Cuando Kristian llega al nuevo colegio se convierte en una rara atracción para algunos compañeros. Es bien parecido, algo tímido, pero no se propone nada, mientras los demás van tejiendo a su alrededor una sutil telaraña de atracción y mezcla de amistad, Kristian se extraña un poco de lo que le está ocurriendo, digamos que se deja querer y a ninguno de sus compañeros o compañeras le deja llegar más allá de una simple amistad. Hasta que descubre el sexo con una compañera y a partir de ahí va tomando una definición en su comportamiento más interesado por lo sexual. Uno de sus incipientes amigos tiene un comportamiento algo extraño y es tratado por los compañeros como “marica”. Pero su juventud e inexperiencia le hace ver la relación homosexual como algo no deseable y más bien manifestará una cierta homofobia, debida quizás a su todavía indefinición. Todos somos muy liberales en cuanto a las relaciones pero cuando las descubres cerca y sorpresivamente, a la mayoría, sobre todo a los más jóvenes, les descoloca. Ese tema del despertar sexual en la adolescencia se ha tratado muchas veces pero en esta película danesa el tratamiento es poco común para lo que estaban habituados los espectadores de los 80. La película es lineal, lo que favorece el acercamiento a la intimidad de nuestros jóvenes personajes y muy especialmente del protagonista, Kristian. No hay un gran trabajo de interpretación pero llama la atención la naturalidad con la que se mueven todos. Realmente no tienen más que hacer de ellos mismos salvo con algunos matices de vez en cuando.