Todo lo relacionado a las apariciones, tanto espectrales como demoníacas, tienen su origen en un debate que desde hace unos pocos siglos se ha ido intensificando: las creencias de los devotos religiosos frente a las incredulidad de los agnósticos. Para muchos, es muy dificil creer la existencia de algo de lo que no se tienen pruebas.

La película nos cuenta la historia de un joven seminarista sin fe, Michael Kovac, que por casualidades del destino se ve obligado a asistir a un seminario para aprender a practicar exhorcismos. Allí vivirá diversas experiencias junto con experimentado exorcista, el padre Lucas, que le harán replantearse sus convicciones.

La película partió de las experiencias de una periodista que conoció a ambos sacerdotes y pudo asistir a varios de sus exorcismos, por lo que la da un aire de verosimilitud que otras películas de exorcismos no tienen. Además tiene un buen guión, y su fotografía está muy bien cuidada. Su única pega, algunas partes cuyo ritmo no termina de ser el correcto.

Sin embargo, no podemos olvidar la mayor virtud de la película: un extraordinario Anthony Hopkins que hace el moejor papel de su carrera y que ensombra una muy buena actuación de Ciaran Hinds.