Es una delicia darle marcha atrás al tiempo con el cine, cuando esto te permite tener enfrente a un James Stewart jovencísimo, apuntando ya el prototipo de americano bueno, honesto, tímido e ingenuo, pero con una voluntad de superación de la adversidad a prueba de rayos y bombas. Esta vez va de políticos corruptos y sin escrúpulos, que le engañan para su causa, pero que tratan de hundirle sin piedad cuando descubre su juego. Y ahí es cuando surge el héroe made in Hollywood, exagerando sin duda sus valores patrióticos. Su partenaire femenino le ayuda a salir a flote, pues esta es la aportación necesaria de toda película normal, pero es en el apuesto Stewart donde se centra todo el interés de la historia, dirigida por un Capra en estado de gracia. Una película digna de figurar en las colecciones exigentes.