La habitual espiral de violencia de su director alcanza sus cotas más poéticas en este film. En su inolvidable escena final, en ese montaje que alterna plano de los protagonistas con otros de mujeres de mil años debajo de las mesas.

Toda la película es un viaje para escapar de nada, porque ya nada les espera, no se encuentran en su mundo, éste quedó atrás. Así, mejor morir con honra, por un amigo, matando a criminales de peor condición que ellos que de cualquier otra forma, por ejemplo a manos de un antiguo amigo (anticipando el director en su filmografía la esencia de Garret y The Kid). Y, desde luego, Mapache es la esencia de esa maldad no poética.

Dentro del complejo mundo de los criminales siempre hubo clases. Minutos antes de caminar hacia la muerte, cada uno representa su papel. Los hermanos siguen siendo ruínes, aun sabiendo que van a morir, Holden compasivo, Borgine fiel a su jefe y amigo.

Y los cuatro se encuentran y caminan hacia la muerte.