De primeras uno puede pensar que se viene una película de ésas en las que de un conflicto absurdo se lía la marimorena, pero no... sí, pero no.
En los escasos 100 minutos que dura tenemos varias conversaciones de relleno que no llevan a ningún lado y, lo peor de todo, que abren caminos (el ayudante del sheriff, el hermano "bueno", la joven ayudante de uno de los profesores, la elección del nuevo decano...) que luego no se cierran. ¿Por qué se abren? Porque el guionista los necesita para que la protagonista nos cuente su pasado, veamos su peculiar forma de ser y nos telegrafíe lo que ocurrirá en los últimos minutos. A esto añadid planos muy largos, silencios, escenas de relleno... para intentar dar algo de peso a un guión que se escribe en medio folio.
Le doy un 3 por la forma, se echan en falta películas fotografiadas y montadas con gusto y calma, y por la protagonista, fracasa en todo lo demás. A excepción de la protagonista, el resto de personajes están poco o nada definidos, son arquetipos (el único un poco mejor escrito es el del hermano "bueno"). El clímax es ridículo y la escena final, que se veía venir desde el minuto 1, también.
Como no podía ser de otra manera en el cine actual, el 90% de los personajes blancos que aparecen son psicópatas, garrulos, calzonazos, abusadores, sumisos y cerdos. En un momento de la película hablan de "cuotas", pues está claro que esta película cumple con los estándares de la Agenda 2030 y toda la mierda progresista con la que insisten en cargarse el cine.