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Martes Carnaval rating:
7
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January 21, 2011
45 of 53 users found this review helpful
El director de esta película, David Michôd, ha hecho un esfuerzo por presentarnos algo nuevo. Eso en sí ni le justifica ni hace mejor la película pero predispone favorablemente a quienes consideramos meritoria la originalidad. Una idea nueva es siempre una cosa frágil y delicada, la puede matar una sonrisa irónica, un amago de bostezo o una mueca de escepticismo, pero es una obviedad que sin ideas nuevas ni el mundo ni el cine progresarían. Seguramente, cuando Eisenstein aportó lo que hoy conocemos por montaje a la cinematografía muchos se rasgarían las vestiduras ¿qué era eso de que una película se repensase en una sala de ensamblaje en vez de limitarse a la concatenación de las escenas rodadas entre dos golpes de claqueta? Michôd no es Eisenstein. Su contribución al cine —en el caso de que se considere como tal— es infinitamente menor, pero muchos pocos acaban haciendo lo grande.
"Animal Kingdom" es una película familiar, no porque la pueda disfrutar toda la familia —es muy aconsejable respetar la limitación de edad mínima para verla— sino porque versa sobre la familia. Una familia poco al uso, eso sí. Mi abuelo tenía dos frases referidas a la familia que eran perfectamente contradictorias entre sí pero que él desenvainaba con soltura en función del contexto: "si la familia no existiese habría que inventarla" y "la familia es una institución llamada a desaparecer". Siempre me recordaron aquello de que el sentimiento amoroso de la mujer va del "¡mátame!" al "no me despeines". Hay partidarios y detractores de la familia. También están los impostores, que se adscriben a un bando de boquilla pero en realidad militan en el contrario —la mayoría de ellos se encuadran en el segundo grupo—. La familia tiene dos cosas buenas: Te conocen y sin embargo te aceptan, y es un mecanismo de amparo, el último refugio al que se puede recurrir —cuando no consigues que ni la familia te firme los avales financieros es que la situación es ya desesperada—. La familia tiene también dos cosas malas: Te conocen y por lo tanto te subestiman —"Nadie es grande para su ayuda de cámara" decía Napoleón. Ahí está el crack de la madre de Nadal haciéndole bajar las bolsas de basura—, y genera dependencias que a veces te obligan a sacrificar tu vida en todo o en parte. Ese carácter ambivalente de la familia lo sintetizó muy bien el gran Perich en una de sus viñetas: "¡Qué agradable es recibir carta de la familia! Eso quiere decir que está lejos".
Todo esto es muy evidente en la película, donde los beneficios y perjuicios ocasionados por la familia se extreman. El protagonista, un adolescente aparentemente algo lelo, queda en una situación de total desamparo al morir su madre, lo que le hace tener que recurrir a su abuela materna, que le da cobijo y alimento pero a costa de ingresarle en un hogar de peligrosos delincuentes.
Sigue en el spoiler.
"Animal Kingdom" es una película familiar, no porque la pueda disfrutar toda la familia —es muy aconsejable respetar la limitación de edad mínima para verla— sino porque versa sobre la familia. Una familia poco al uso, eso sí. Mi abuelo tenía dos frases referidas a la familia que eran perfectamente contradictorias entre sí pero que él desenvainaba con soltura en función del contexto: "si la familia no existiese habría que inventarla" y "la familia es una institución llamada a desaparecer". Siempre me recordaron aquello de que el sentimiento amoroso de la mujer va del "¡mátame!" al "no me despeines". Hay partidarios y detractores de la familia. También están los impostores, que se adscriben a un bando de boquilla pero en realidad militan en el contrario —la mayoría de ellos se encuadran en el segundo grupo—. La familia tiene dos cosas buenas: Te conocen y sin embargo te aceptan, y es un mecanismo de amparo, el último refugio al que se puede recurrir —cuando no consigues que ni la familia te firme los avales financieros es que la situación es ya desesperada—. La familia tiene también dos cosas malas: Te conocen y por lo tanto te subestiman —"Nadie es grande para su ayuda de cámara" decía Napoleón. Ahí está el crack de la madre de Nadal haciéndole bajar las bolsas de basura—, y genera dependencias que a veces te obligan a sacrificar tu vida en todo o en parte. Ese carácter ambivalente de la familia lo sintetizó muy bien el gran Perich en una de sus viñetas: "¡Qué agradable es recibir carta de la familia! Eso quiere decir que está lejos".
Todo esto es muy evidente en la película, donde los beneficios y perjuicios ocasionados por la familia se extreman. El protagonista, un adolescente aparentemente algo lelo, queda en una situación de total desamparo al morir su madre, lo que le hace tener que recurrir a su abuela materna, que le da cobijo y alimento pero a costa de ingresarle en un hogar de peligrosos delincuentes.
Sigue en el spoiler.
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Spoiler:
Se ha dicho que ésta es una película seca, que es tanto como decir que es una película sosa, insípida. Como dice un amigo mío, un bocadillo de pan, donde lo mejor del pan está en el exterior. Y es cierto, pero se trata de un pan especial que alimenta de tensión latente, de la que quizás no seamos conscientes hasta la finalización de la proyección o hasta que lleguemos a casa porque es de esas películas cuyos efectos perduran. Lo mejor son, efectivamente, las escenas inicial y final. La escena inicial sobrecoge con ese plano general fijo de gran duración en el que uno asiste a la tragedia de un "niño grande" que pierde a su madre por algo tan sórdido como una sobredosis de heroína, lo que da cuenta del calvario que ha debido pasar hasta enfrentarse a una situación así. La escena final sorprende porque cobramos conciencia de que la introversión no es sinónimo de cortedad. Nuestro hombre resuelve una difícil encrucijada en la que se encuentra con una inteligencia superior. Veamos: sin comerlo ni beberlo, su primo —un personaje extremadamente despiadado— le quiere matar por creer erróneamente que es un soplón; para salvar el pellejo se convierte en lo que se le acusaba injustamente, pasándose con armas y bagajes a la policía, pero constata con asombro que esta metamorfosis no le garantiza la supervivencia. Se convierte en involuntaria encarnación del sujeto de la copla: "Ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio: contigo porque me matas y sin ti porque me muero". ¿Qué hacer? Pone en funcionamiento un plan que le avalará como un gran estratega: se ofrece a su abuela —cuya larga mano ha intuido en la destrucción del escudo policial que le protegía— para volver a cambiar de bando, sacar de la cárcel a sus primos a los que él mismo, con su declaración, había enviado allí, y quedar a expensas de lo que decida aquél que había querido matarlo y que sí había matado a su pareja sentimental. Pero esto es pura apariencia pues será él quien dará muerte a su potencial asesino en una carambola a tres bandas, que demuestra un profundo conocimiento de la psicología de sus familiares —de su primo mayor, con el que no caben componendas; de su otro primo, pusilánime y acosado por el anterior, que experimentará una sensación de liberación con su desaparición; y de su abuela, que se precia de mirar siempre para delante y no para atrás y que da gran importancia a que "el negocio" del que vive esté en buenas manos—: venga, pues, una afrenta, suprime un peligro y, con este hecho consumado, como el león joven que vence al viejo, se convierte en líder de la manada.