Recuerdo aquella explosión de Almodovar, cuando la vida salía a su encuentro, apretada y libre... Cuando sus películas eran un referente del cine marginal gestionado desde el hechizo de una sociedad nueva, hambrienta a un cine distinto y generosa.

¿Dónde está ese Pedro que fue languideciendo como un descuidado edén?

Si, Pedro... todo es un engaño, una mentira, una trampa... Nada tiene sentido, solo el que le damos desde esa experiencia que nos quita lo mejor para entregar ausencias de afectos, de verdades, de esencias pletóricas.

Una película triste, que refleja el momento actual de un gran triunfador que se mantiene lejano, rodeado de lo poco que nos queda... cuando nada queda. Y en ese destello, decide mostrar su testamento legitimado por una generosa legión de espectadores, que lo admira... La soledad del triunfador... El triunfo de quien teniéndolo todo, en apariencia, no posee más, que recuerdos hermosos.