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Benjamín Reyes rating:
8
Horror New England in the 1630s: William and Katherine lead a devout Christian life with five children, homesteading on the edge of an impassable wilderness. When their newborn son vanishes and crops fail, the family members turn on one another. Beyond their worst fears, a supernatural evil lurks in the nearby wood.
Language of the review:
  • es
June 25, 2016
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El Festival de Sundance ha alumbrado nombres al firmamento cinematográfico como han sido los casos de Quentin Tarantino y su “Reservoir Dogs” (1991), Steven Soderberg y su “Sexo, mentiras y cintas de vídeo” (1989) o Park Chan-wook y su “Old Boy” (2005). En la edición del 2015, el premio a la mejor dirección recayó en el debutante Robert Eggens, que presentaba “La bruja”, un filme de terror diferente, que podría ser solo el primer paso de una filmografía a seguir en años venideros.
Ambientada en la Nueva Inglaterra de 1630, “La bruja”, muestra la vida cotidiana de una familia de colonos cristianos que vive presa de las creencias populares de la época, hasta tal punto que la historia deviene en una “body count” doméstica. “La bruja” no es una película de terror al uso, incluso sería más acertado decir que es un drama psicológico vestido de la ambientación propia del cine de terror. Lo que más deslumbra en esta ópera prima es su cuidada puesta en escena y el sabio uso de la iluminación que la acerca a maestros del tenebrismo pictórico como Caravaggio o George de la Tour.
Del escueto reparto destaca la veinteañera Anya Taylor-Joy, encarnando a la adolescente a la que la familia acusa de bruja. Así como su histriónica madre, interpretada por Kate Dickie. Si hay que citar algún paralelismo ese es “El bosque” (2004), de M. Night Shyamalan, por su ambientación y por mostrar una comunidad endogámica.
Parte de los espectadores, probablemente, no digieran bien la presencia del cuantioso diálogo, aun así, posee varias imágenes epatantes que se grabarán a fuego en la retina del espectador. Imágenes poderosas, escanciadas a lo largo del metraje y situadas al principio, mitad y final de la película. Si las imágenes resultan perturbadoras es en gran medida gracias a una banda sonora punzante y desasosegante, obra de Mark Korven.
Da la sensación de que el cine se regenera por generación espontánea. Ahora solo falta que el público arrope la cinta y no siga el ejemplo de títulos que pasaron por Sundance en 2014, como “The Diary of a Teenage Girl” (Mejor Fotografía), “Slow West” (Gran Premio del Jurado en la competencia internacional) o “Yo, él y Raquel” (Gran Premio del Jurado en la sección Estados Unidos), y que en España se estrenaron sin pena ni gloria (2.917, 7.652 y 29.678 espectadores, respectivamente). Ojo al dato.
Benjamín Reyes
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