Tras una taquilla de récord desde los inicios de la pandemia en 2020, la segunda entrega de Venom llega a cargo de Andy Serkis, más conocido por sus papeles como actor (La guerra del planeta de los simios, El seños de los anillos…).

Para los fans de este simbionte de Marvel, esta continuación va a resultar igual de entretenida que la primera. Sin embargo, aquellos que buscan lo que la obra promete, matanza, quedarán un tanto decepcionados. La decisión de orientar el film a una versión más censurada termina dejando de lado a los que anhelan la violencia explícita, y a su vez también excluye a un público que desea una historia menos impetuosa.

Si el antihéroe es el denominador común entre ambas películas —algo que juega a favor de los seguidores de Marvel que buscan historias menos épicas—, la gran novedad de Venom: habrá matanza es la importancia que se le sigue dando a un protagonista con las virtudes y defectos de alguien normal. Es la propia cinta la que referencia a El Quijote, que aprovecha para poner de relieve lo importante que es la distinción entre Eddie y Venom.

Si la secuela consigue coronarse en un aspecto, es en el desarrollo de las relaciones de cada personaje. El propio Eddie, encarnado por un deslumbrante Tom Hardy, se retrata como un ser humano, con errores y varios puntos a mejorar —de hecho, es lo que al propio Venom le convence para quedarse dentro de su cuerpo—, y esto hace que resulte más fácil empatizar con él. En contraposición a esto, centrar tanto metraje a los vínculos y subtramas puede resultar aburrido para algunos espectadores.

En definitiva, esta segunda parte proporciona lo que los simpatizantes de la saga anhelaban desde 2018. En general, aunque pierde fuerza en movimiento y acción, Venom: habrá matanza es una propuesta interesante y necesaria.

www.contraste.info