La película adapta uno de los primeros éxitos del dramaturgo británico Peter Shaffer, una obra típica de la escena anglosajona de esa época: realista, psicológica, recogida. La historia se centra en cinco únicos personajes, los cuatro miembros de una familia acomodada y el tutor contratado para dar clases particulares a la hija menor, que será el elemento sobre el que giren los otros cuatro dejando al descubierto la frustración y vacío que ocultan bajo su superficial estabilidad. Pero el personaje del guapo tutor que hace ilusionarse no sólo a la quinceañera sino también a la cuarentona madre (incluso parece insinuarse que ejerce una cierta atracción homosexual sobre el hijo mayor), no está lo bastante bien retratado, problema que viene ya de la obra original. Su supuesto desamparo, su radical dependencia de la familia que le ha acogido son características que no están ni medio bien transmitidas y esto es un grave hándicap para la credibilidad del final de la obra. La situación familiar general, en cambio, está muy bien pintada, con ese padre inculto pero próspero que no entiende que su mujer e hijos prefieran el glamuroso pero poco rentable mundo de la cultura y el arte, y Rosalind Russell está espléndida encarnando a la cuarentona que se ilusiona con el jovencito tutor y se lleva un tremendo chasco al ver que las atenciones del otro se deben únicamente a que ve una segunda madre en ella, lo que la conduce a actuar con un rotundo rencor.