Obviando la simbología explícita de su desenlace, Neds parte de una premisa básica que tiene a la violencia institucional como punto de inflexión: la noción cristiana de la vida como sufrimiento, con el reino de los cielos en tanto regalo final para aquellos que se aventuren a vivirla. Desde allí, pues la cinta podría dar mucho de sí, pero rápidamente confunde los tantos.

Así como el profesor le declara al prota haberse transformado en un cretino en tan poco tiempo, lo mismo podríamos objetarle a Mullan, que hace dar un giro de 360 grados a su personaje en cuestión de minutos, y sin referentes previos. Neds es una de esas pelis que incitan a la violencia social por concebir al sistema como una red global de devoradores, sin obviar elementos humorísticos en el medio de la debacle que no vienen a cuento, ni hablar que están completamente fuera de tono. Se favorece la mediocridad, se segrega a los distintos; todo parte de la familia, simbolizada por el prota, luego la iglesia en combinación con la escuela: el mensaje parece progre pero se queda sin nafta al final del camino, sin peripecias ni giros argumentales innovadores, por lo que Neds culmina por formar su mensaje dentro de la violencia...por la violencia misma, sin profundizar realmente y haciendo eco en las superficies más tópicas.

Mullan pretendía hacer pensar, pero su mensaje final es tan burdo y bidimensional que termina por convertir a su obra en un bufón sin chiste frente a un rey enfadado.