Cuando acabas de ver la película, uno tiene la sensación de que Netflix necesita sacar producción a saco por la demanda que pueda tener en su plataforma.
Y ese es problema.
La película te engancha en su comienzo con unos personajes atractivos, en el amplio sentido de la palabra (qué preciosidad Zazie Beetz, la acabo de ver en la maravillosa JOKER). Y puedes pensar en una historia de relaciones a distintas bandas, que además se ve aderezada con la trama principal de misterio y magia negra.
Pero ahí se acaba todo, lo que podría haber sido, y por supuesto no es.
Y claro, te cabreas, porque el sinsentido es tal, que deja en el aire tantas cuestiones y sub tramas, que te hacen pensar que las prisas son lo único que ha llevado a que el esperpento de película que acaba por ser, obedezca a la necesidad de producción y de rapidez a la hora de sacar “producto”. Es imposible hacerlo peor.
Si en la Historia del cine hay finales a recordar por memorables, debería haber un apartado para todo lo contrario, y el final de esta película estaría entre ellos ocupando un lugar destacado.