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José Antonio (El Abuelo) rating:
3
Language of the review:
- es
October 14, 2006
19 of 35 users found this review helpful
Decepción de las gordas, aunque uno ha visto ya tantos clásicos que indebidamente han pasado a la historia del cine por razones extracinematográficas, en este caso por la música y por no se sabe bien qué identificación con los personajes del público de entonces, que la decepción en realidad sólo es relativa.
Para empezar, una historia tan extraña, por no decir absurda, basada sobre el papel en personajes un tanto marginales, sólo debería haberse puesto en escena con una visión independiente, de autor, equivalente a la del autor de la novela en que se basa (Truman Capote). Sin embargo, la realiza el Hollywood más oficial a través de un director de comedias (Blake Edwards), con lo que chirría escandalosamente el grueso del metraje y el aspecto formal, declaradamente convencionales, con el trasfondo de los personajes, sobre el papel social y psicológicamente muy problemáticos, dando como resultado un sucesión de hechos arbitraria e incongruente.
Pero es que además los diálogos son tan flojos, tan absurdos, que no se sabe bien de qué pie cojean exactamente unos personajes que, de esta manera, se comportan de un modo incomprensible, con lo que, además de no suscitar la mínima expectación sobre lo que vaya a ocurrir, no se consigue adoptar un tono homogéneo durante toda la cinta, oscilando como una veleta del drama a la comedia romántica sin justificación alguna. El único aspecto que la unifica un tanto es su famosa banda sonora, que, efectivamente es una maravilla, pero de cuya inclusión se abusa, probablemente porque sus creadores o productores se dieron cuenta de que, a falta de un buen guión, era el mejor o el único modo de dar un cierto tono o ambientación a la historia.
Inmejorable ejemplo de cómo en una película los personajes y la historia pueden ir cada uno por su lado sin el más mínimo ajuste.
Para empezar, una historia tan extraña, por no decir absurda, basada sobre el papel en personajes un tanto marginales, sólo debería haberse puesto en escena con una visión independiente, de autor, equivalente a la del autor de la novela en que se basa (Truman Capote). Sin embargo, la realiza el Hollywood más oficial a través de un director de comedias (Blake Edwards), con lo que chirría escandalosamente el grueso del metraje y el aspecto formal, declaradamente convencionales, con el trasfondo de los personajes, sobre el papel social y psicológicamente muy problemáticos, dando como resultado un sucesión de hechos arbitraria e incongruente.
Pero es que además los diálogos son tan flojos, tan absurdos, que no se sabe bien de qué pie cojean exactamente unos personajes que, de esta manera, se comportan de un modo incomprensible, con lo que, además de no suscitar la mínima expectación sobre lo que vaya a ocurrir, no se consigue adoptar un tono homogéneo durante toda la cinta, oscilando como una veleta del drama a la comedia romántica sin justificación alguna. El único aspecto que la unifica un tanto es su famosa banda sonora, que, efectivamente es una maravilla, pero de cuya inclusión se abusa, probablemente porque sus creadores o productores se dieron cuenta de que, a falta de un buen guión, era el mejor o el único modo de dar un cierto tono o ambientación a la historia.
Inmejorable ejemplo de cómo en una película los personajes y la historia pueden ir cada uno por su lado sin el más mínimo ajuste.