Ari Aster vuelve a la carga con ese terror que se alarga en esta película veraniega, que no tiene tantos momentos brillantes como "Hereditary", pero tampoco se desploma de forma lamentable.

Hay básicamente dos líneas de desarrollo. Por el interior, una pareja que estira su relación mucho más allá de lo cabal. Ella sufre de severo trauma (recogido en un episodio pre-créditos magistral) y él es un pusilánime de campeonato. Por el exterior, una historia de terror hippy, poco original pero bien facturada, con un valle de ensueño como campo de juego. La cámara se mueve y respira con entusiasmo, en contraste con los personajes, atrapados en una telaraña atávica y narcótica, por no decir diabólica y lunática como haría Camilo Sesto.

Por suerte, porque dura dos horas y media casi, ofrece momentos interesantes hasta el final. Incluso he aprendido una tortura que no conocía. Sin duda, esta película ayudará a la integración de los estudiantes suecos en universidades extranjeras, cosa que hacía mucha falta.

No me gusta destacar cosas negativas, pero la carroza con los colores de Ferrero-Rocher no pega ni con cola.

Gustará a: hombre de mimbre, botánicos, falleras mayores
No gustará: septuagenarios, osos, gente que se mea en los árboles