En la que Bale comienza a acumular mierdas varias para matar gente, todavía sin traje ni guión, y sin Morgan Freeman. Anda más caliente que los frenos de mi Honda bajando los Picos de Europa, y como no lo puede remediar, también mata sin parar al que se le pone delante. La directora, el guionista o quien sea, creo que nos quiere dar a entender que mata todo aquello que se aleja del concepto de perfección de Bale. Pero es que un tío así, al que le gusta Phil Collins, no tiene un cerebro capaz de atisbar ese concepto. En el fondo le pegaría más que le gustasen OBK, pero mi abuela escuchando a Antonio Machín parecía más moderna que este ejecutivo pedante con sus cascos a la cabeza haciendo movimientos ridículos al son de Genesis.

En el fondo estoy decepcionado porque creía que esta película era como de terror, pero lo único terrorífico es cómo Bale puede haber llegado a ser alto ejecutivo de una importante empresa a los 27 años sin dar palo al agua y más enharinado que la merluza rebozada. ¿Es así la realidad? Hoy tengo que ir al Carrefour y no descarto comprarme un palo o una cañería o algo bien duro para lo que se tercie, porque estoy harto de que toda esta gente nos vacile y aún encima se salgan con la suya. Al final, como si nada, se salva de ir a la cárcel y sigue contento su camino hacia Batman. Y me cabrea que tú o yo no podamos acceder a esa vida llena de emoción en la que matemos a todos los que nos caigan mal y que socialmente esté aceptado. Si es que en el fondo me hubiese tranquilizado que esta película la hubiese producido Disney para así creer que no puede ser verdad.