En su día veías esta película y te quedabas asombrado. Hoy no soportarías ni 10 minutos, de música estruendosa ochentera y de tópicos de una época en la que el binomio ordenador-robot era lo más.
Un truño enorme, un aburrimiento total que se ha quedado en una mera anécdota de una época hortera y tontuna.
Y no es que ahora estemos mejor, sino que hemos involucionado hacia una sociedad hostil, chulesca, prepotente y egocéntrica. En los 80 teníamos una mentalidad infantiloide e ingénua. Ahora la mala leche es lo habitual.
No vale ni para echarse la siesta.