Ljubljana, allí se desarrolla todo. La ciudad tiene una importancia capital para esta historia, sitio de sirenas policiales y cierto desconcierto político que jamás llega a plasmarse del todo, pero que se plasma rotundamente en el cuerpo de Slovenka, un cuerpo vendido, significativamente vendido a los mejores postores.

Si algo no llega a su máxima expresión simbólica, o bien queda como intento fallido o bien se termina por consolidar solamente en el plano de la historia particular. Es el caso de Slovenka, una peli de aire sucio, sin demasiado artificio en donde las relaciones humanas nos son retratadas con pesimismo y reserva: nada es lo que parece y parece que éste no es tan solo un parecer, es una forma de vida oculta, sin posibilidades. Esto lo encarna Nina I., actríz que no derrocha ni se luce especialmente, su frialdad es la frialdad que cae sobre toda Eslovenia en última instancia, y que pretende reducirse a Ljubljana, ciudad que la mencionan incluso más veces que el nombre verdadero de la prota.

Sólida peli de Kozole, pero de caracter peligrosamente anecdótico para lo que pretende transmitir.