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Strhoeimniano rating:
10
Musical 1983: women arrive at a dance hall one at a time. Men enter and couples dance, their personalities on display. With the dancers changing characters, the film travels in time. In 1936, the Popular Front gives energy to the working class. In 1940, on the eve of the German occupation, a slumming rich couple get their comeuppance. In 1944, as Paris is liberated, a German officer and a collaborator are rebuffed while a Resistance fighter ... [+]
Language of the review:
  • es
June 8, 2005
30 of 34 users found this review helpful
Estamos ante una película audaz, una de esas ideas “originales” que en el formato de un corto soportan el arrojo de la propuesta, pero que en el de un largometraje hay que realizar auténticas pericias para que no se desmorone pasados diez minutos. Store Scola pasa ese “más difícil todavía” con nota alta, sin acudir a estridencias ni a juegos malabares, rodando con sobriedad y sabiduría, sabiendo llevar al espectador, con paso tan grácil como el del baile, a lo largo de los 110’ que dura esta película inclasificable.
“Le Bal” es profundamente teatral y profundamente cinematográfica. La Historia (y pongo ésta con mayúsculas porque literalmente barre toda la película) pasa por una sala de baile concurrida por unos personajes que marcan, junto con una maravillosa banda sonara que adapta los éxitos de la época, el tiempo que relatan. Ni una sola línea de diálogo (que no echas en falta pues la expresividad y contención de los actores lo dice todo) sale de los labios de este magnífico plantel de actores que, a lo largo de la película irán cambiando sus roles (excepto dos que permanecerán interpretando los mismos papeles, pero igual de azotados por el tiempo que los demás protagonistas) nadando a favor de la Historia. La maestría de Scola es que con tan pocos elementos consiga la máxima expresión: sutiles cambios en el decorado (del que sólo sale en una ocasión brevemente para “airear” innecesariamente la película); un vestuario que sin ser paródico retrata perfectamente a la época y al personaje; una planificación soberbia que hace que en cada secuencia se entrecrucen 3 o 4 historias que puedes reconocer sin confusión de esa colectividad a la que te sientes cercano, aún relatándote la historia francesa.
Es una sensación curiosa, pues siendo una película de hace más de dos décadas contemplas la “Historia” como un gran paraguas que nos acoge a todos: todos pasamos una guerra (o escuchamos su silencio); todos pasamos hambre (y trataron de engordarnos contra la escasez); todos bailamos rock and roll, disfrutamos de la Coca-Cola y llegamos a este siglo XXI buscando fronteras en el nacionalismo que la cultura popular ya no tenía.
“Le Bal” adapta una propuesta teatral de la compañía de Campagnol. Esta compañía copa el reparto, situación que favorece enormemente a la película pues todos ellos son una maquinaria perfectamente conjuntada y engrasada. Seguramente, la labor de Scola en este sentido fue limitar el histrionismo que esta propuesta tiene en su formato original, pues sus actuaciones, acudiendo solamente a la mímica, son tercamente cinematográficas, retrotrayéndonos a la época del cine mundo donde el actor lo era todo.
En todo caso, “Le Bal” es un viaje intemporal y memorable, lleno de ironía, pero como toda mirada que se hace hacia el pasado, también de ternura y de sentidos homenajes, con una banda sonora excepcional que acompaña, como el aroma a nuestros recuerdos, las Historias de toda una vida.
Strhoeimniano
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