"He cruzado océanos de tiempo para encontrarte" es una frase que resume perfectamente lo que es esta película y lo que es el mito de Drácula versión Coppola, o dicho de otra forma: "que los monstruos también lloran".

Un Drácula majestuoso, desdichado, enamoradizo, un alma en pena que no se resigna a la eterna pérdida de su amada. La historia de Vlad Tepes un tanto edulcorada e idealizada y envuelta, eso sí, en una estética de ensueño y marcadamente romántica. La peli es un lujo visual, un festín para los sentidos y un regalo para cualquier espectador sensible al detalle.

No sé qué opinarán los expertos en cine gótico de esta cinta -yo no lo soy-, pero sí opino que, a pesar de sus leves y perdonables defectos, el film merece la pena.