Ya el arranque y las primeras escenas de la película nos zarandean un poco pues no sabemos si estamos ante una comedia o un drama. Después descubriremos que no es ni una cosa ni otra para convertirse en una tragedia-cómica en la que los personajes están marcados por un destino que en el que ellos no han participado y solo son responsables de su propia muerte que anhelan. El guión es algo confuso y deja muchos momentos en los que no sabemos que ocurrirá ni que ha ocurrido antes, con unos diálogos muy por encima de lo que estos marginados parecen capaces de desarrollar dada su forma de vida. Tiene momentos en los que parece que nos encontramos ante un cine independiente, por planificación, iluminación, etc. pero después tenemos otros momentos, especialmente con la actuación, erótica como ella misma, de Salma Hayek. El problema del SIDA, que no aparece hasta bien avanzada la película, no se trata de una forma especial, ni intentando moralizar, pero al final las posturas son capaces de hacernos pensar lo contrario, o no. Es uno de esos confusionismos que la película presenta. Cine es, y correcto, que te puede gustar más o menos, pero que al terminar la película no te quedas con la sensación de que te han tomado el pelo. Te quedas más bien con la sensación que tu podrías haber intervenido en esa película, en alguna escena y con cualquier papel. O de repartidor de café para el equipo.