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Spain Spain · Valencia
Carorpar rating:
9
Drama. Mystery Real-life New Orleans district attorney Jim Garrison (Kevin Costner) sets out to investigate the murder of U.S. president John F. Kennedy. In the process, he discovers an intricate conspiracy involving a group of decadent gay men led by shady businessman Clay Shaw (Tommy Lee Jones), and numerous other co-conspirators, from the Mafia and right-wing Cubans to the CIA and future president Lyndon B. Johnson. In the meantime, Garrison ... [+]
Language of the review:
  • es
December 19, 2021
4 of 4 users found this review helpful
Sin considerarme ningún fan de Oliver Stone —al contrario, pese a sus innegables dotes técnicas, me parece un realizador aquejado de un discurso no sé si más hiperbólico que maniqueo o viceversa—, ni mucho menos de Kevin Costner, lo limitado de cuyas prestaciones interpretativas nunca dejará de asombrarme, creo que “JFK: Caso abierto” es una gran película.
Para empezar, a treinta años de su estreno ha envejecido estupendamente. Si encima la comparamos con las inanidades que infestan las ubicuas plataformas de contenidos, su valor se eleva a la enésima potencia. Porque la ambición estética y argumental que la adorna se antoja impensable hoy en día. Los amplios encuadres y geométricos desplazamientos de la cámara, la rugosa textura del celuloide y la sólida escenografía, la densidad narrativa y la proliferación de estrellas —acompañan al antedicho Kevin Costner Joe Pesci, Tommy Lee Jones, Gary Oldman, Kevin Bacon, Sissy Spacek y Donald Sutherland, entre otros. Hasta Jack Lemmon tiene una breve aparición— ilustran un concepto si no extinto ya, diríase al borde de ello: el de la superproducción hollywoodiense. Eso sí, bien entendida; no los bodrios criptofascistas con que el cartel Marvel-Disney viene contribuyendo a la idiotización de las masas de un tiempo a esta parte.
Stone encauza su habitual grandilocuencia para que tres horas se nos pasen en un suspiro —de hecho, se queda uno con ganas de más— combinando ficción e imágenes de archivo, que inserta de manera reiterada, como una especie de “leitmotiv” pespunteando una trama de complejidad creciente, combinación sabia de "conspiranoia", Guerra Fría, film de juicios e incluso su pellizquito de melodrama. Se trata, en suma, de una cinta superlativa donde ni siquiera Kevin Costner desentona —aunque se asemeja al Jim Garrison real lo que un huevo a una castaña—, ejemplo palmario de una manera de hacer las cosas que, por desgracia y salvo contadísimas excepciones, ha quedado casi como un objeto de museo (arqueológico).
Carorpar
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