentos impersonales, y esta sensación atomizada por la fascinante fotografía de Nicolas Bolduc (“War Witch”) que moldea un mundo de cuasi-ensueño, atrapando al espectador tiñendo los fotogramas de amarillentos sepias en exteriores y en sombras lúgubres en interiores, con tomas aéreas turbadoras, contrapicados trémulos, un alarde de emitir sentimientos. La música de Danny Bensi y Saunder Jurriaans eleva los niveles de perturbación, estridente, virulenta, amenazadora, un uso de violonchelos punzante que te sobrecoge. Sumando estos elementos se consiguen escenas de una gran potencia sensorial como el inicio en que Adam visita el Club de perversión sexual hedonista, una especie de entrada a la antesala del Infierno, brillante comienzo que ya te magnetiza a la pantalla.

Jake Gillenhaal es el alma de la cinta, el motor que hace que te pegues a la narración, haciendo creíble estos dos protagonistas, el apocado Adam y el arrogante Anthony, logra que en un instante sepamos por su lenguaje corporal si es uno u otro, además de por su indumentaria, incorpora matices a cada rol, y los dos sabe unirlos por un poso de amargura, los conecta con sutilidad, les da un tono intrigante-retorcido-obsesivo, demostrando que es uno de los mejores actores de su generación, arriesgando en no encasillarse. Además me ha gustado mucho Sarah Gordon como la preñada, emite una honda ternura, una dulzura comprensiva deliciosa.

Con todo lo bueno que dicho la cinta posee taras que la alejan de una mejor puntuación, y es que termina enredándose demasiado, se enreda excesivamente en cuestiones metafísicas, derivando en un tramo final excesivamente confuso en que los protagonistas se comportan de modo cercano a la estupidez, provocando por momentos la sensación en el espectador que el realizador pudiera estar más interesado en el envoltorio que en el contenido. Le falta solidez en la relación entre los dos “clones” me es muy forzada, me chirría el momento en que Anthony le chantajea, esto incita al espectador al alejamiento con la historia.

En conjunto sumado lo mucho bueno y el tramo final mejorable me queda un muy recomendable film, que te hace pensar, aunque no apto a todos los paladares. Fuerza y honor!!!
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TOM REGAN
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