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15 años y un día

Drama Cuando a Jon, un adolescente conflictivo, lo expulsan del colegio, su madre lo manda a vivir con su abuelo Max, un militar retirado que estuvo en la guerra de Bosnia y que ahora vive en un pueblo de la Costa de la Luz. Pero a Jon le gusta vivir peligrosamente, y su abuelo se ha convertido en un hombre de costumbres tranquilas. Los dos tendrán que enfrentarse a sus limitaciones y a sus miedos. (FILMAFFINITY)
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Críticas 58
Críticas ordenadas por utilidad
28 de junio de 2013
56 de 81 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Por qué tenemos en este país un rechazo hacia nuestro cine tan grande? Las películas españolas son criticadas antes de ser estrenadas. Se les acusa de ser españolas. Resulta curioso que apliquemos el termino español como algo descalificativo. Y en estos momentos en el que la cultura está siendo maltratada por este país, el cine se encuentra con un obstáculo de nuevo en su propia casa, el del rechazo del espéctador.

15 años y un día está dedicada a su padre, al inolvidable Elías Querejeta. Gracia ha tenido a uno de los mejores maestros. Su sello es inconfundible. En sus guiones no hay trampas. Tiene un sabor humano, cercano, honesto... Gracia siempre antepone la palabra a la imagen. Sus películas se sustentan sobre un guión sólido. Ahonda en la psicología de cada uno de sus personajes hasta darles forma humana. Domina los silencios como nadie. Sus personajes hablan mientras permanecen callados. Lo no dicho, lo que se callan... Y es que Gracia piensa que lo más importante es el guión. Se nota y yo se lo agradezco profundamente.

Dirige con una sencillez asombrosa. Huye de artificios y trucos de magia. No pretende reinventar el cine. Lo conoce a la perfección y consigue hacer sencillo lo dificil.

No es una película sobre adolescentes, si no sobre el mundo que rodea a los adolescentes. Una película llena de veracidad y de excelentes interpretaciones. La secuencia de 6 minutos de Maribel Verdú es sensacional. Esta actriz hace creíble cualquier papel. Y mantener este nivel año tras año es para quitarse el sombrero ante ella. Tito Valverde realiza uno de los mejores papeles de su carrera y el joven Arón Piper rebosa naturalidad.

Y con ese sabor Querejeta el miedo vuelve a ejercer de protagonista. Y recuerdas aquella canción "Tiene miedo del amor y no saber amar, tiene miedo de la sombra y miedo de la luz, tiene miedo de pedir y miedo de callar. Miedo... que da miedo del miedo que da"
play it again Sam
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30 de septiembre de 2013
28 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
15 años y un día” o cómo hacer que se sucedan el mayor número de despropósitos posibles en una cinta cuya historia de inicio parecía llamar la atención. Un joven rebelde, una madre desesperada… y un abuelo condecorado en el ejército empleado como último recurso para meter en cintura a un adolescente cuyo último desaire ha traspasado los límites de las trastadas habituales. Gracia Querejeta (“Siete mesas de billar francés“, 2007) parecía haber encontrado el camino para guiar una trama en la que chocara el interesante contraste entre la rebeldía adolescente y la disciplina militar, pero no tardamos en descubrir que todo lo que apunta se queda en nada, que la forzada actitud del chaval no era para tanto, y que el militar retirado que vela por su rectitud no es precisamente el teniente coronel Frank Slade de “Esencia de mujer” (1992): aquí, ese soldado de armas tomar es Max, un personaje a medio dibujar del que nunca se llega a percibir un retrato completo pese a la buena interpretación de Tito Valverde (“El comisario“, 1999-2009).

Lo mismo pasa con el resto de personajes e historias de un entramado en el que la dirección, en lugar de optar por reforzar el hilo central, se ha preferido decantar por un abanico de subtramas carentes de fuerza pero abundantes de una descarada pretensión melodramática, que lo único que han conseguido ha sido desvirtuar la historia y alejarse de la aparente idea principal, hasta llegar a un punto en el que todo se vuelve extremadamente forzado y en el que no se sabe exactamente a qué está jugando Querejeta. Hay un claro interés por intentar emocionarnos a toda costa, buscando formas y desenlaces propios de películas con aspiraciones profundas, pero del único detalle que se olvidó aquí la directora y también guionista es que para lograr eso, hace falta ser fiel a una idea clara, desarrollar un argumento contundente y conseguir unos personajes mucho mejor definidos que los aquí presentes. Todo para que al menos podamos librarnos de esa previsibilidad latente durante todo el metraje, que adquiere mayor presencia en un débil tramo final en el que todo ya importa demasiado poco puesto que uno ha sido desconectado casi por completo.

Ahora quiero ir con un par de puntos que podrían parecer anecdóticos e intrascendentes de no formar parte estos del engranaje de una película que se dice seria, que pretende ser creíble y que para colmo demuestra unas pretensiones muy superiores que a las que es capaz de llegar, culminadas estas en la aspiración a un premio Oscar como mejor película extranjera. En primer término, hacer referencia del patético espectáculo que nos convida la interpretación de Pau Poch (“[•REC]²“, 2009), un español poniendo acento sudamericano con un resultado lamentable que invita al sonrojo: tan pronto nos encontramos palabras y tonalidades propias de la jerga colombiana como volvemos a identificar su marcado acento natal de España, en el que no queda ni rastro de ningún país latinoamericano porque al mismo actor parece habérsele olvidado su rol.

Esto, para una broma en plena noche de borrachera con los colegas puede estar bien, pero para un ejercicio cinematográfico de estas intenciones me parece una tomadura de pelo y una mofa hacia el espectador. Eso sí, más culpable es quien lo pone ahí y/o quien no ordena repetir el rodaje de las escenas, que quien no tiene la capacidad para cubrir esa función interpretativa (se me acaba de venir a la cabeza el espléndido trabajo de Carlos Bardem en “Celda 211” ejecutando esa misma tarea, aunque ¿tan difícil es seleccionar a un actor cuyo país de procedencia sea ese al que pretenden imitar el acento?).

De la escena de trámite en la que aparece una chica en una webcam hablando con el protagonista (y esto forma parte del segundo punto que quería comentar), mejor me ahorro la calificación porque para ello debería recurrir a una tabla de puntuación muy por debajo de las temperaturas glaciales. Que sí, que es una escena de paso (que por cierto, sobraba, porque no aporta ni justifica absolutamente nada del argumento, ni mucho menos adorna) pero ¿cuesta tanto tomársela en serio, ahorrándose una de las interpretaciones más pésimas que yo haya podido ver en mi vida?. Sin salir de ese mismo locutorio en el que se encuentra la adolescente de la cámara (me ahorro su nombre para preservar su honor), encontramos a Sfía Mohamed como la encargada de ese ciber. Ciertamente no incomoda su dulce papel, pero su interpretación vuela a ras de suelo, notándose excesivamente su vocalización y transmitiendo tan poca naturalidad como falta de emoción y credibilidad propia en todas sus palabras.

Esta selección de papeles cojos (o directamente en la UCI) es rescatada por la solidez de un Tito Valverde que gusta pese a su difuminado papel, y al que se agradece su calidad para poder hacer más llevadera esta película que se quedaría en menos que nada sin él. Igual sucede con Maribel Verdú (“Blancanieves“, 2012), que brinda una gran interpretación en la que todo resulta creíble, y el propio Arón Piper (que ya participó en un corto de Gracia Querejeta con un trasfondo similar, “Fracaso escolar“, 2012) en el papel de Jon (el adolescente rebelde), que aún careciendo su desaprovechado personaje de una construcción más definida, cumple con naturalidad el rol que aquí le ha sido impuesto. Y la naturalidad, sobretodo en una cinta con tantas imposturas, se agradece muchísimo.

(Continúa en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
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Sandro Fiorito
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1 de febrero de 2014
21 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decir que es increíblemente soporífera o incluso previsible son ideas casi obvias, así que no me molestaré en ahondar en ellas.
Trabajar con niños o adolescentes no suele traer grandes recompensas, mas a veces se perdona si lo que se nos intenta contar o expresar es, al menos, agradable. Aquí resulta imperdonable. Por otro lado, no cabría hacer que los niños cargaran todo el peso de su actuación, porque los diálogos escritos (para ellos y para todos) son lamentables, lo cual ayuda a que en todo momento seamos conscientes de nosotros mismos como espectadores (si el sueño no nos vence) y que exista una gran barrera entre la película y quien está delante, nunca dentro de ella. Sin embargo, no parece que este sea el objetivo de Querejeta...
Por lo demás, esos destellos de tragedia o los malísimos que son los ecuatorianos o la rusa solo consiguen convertir una mala obra en un insulto al arte. ¿Esta película tiene 7 nominaciones a los Goya? (Mejor película, Mejor director, Mejor actor principal, Mejor actriz de reparto, Mejor actriz revelación, Mejor canción, Mejor fotografía) Bien podían quedar desiertos.
Ni Maribel Verdú hace de esto algo digno.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
leite
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17 de diciembre de 2013
15 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi la película en el cine al poco tiempo de estrenarse. Confiaba en Gracia Querejeta por la fascinación que algunas de sus películas me habían causado desde una sencillez inmensa (sobre todo "Héctor" y "Cuando vuelvas mi lado"). Además, pensaba yo, la hija del productor de algunas de las mejores películas del cine español, debe llevar en la sangre el amor y el respeto al cine.

Me equivoqué de principio a fin. La he votado con un uno, sin duda, porque el cero no está disponible.

El argumento es penoso, vacío, desdibujado y plagado de personajes estereotipados así como de topicazos absurdos. La interpretación, por decir algo, de Arón Piper roza el ridículo y, la del resto de jóvenes puede herir sensibilidades. Quizás se salve Maribel Verdú pero el simple hecho de que haya aceptado formar parte de semejante basura hace que piense que se ríe de los espectadores tanto como la directora.

Se nos muestra a un adolescente "problemático" cuyos actos delictivos dan risa además de vergüenza ajena. La madre, preocupadísima ante las travesurillas del indomable joven decide mandarle con el abuelo y será entonces cuando conozca a una pandilla de chavales, muy malos todos ellos, al lado de los cuales se sucederán una serie de catastróficas y ridículas desdichas calculadas al milímetro para que todo sea lo más peliculero posible.

No sé a cuántos chicos problemáticos habrá conocido esta tipa, pero desde luego, pienso que alguien tiene que explicarle o bien que no todo el mundo, afortunadamente, es como en "La Moraleja" o que es mejor que busque argumento para sus películas en su mundo y no se meta en mundos que no conoce ni de lejos porque, sinceramente, OFENDE.
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Victoria
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24 de enero de 2014
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me da en la nariz que la Querejeta realmente no entiende nada de guión -- si acepta algo de este nivel, realmente, poco sabe del tema -- es decir:

Todo empieza con una idea que, a todas luces carece de punch, continúa con unos conflictos romos -de intensidad digna de una TV movie germana- y sigue con diálogos falsos, mal elegidos. sonrojantes (lo siento, un chaval de 14 años no habla así -- y los adultos tampoco -- esto huele a fake a años luz).

Los actores no pueden salvar el material (Verdú y Valverde están MUY por encima del material que interpretan -- por cierto: de ese homosexual retratado con ademanes propios del Dr. Maligno mejor ni hablo).

El estilo visual es casi vergonzante por pobre, pálido, flojo y antifílmico -- digno de la peor ficción made in TV española) y la banda sonora- again televisiva- atesora cortes musicales que casi dan ganas agachar la cabeza y mirar a otro lado.

Si esto es premiable en nuestra piel de toro, entonces está claro porqué la gente con capacidades y talento reales de nuestra cinematografía se está marchando a pastos más verdes y hoollywoodienses. Porque la verdad, con cosas así...

Ejem, EJEM.
metabaron
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