Terror en la noche

Se podría decir que la película “Terror en la Noche” está posicionada en el cuarto puesto en cuanto a calidad, dentro de lo que es la colección de catorce films de Sherlock Holmes que protagonizó el magnífico Basil Rathbone a mediados del siglo XX.

En cuanto a ambientación la verdad es que al igual que en “La Casa del Miedo” (1945), el argumento de esta película se acercaría más a una historia de Agatha Christie que a una novela de Arthur Conan Doyle. Aunque eso no la hace menos interesante.

Éste es un film de intriga muy inocente que hay que disfrutar por tres razones:

1. Es en blanco y negro.

2. Prácticamente durante toda la película el escenario es el interior de un tren, cosa que siempre es de agradecer.

3. Los personajes: siempre maravillosos, tanto los habitúales como los secundarios.

En fin, muy entretenida. Excelente para relajarse en noches frías de invierno y recordar mejores tiempos.

Sherlock Holmes continua siendo uno de los personajes literarios más atractivos que uno pueda encontrar para trasladarlo al cine, aunque como todo aquello con lo que se suele abusar, sus adaptaciones no han sido siempre muy brillantes.

Las que hizo en los años cuarenta Roy William Neill no son malas, pero no podemos decir tampoco que sean una maravilla. Si no fuera por la interpretación de Basil Rathbone –para mí uno de los mejores Holmes de siempre-; ese encanto propio de la serie B; las tramas sencillas con ambientación teatral; y –por qué no decirlo- la escasa duración de estas películas, no podríamos casi ni recordarlas.

“Terror en la noche” no es precisamente de las más logradas, tiene lo señalado anteriormente pero falla en un guión más inverosímil que de costumbre, muy alejado del espíritu de Arthur Conan Doyle, que se vuelve en su contra.

Lo mejor es sin duda ese fantástico tren de pasajeros, que es un protagonista más de la trama y el sentido puramente ocioso de la historia, con sólo un objetivo: pasar el rato, aunque ya advierto que con algunos giros más propios de equilibristas que de auténtico cine de intriga.

Dentro del nivel de interesante, más mirando hacia abajo que hacia arriba.

Es una interesante opción de suspense, que junta a varios personajes sospechosos de asesinato y de robo en un tren, pero donde también está el inefable Sherlock Holmes y su ayudante Watson para aportar sus respectivas astucias en pos de lograr desenmarañar el entripado planteado.
La cinta desarrolla una historia con bastante misterio donde hay distintos focos de sospecha en los diversos personajes que aparecen (bien al estilo de las novelas de Agatha Christie), y el planteo principal del filme es desafiar al espectador a descubrir junto a Holmes la identidad del delincuente que está a bordo del tren.
La cinta dura apenas una hora, tiene buen ritmo narrativo, genera bastante incertidumbre pero no se aleja nunca de las típicas propuestas donde el detective siempre está un paso adelante para presumir que tenía todo controlado mucho antes de que los demás sospechen algo.
La resolución está acorde a un desenlace inesperado, pero tampoco es como para emocionarse demasiado más de lo que generalmente hay que esperarse en opciones de suspense como éstas.
En fin, película con muchos sospechosos de los cuales hay que descubrir al culpable, cinta bien ambientada desde la sugerencia de los escenarios interiores, filme donde aparecen la extrema perspicacia de Holmes y algunos toques humorísticos por parte de Watson para dar vida a una alternativa interesante donde la intriga y las conjeturas arriban a un tren repleto de pasajeros con dudosas intenciones y comportamientos.

Holmes y Watson son contratados para custodiar el valiosísimo diamante conocido como "La estrella de Rodhesia" durante un viaje en tren que les conducirá hasta Escocia.
Penúltima película de la serie de catorce en las que Basil Rathbone y Nigel Bruce encarnaban a Sherlock Holmes y al doctor Watson respectivamente. La dirige Roy William Neill quien filmó la mayoría de la saga alcanzando notables resultados. Junto a las excelentes "El perro de Baskerville" dirigida por Sidney Landfield y "La perla maldita" del propio William Neill se situaría por derecho propio "Terror en la noche".
Como he comentado en otras ocasiones, si a una sobresaliente puesta en escena y a una recreación fidedigna de las atmósferas casi dickensianas de la novela de Conan Doyle (inherentes a las catorce de la saga), si a esto -decía- le añadimos un guión extraordinario y a los tres personajes principales destilando los detalles más remarcados de su personalidad (sobriedad y serenidad en Holmes, ingenuidad y humanidad en Watson y torpeza y cabezonería en Lestrade) el resultado final es un auténtico disfrute para el espectador, que de seguro va a tener la sensación de ocupar un compartimento del tren esperando que, de un momento a otro, abra la puerta el entrañable doctor Watson libreta en mano dispuesto a interrogarle.

Rodada el mismo año que Vestida para un asesinato, de la misma serie, Terror en la noche, o Terror nocturno, nos presenta una aventura de Sherlock Holmes de una calidad inferior.
Reconocemos a uno de los mismos extras (el de la tienda de los féretros). Aparece otro malvado, el coronel Sebastian Moran, lugarteniente de Moriarty.
Siempre he dicho que las películas de trenes tienen un atractivo de tipo romántico que en este caso es fácil alcanzar, debido al personaje de Holmes y, de ahí, su valor.
No obstante, esta serie son más casos policiales que de investigación, prescinde de las excepcionales cualidades deductivas de Sherlock Holmes que se echan de menos. Además, el personaje de John Watson no es comparable al novelesco.