Está claro que los elogios y críticas favorables que esta serie recibe, no son más que el resultado de la nostalgia del trabajo que la precede.

Sin "Breaking Bad" esta serie estaría considerada como regular tirando a floja. No hay más.

Lo peor de todo es que encima, la mera presencia de la serie en pantalla durante tantas temporadas, puede poner en peligro la reputación de su "secuela", por un empacho hasta el hartazgo de inverosímiles cabriolas de guión que nos hacen comparar, y a veces desmerecer, lo anteriormente visto en "Breaking Bad" que lógicamente seguía el mismo patrón en cuanto a argumento y puesta en escena se refiere.

El histriónico actor Bob Odenkirk, que en las últimas temporadas ya se ha desmarcado como productor de la serie, llega a empalagarnos con su increíble despliegue de vestuario y caracterizaciones, no propias de una persona que en teoría se encuentra en la miseria más profunda y absoluta. La constante busqueda del eterno perdedor "looser" en su personaje, no concuerda bien con un hermano abogado de prestigio, aparte de forrado, que es fundador de uno de los buffetes más importantes del estado. La novia pseudopija con aspiraciones bizarras tampoco encaja muy bien que digamos. Todo el armazon argumental y de situación está traído literalmente por los pelos.

La constante apología del "American way of life" llega a cansar al espectador, al menos al espectador español, al menos a mí me cansa y me satura ver un mundo dominado por el capital y el individualismo en el que en teoría todo esta al alcance de cualquiera, pero que al final solo está alcance de los mismos, esto es, las personas de raza blanca y con corazón forjado en barras y estrellas.

Para simbolizar lo malo del mundo echan mano de los chicanos y de los marginados, evidentemente.

Las personas de raza blanca americanas de la serie (englobando también a Breaking Bad) son abogados, empresarios, profesionales, profesores, policias honestos de la DEA, pero de momento ninguna de ellas está implicada de manera directa en el tráfico de drogas...Qué cosas ¿verdad?. Fijaos que el único personaje de estas características, Lydia, que está directamente implicada en la trama delictiva, es mujer, pérfida, mal encarada, y encima trabaja para una empresa "extranjera". Una empresa alemana con nombre español exactamente.

En el fondo nos la están colando, y nos la vamos tragando.

Para resumir. Una serie de inverosímil argumento, lenta, con exceso de actor, con molestas piruetas de guión, y que no sería nada si no hubiera existido Breaking Bad.