Qué grima da este buen hombre. Es innenarrable lo repelente que resulta. En un mundo normal sus compañeros le odiarían porque a su lado ellos parecerían totalmente retrasados, y porque aparenta, y es, directamente, gilipollas. En la serie dichos compañeros son, en efecto, totalmente retrasados, pero en este caso adoran a su líder, El Mentalista, un Ser Supremo omnipotente y omnisapiente cuyo repertorio de poses, miraditas, muequitas y sonrisitas puede producir cáncer con ver un solo episodio. La forma en que este Ser analiza los lugares y las personas, con ese aire de suficiencia burlona y engreimiento, bastaría para detestarlo...
El problema de fondo reside en que, con excepciones muy honrosas ("Big Love", "Los Soprano"...) las series de televisión estadounidenses están diseñadas para la América paleta. La edad intelectual de esa gran masa de norteamericanos que creen que España es un estado mexicano, entre otras divertidas ocurrencias, corresponde en Europa a la de los niños de no más de 11 años, o como mucho 13 si ven habitualmente las televisiones generalistas españolas en horario infantil, cosa que produce un pequeño retraso en el desarrollo cognitivo.