La horca

No tengo mucha queja. Cuando uno va a ver cine de este tipo sabe con lo que se va a topar.

¿Y lo de aquí? Pues lo mismo que nos están vendiendo desde hace casi una década.

¿Historia, personajes, estilo, emoción, sustos? Nada. El cine de terror se ha reducido (si es que alguna vez fue algo) a agitar compulsivamente la cámara de un lado a otro en ambientes sin iluminación con la intención de ocultar obvias carencias presupuesto, mientras los protagonistas se pasean gritando en medio de tomas donde no se distingue nada y el común denominador son los sustos baratos (literal: pantalla en oscuridad total, azotan una puerta, ponen un efecto de sonido estridente con Audicity 2.0, plano cerrado a la cara del prota gritando...¡listo!) y al final salimos como entramos: sin saber nada de nada, ni nadie, y nos olvidamos de todo en unas horas.

Pero como dije, no hay mucho de que quejarse. Es material mas propio de YouTube que de una sala de cine. Así son estas cosas: baratas de hacer y a la gente le encanta consumirlas...¡pues vale! que con su pan se lo coman.

Yo paso.

La verdad es q desde la bruja de Blair se ha puesto de moda este tipo de rodajes ( found footage o lo que es lo mismo metraje encontrado). He decir que, este tipo de rodajes, no me parece nada creíble. En el caso de Rec, se puede entender, ya que, al ser periodistas se entiende q vayan, cámara en mano, detrás de la noticia. Pero aquí, con este argumento en concreto, me parece estupido y absurdo. De verdad se creen que puede ser logico que hayan situaciones de vida o muerte y se preocupen en grabar y en seguir grabando. Ayy!!! Se acabo la bateria, espera q voy a por la bateria mientras despistas al fantasma o al asesino. Por favor...Si lo hubieran resuelto de otra forma, el resultado hubiera sido otro. Actores malos, película mala y aburrida. Mi nota: 1 ( el cartel es lo único q se salva)

Es una película que mezcla lo peor de cada subgénero de cine de terror. Previsible, plagada de diálogos estúpidos, interpretaciones amateur y un guión que no tiene ni pies ni cabeza.

Rodada exclusivamente con cámara en mano la hace aún más soporífera. Lo único bueno es que es su corta duración...diez minutos más y me vuelvo loco.

De la fotografía, banda sonora y producción ni hablar...

Ya, sin duda alguna, el género "cámara encontrada" se encuentra en las últimas, al menos argumentalmente (taquilleramente es otro cantar).
No solo por efectista y chapucero, sino por su insistente manía de tirar por tierra historias que merecían quizá un tratamiento más convencional.

En el caso de 'La Horca', honestamente, hay una historia convencional pero con gran potencial, que enseguida se gasta en por el ABC del género, a saber: planos cortos e inusuales que sacan de la trama, protagonistas gritones sin razón para enfocarse y desaprovechamiento de efectivos sustos por querer grabarlo todo.
Entiendo que la rentabilidad es lo suyo, pero el problema es que no se puede evitar pensar que este teatro con pasado habría sido más memorable si no se tuviera todo el rato que huir de la bruja que nos persigue.

De hecho, una vez olvidado el formato, es una rareza bastante agradecida, que combina el mundillo teatral de rencores y obras que a la fuerza deben ser perfectas, con una noche terrorífica y fatal en la que un instituto se convierte en una pesadilla sin fin.
La naturaleza del monstruo es, incluso, perversa: nada de un maníaco que persigue o acosa, simplemente una presencia que anuncia un fin espantoso y súbito en cada aparición que hace.

Si sumamos una revelación del misterio bastante elegante y satisfactoria, solo cabría lamentar lo ya dicho: que ojalá no hubiéramos tenido que ser protagonistas, simplemente espectadores.
Tal como está rodada, una historia estimable se convierte en un conjunto de sustos que mañana mismo ya tendrá fecha de caducidad. Una lástima, aunque la estancia en el escenario embrujado haya sido más interesante de lo esperado.

A veces cabría preguntarse quién es el responsable de los enormes partos de ideas en el cine de terror moderno, cómo se nos venden filmes por todo lo alto que acaban resultando auténticas decepciones para el espectador. Jason Blum podría ser una de esas mentes, un señor capaz de vendernos en muchas ocasiones basura como si fuera oro. Ahí están “La purga”, “Ouija” o “Insidious: Capítulo 3” para demostrarlo.

“La horca” es otro producto marca Blum. Es decir, comprado por el productor a sus creadores, lo que le permite abaratar costes, y exhibido en grandes salas tras bombardearnos con una campaña promocional tan atractiva que el hype puede alcanzar niveles estratosféricos. Pero además, es una de esas producciones suyas para el olvido, de esas que se quedan en lo que prometían más que en lo que finalmente dan.

Pocas veces un título se ha convertido en una acertada metáfora de lo que es una película. La cinta de Travis Cluff y Chris Lofing es una soga repleta de nudos mal atados, un trabajo que acaba ahorcándose a sí mismo por culpa de su nefasto reparto, que más que actores parecen adolescentes tratando de ser intérpretes, y de una realización que hace un mal uso del found footage como mecanismo para generar un desconcierto inconsciente en el espectador. No son pocas las veces que cuesta seguir el rastro de sus personajes y en qué lugar se encuentran, y a esto no ayuda nada el hecho de usar dos cámaras y mostrar lo que ocurre en dos localizaciones distintas.

Sin embargo, lo peor de “La horca” es su horroroso guión. No es más que un compendio de lugares comunes e ideas ya transitadas por otras propuestas de terror. No inventa nada nuevo, ni sabe aprovechar sus muchas fuentes. Están los típicos jóvenes sobreactuados y protagonistas de actos ilógicos, el asesino de turno que nace de una historia que se remonta veinte años atrás en el tiempo, momentos de silencio y otros forzados, y alguna que otra escena bien conseguida. Pero sin gracia ni chispa, y culminando en un acto final también manido y absurdo que busca dar inicio a una posible franquicia y que recuerda bastante a la saga “Paranormal Activity” en lo que a repetición de esquemas se refiere.

Lo que queda es un vano intento de teatro dentro del cine cuyos ochenta minutos de duración se hacen eternos. No es capaz ni de generar tensión, y su historia, incomprensiblemente, se alarga hasta el aburrimiento cuando no debió pasar de la media hora de metraje. Es apta, eso sí, para espectadores con poca memoria y bagaje cinéfilo, y para todos aquellos que no se cuestionan si lo que ven es un refrito bien hilado o no. Los demás acabarán pagando su entrada y se darán cuenta demasiado tarde de que han sido engañados. Todos sus responsables deberían ser enviados al cadalso.

A favor: algún momento bien conseguido
En contra: los actores, el guión y la realización, todo un refrito de viejos esquemas mal hilados