Cuarón va a los Óscar again. Pero claro, convertido en niño bonito tras GRAVITY (un film cuya hondura narrativa va poco más allá de una logline adornada con un virguero curro de I+D digital) consigue que los chicos de Netflix -que quieren ser tomados en serio tras andanas de largometrajes vomitivos de Adam Sandler y claramente han generado un ruido mediático enorme para visibilizar en los medios la última peli de Alfonso. le pagan su proyecto autoral: un largo en blanco y negro sobre su infancia en Méjico que es una oda a las esforzadas chachas around the world... o algo así. Porque mi menda no le ve la chispa en ninguna parte.

¿Imax para rodar algo tan íntimo? Pura estética. Con tanto encuadre de tamaño a ratos estilo David Lean, su protagonista parece casi una nota a pie de página a ratos. Por otro lado, diversas aleatoriedades (terremotos, incendios...) crean a menudo una sensación de aleatoriedad. El rebuscado lirismo de otras partes (es tipo cantando en mitad del incendio)suenan a pose. Además, la duración resulta de todo punto injustificada más allá de para resaltar la escala de lo que se cuenta. Por si fuera poco, apenas sabemos nada de su protagonista, un ser sin carisma, soso y pasivo que difícilmente interesaría a un espectador común.

Comprendo que a muchos críticos les haya gustado. Tiene apariencia externa de cine de calidad, su tempo es desafiantemente lento, su opacidad narrativa invita a sesudas interpretaciones (efecto Test de Roschach), viene de la mano de un director reputado y es claramente anticomercial. Así que, si el río suena, agua lleva, ¿no?

No, damas y caballeros. No es más que un film autocomplaciente, lento, alargado y narrativamente ineficiente.

Vamos, que se va a llevar unos cuantos premios de la Academia.