Al no haber ninguna crítica de Teza después de más de diez años de su estreno me he animado a hacer una, con la esperanza de que a alguien le pueda ser mínimamente útil u orientativa.
Anberber ha vivido muchos años en Alemania desde los años 70 y tras la caída del muro decide volver a su país natal, Etiopía, que se encuentra sumido en una nueva guerra civil.
El film profundiza, muestra y describe de forma precisa la situación de Etiopía durante el último tercio de siglo, uno de los países del continente africano que tras su independencia tenía una mayor proyección de futuro: Tras la colonización italiana (Abisinia) la ONU lo reconoció como estado en 1952, liderado por Haile Selassie; derrocado en 1974 y tras una guerra civil sube al poder Mengistu en 1977 que se alinea con el bloque soviético; tras varias hambrunas y una guerra civil es derrocado en 1991.
La película abarca el periodo que va desde el fin de Selassie hasta el fin de Mengistu, catorce años aproximadamente. Haile Gerima, director y guionista, logra introducir varias historias paralelas a la de Anberber que vertebra el film y lo hace con habilidad y precisión, no en vano sus dos progenitores eran dos contadores de historias. Su guión es impecable y su dirección magnífica porque sabe enlazar problemas antropológicos locales de una aldea del cuerno de Africa con problemas globales propios de la cultura occidental.
Los temas más importantes serían el neocolonialismo, la dicotomía entre analfabetismo y educación, el racismo, la ineficacia de todo tipo de gobiernos, la situación etíope, la violencia como generadora de más violencia, el machismo, la familia y otros.
En principio la profundidad y amplitud de todos estos temas y la complejidad de las situaciones que se viven podría parecer inabarcable, pero es perfectamente resuelta por el director, no muy conocido por Europa.
Anberber, el protagonista no es sino el alter ego del director, Gerima. El protagonista sabe transmitir muy bien la lucha de un ser humano con educación e inquietudes políticas, su ilusión por mejorar las condiciones de vida de la gente buscando una sociedad más justa, aunque a la vez transmite con empatía la esterilidad de dicha lucha.
Da la impresión de que Gerima haya madurado la película durante muchos años, décadas diría yo, algo que el espectador percibe a lo largo estas más de dos horas, una realización magnífica, con simbolismos, lirismo, flashbacks y forwards, de una gran belleza visual y plástica y que se mueve entre la esperanza y la desesperanza, plasma la frustración del idealismo político y la corrupción de todo tipo de poder. La única solución, nos dice claramente, es a través de la educación.
Comenta Gerima que "Anberber es para mí el Prometeo etíope en busca del fuego en Europa." Prometeo (Anberber) representa la inteligencia para comprender e interpretar la naturaleza y la búsqueda del conocimiento, hacia el avance de la civilización ; no obstante, el mito revela también las consecuencias de sobrepasar los límites.
No es una película para una gran mayoría, hay que reconocerlo, pero es aconsejable para aquellos interesados en la historia, en el proceso descolonizador y posterior neocolonialismo, en idealismos políticos y en temas que de alguna manera afectan a todos los seres humanos.