Esta peli es un caso claro sobre como patinarla a cuatro pies con una sola, y pésima, decisión. Soderbergh es un autor con todas las letras; bueno, malo, pero lo es. El jamás podría prescindir de su estilo, ni siquiera apelando al cine genérico que se exhibe como máquina de hacer chorizos. El tema es que a la hora de buscar recursos estéticos la embarró: la trama se desarrolla con una sobriedad pasmosa para luego caer en las escenas de acción más rimbombantes. ¿Contraposición interesante? Pero queda vacía de contenido, y se asemeja más a un híbrido caprichoso.

No había nada por contar, ese es el tema. Carano es la figurita líder, vale más su cara y sus dotes físicos que cualquier palabra emitida desde su boca. De fondo hay un reparto estelar y uno se pregunta para qué demonios está. Como Carano: para hacer pantalla. Entonces, a volcarse sobre el tema, anodinamente desarrollado porque por alguna razón Soderbergh omitió la tensión...en una peli de espionaje!!!! Y el suspenso pide un lugar a gritos que nunca tuvo. "Esta es una peli mía", parece decir el director. Su nombre subordina al producto, por ende el producto salió huérfano de ideas argumentales y pleno de formalismos. Formalismos sin sostén.