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Lilí

Musical. Romance. Drama Lilí es una joven francesa huérfana e ingenua, sin hogar ni recursos, que se enamora de un prestidigitador al que conoce en una función circense. Se queda a vivir en el circo, donde trabaja con un ventrílocuo lisiado que se enamora de ella. Los mejores amigos de Lilí son los títeres, a los que confía sus apasionados sentimientos hacia el mago, aunque su amor no es correspondido. (FILMAFFINITY)
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
20 de abril de 2008
49 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lilí es una película digna de estudio. ¿Por qué?. Es un magnífico ejercicio de virtuosismo. Toda ella está hecha de elementos extraordinariamente dulzones: la feria, los personajes, la historia de amor, la moraleja del cuento, la fotografía, ¡¡las marionetas!!, la canción Hi Lili, Hi Lo... Todo tan, tan dulce que podría provocar un coma diabético. Pero no. Lilí es virtuosa porque roza el abismo del pastel, pero nunca cae en él. Lo bordea, está a punto, a punto de enlodarse en níveo merengue... pero no. Y entonces se produce ese extraño fenómeno. Sabes que es dulzona, sabes que las marionetas son infantiles, que nunca reconocerás ante tus amigos que has tarareado alguna vez Hi Lili, Hi Lo, sabes que la cariñosa e inocente Lilí acabará con el cojo gruñón y el corazón te palpita porque les ves enamorarse, animarás a Lilí a correr de vuelta con su verdadero amor porque es lo que harías tú... y sabes que si la echan por la televisión te la quedarás mirando hasta el final.

Lilí es esa encantadora película que todos llevamos en el corazón, como un secreto. Nos embruja Lilí. Pero si nos preguntan si nos gusta, lo negaremos. Negaremos a Lilí como San Pedro negó a Cristo. Contestaremos: "¡oh, sí!, la he visto, es muy ñoña... pero como no echaban nada más pues la ví". Pero tu corazón estará tarareando Hi Lili, Hi Lili, Hi Lo.

Es por eso que le doy un 10. Porque de Lilí siempre te acuerdas y siempre te ilusiona ver. Y por la maestría con que está dirigida e interpretada. Un equipo de artistas que lograron que un merengue se convirtiera en un exquisito bocado de alta repostería.
llanternamagica
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17 de marzo de 2006
28 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es de esas películas de las que se pueda hacer una crítica. Desde el principio hasta el fin es encantadora, de una ternura nueva en cine, inocente, lenta para que vaya penetrando lentamente en el corazón. Leslie Caron no es bonita y la amamos. Amamos la canción. Amamos el teatro de títeres Y hasta amamos su horrible vestido y su maleta.
¿Por qué...? Y... vaya a saber! Acaso por la misma razón que amamos a Forrest Gump
...¿o no?
Cristina
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19 de febrero de 2007
24 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comparto totalmente la opinión anterior de Cristina. Cuando mis padres me llevaron a ver esta película a un cine de reestreno, en aquella dura y triste década de los cincuenta, yo salí tarareando aquella preciosa melodía y preguntando cuándo volvería a verla. Había descubierto mi amor por el cine, por la música y por las gentes con buen corazón. Desde entonces, aprendí a vivir más feliz.
Rafael Castillejo
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29 de diciembre de 2008
21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé ya cuántas veces he visto esta película: Solo... con mi esposa... con mis hijos... la he presentado en salas para niños y para adultos… ¡y siempre me ha resultado maravillosa y a todos los públicos les ha encantado! Creo que debería verla todo el mundo porque, en ese pequeño parque de diversiones donde transcurre la mayor parte de la historia, está recreado el planeta tierra y la particular humanidad que ahora mora en él.

Los valores más excelsos, y los más tristes sentimientos, son plasmados por Charles Walters -con la inmensa presencia de su maravilloso grupo de actores- de la manera más sentida, cálida y emocionante que uno pueda ver, y entonces, sin reserva alguna, conseguir mandar al traste ideas tan deplorables como “los hombres no lloran”, “el romanticismo es para ilusos” o “eso es cine para niñas”.

“LILI” (la maravillosa, Leslie Caron, que pronto volvería a atraparnos con “La Zapatilla de Cristal”) es un filme cautivante. Nos envuelve en su ternura, en su aparente ingenuidad y en su inmensa nobleza. La seguimos cuadro a cuadro, escena a escena, con el corazón en la mano y con una imborrable sensación de que, la belleza, el amor y la ternura, han entrado de pleno en nuestra intimidad.

Walters –curtido bailarín y coreógrafo- nos envuelve también en la frustración de Paul, el ex-bailarín, ahora lisiado y convertido en titiritero quien, antes que nadie, descubrirá el ser maravilloso que se esconde tras la simpleza de la joven Lili; y nos “disgusta” Marcus, el seductor incorregible, necesitado de una gran lección cuando le vemos dispuesto a tener su fugaz aventurilla con la cándida Lili.

Los títeres se convierten en la imagen metafórica de aquellos comunes, pero, magníficos seres humanos que a diario transmiten alegría a los visitantes de ocasión, mientras sus corazones se desgarran con sus propios fantasmas interiores. Ninguno se reconoce en sus verdaderas dimensiones... ni siquiera, Lili, cuando da su ternura sin imaginar que la está dando.

Repentinamente, nosotros nos sentimos recreados en ellos... y es, entonces, que tenemos la impresión de estar haciendo parte de la historia, porque estamos allí sufriendo y amando, desconociéndonos y conociéndonos, sintiendo que el amor pugna en nuestra alma por manar a borbotones.

Por esto, por su música, sus coreografías, su sentido del 'humos' y del drama... “LILI” es, en definitiva, una obra maestra, una joya inolvidable, ¡una de las más bellas películas de la historia del cine!

Lará larálalalala, hi Lili, hi Lili, hi lo…
Luis Guillermo Cardona
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30 de septiembre de 2011
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un cuento. Colores y más colores. Música, baile, feria, globos, títeres, magia...un mundo de niños donde, en realidad, mandan los mayores y los propios niños se pierden en la ilusión, ajenos a todo aquello que les rodea.
Un historia de inocencia, de bondad, de pureza, de amor. Una historia contada mediante los sentidos. No hacen falta palabras. Tan solo un baile, un gesto, una mirada, la música...son suficientes para comprender el verdadero sentido de todo.
Leslie Caron hace un estupendo papel. Tan inocente que casi parece que va a ser aplastada por un gigantesco Mel Ferrer, al que la cámara siempre ve desde un punto de vista que lo hace parecer enorme y amenazante, como ella misma lo veía: "el hombre enfadado". Y la última escena es magnífica: "sin palabras".
luxy
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